¿Para qué queremos saber,
Rolando, si hay alguien que tiene aquietada la mente, qué importa eso? En esa
pregunta, de si hay alguien con la mente
aquietada, está implícito el desconocimiento de la manera cómo actúa el
pensamiento. Porque el pensamiento siempre quiere una certidumbre, quiere más
seguridad. Ve problemas en todo, por lo que quiere resolverlos, y así su
actividad es frenética, sin parar. Por tanto, si vemos está manera de actuar,
este paradigma mental, entonces lo descarto. Y si descarto lo negativo, llega
lo positivo.
Entonces, ¿dónde está el
problema? El problema está en la división interna y el conflicto que genera.
Porque, si vivimos en conflicto nuestra vida si no está loca –errada,
desbaratada, perdida-, va camino de ello. Por eso, ¿para qué quieres ganar el
mundo -las teorías, las ideas, la visiones, las experiencias, los viajes de
toda clase y manera, las magias y encantos, los delirios- si pierdes tu vida?
Es porque tenemos miedo a la soledad, a la sencillez, a ser lo que en realidad
somos: quiero y no puedo. Por tanto, en la comprensión de lo que somos –sin
huir de ello ni querer cambiarlo-, es cuando llega lo nuevo. Y lo nuevo es el
amor.
Pero, Alfredo, ¿por qué no puedes
atenerte al hecho de que si vas a trescientos o cuatrocientos kilómetros por
hora en tu coche hay un peligro inminente, o que el paso del tiempo nos lleva a
la vejez? Siempre podemos rizar el rizo, hacer un bucle, de lo que se ha dicho,
porque la mente está condicionada para resolver problemas y siempre va a encontrarlos.
Volvamos otra vez, si tú ves todo
eso como un peligro que es -dejar al pensamiento que siga inventando palabras,
concepto, ideas-, esa misma visión es la acción total, absoluta, definitiva.
Porque en el ver claramente algo lleva consigo la acción. Entonces, no hay
división entre el ver y el actuar: Sino que es lo mismo.
Siento decirte, Madeleine, que no
sé qué quiere decir: Vrai !.
Pero toda práctica, llegar a ser,
el devenir, nos deja divididos y en conflicto. Rolando, ¿por qué quieres traer
lo que los otros han dicho. si tú tienes la capacidad de verlo por tu cuenta?
Eso a lo que te has referido es
una parte del condicionamiento. Pero, el condicionamiento de querer comprar un
coche, de querer saber más, el de vanidad, de codicia, de celos y envidia, de
completa soledad, de no poder estar al margen de las ideas y teorías religiosas
del pasado y del presente, con sus supersticiones, las ideas políticas que
imperan, todo eso es también el condicionamiento que todos tenemos. Y ahora la
pregunta es: ¿podemos ver y comprender todo ese condicionamiento, que me divide
de lo que es, de la realidad, del presente, comprenderlo todo en estos
momentos, ahora? Porque, si no lo comprendemos y descartamos radicalmente, nada
tiene sentido: todo será un repetir de lo que hicieron nuestros abuelos y
antepasados.
Es decir, si tú que has pasado
por dentro del comportamiento militar, con toda su crueldad y brutalidad, no
vas más allá de ello, entonces eres una persona superficial, vulgar, como
cualquier otra. Por eso, Arturo, en el ver claramente algo, completamente, en
su totalidad, es hacer algo al respecto, es acción total, es orden, es amor.
El condicionamiento es el que nos
hace que unos sean militares, otros sean de una ONG, de un grupo pacifista, o
de un grupo terrorista. Por eso, es muy importante ver qué es el
condicionamiento al que estamos sometidos. El que se identifica en su país cuando
lo oye nombrar, cuando gana un trofeo en deporte y se emociona, llora, porque
está condicionado. Pues todos somos del mismo país, que es toda la tierra, y
toda la humanidad es como yo.
¿Podemos estar libres de todo ese
condicionamiento como chileno, ecuatoriano, peruano, argentino, europeo,
asiático, cristiano, budista, judío, musulmán, hindú, como hombre o mujer,
negro o blanco, como de izquierda o de derecha, de viejo o joven? Pues de ello
depende el que haya paz. No la paz de las armas, y toda esa tontería, sino la
paz en la que no hay enemigos.
He leído tu entrevista de ayer en…
Gracias por los comentarios e
informaciones.
A la hora de saber cómo van a
reaccionar los otros, lo primero que hemos de hacer es preguntarnos qué
haríamos nosotros en su lugar. Y como todos somos básicamente iguales
psicológicamente, sabremos cuál es el error o acierto. Te lo digo por eso que
has explicado sobre que no queréis recibir dinero de países beligerantes -que
suelen ser los más guerreros y ejecutores violentos, porque son los más
poderosos y los países más pobres les tienen poca simpatía-.
Así que, es verdad que cuanto más
independientes seáis, mayor operatividad, con mayor seguridad, dentro siempre
del peligro que hay al estar en una zona en guerra entre varias facciones
beligerantes.
He leído tu escrito-columna,
'Imagen que refleja códigos', de ayer.
Gracias por las informaciones y
comentarios.
Hay algo que te se ha pasado y no
has mencionado. Los jóvenes se rebelan con la vestimenta, el pelo, el juntarse
en su grupo particular, en su tribu urbana. Pero, siguen siendo superficiales y
banales como siempre. Prueba de ellos es que la mayoría se acomoda, acopla y
encaja, con su manera de vivir al paradigma tradicional.
Porque el verdadero cambio, la
verdadera rebelión, ha de ser un manera diferente de vivir, que ha de ser
motivado por un cambio radical psicológico. Donde todo el viejo patrón de
esfuerzo, conflicto, enfrentamiento, toque a su fin. Pues, si ese cambio
psicológico no se lleva a cabo, toda la trama de vivir desde hace un millón de
años se repetirá. De manera que los jóvenes seguirán siendo superficiales
devoradores consumistas, y para ello ser egoístas, divisivos, competidores, brutales
y crueles. Y como consecuencia dará lugar a la contienda, la violencia y las
matanzas en masa de la guerra.
El verdadero cambio, la verdadera
rebelión definitiva, será el día en que no necesitemos policías, ni espías y
sus maneras tan irritantes, ni ejércitos. Porque eso querrá decir que nosotros
mismos haremos las cosas de manera que ninguna autoridad civil, jurídica,
militar o política, la provocamos y generamos con nuestra manera de vivir.
Es decir los políticos, el
sistema, la sociedad que hemos creado, son lo que nosotros necesitamos y
queremos. Sería absurdo que uno no necesite comer y coma, que uno no necesite
el aire acondicionado, con su frescor, y lo tenga en invierno. Y al revés en
verano tener la calefacción encendida. Así que cada uno tiene lo que necesita:
queremos ser competitivos, avariciosos, egoísta, vanidosos, siempre tras la
persecución del placer. Y de esa manera de vivir, sólo puede llegar lo viejo y
repetitivo: división, conflicto, violencia y guerra.
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