Vivir en paz y no en guerra, no
es un deseo. Es algo que llega cuando vemos las causas que nos conducen a la
guerra. Pues la guerra no sale de la pared, sino que llega porque la sembramos
conscientes o no. Entonces cuando vemos todo el trayecto que nos lleva a la
guerra, uno decide no participar. Es eso solamente. Wise.
Entonces, Alfredo, ¿para qué
escribes, tendrás algún motivo o razón? ¿Puede ser un hecho el que está leyendo
estas letras? ¿O el que dice que no hay cuerpo, o que no hay nadie que pueda
hacer algo?
La realidad, que es la vida, es
como un río siempre en movimiento. Necesitamos las palabras para comunicarnos.
Y ese es la solución y el problema a la vez. Porque si no habláramos nos
comunicaríamos igual pero los conceptos no existirían: el concepto de país, de
religión, de feo o bonito. Todo lo que nombramos es un concepto. Y claro, la
palabra no significa eso que quiere decir: yo puedo decir que sí que quiero
algo, pero no lo quiero en realidad, y al revés. Por lo que vivimos en
confusión, diciendo una cosa, queriendo otra y haciendo otra cosa diferente.
Eso que parece un sombrero, eran
caracoles que se pusieron en la cabeza para refrescarla -según la leyenda que
se atribuye a Buda-. Pues, cuando se entra muy en lo profundo internamente, el
cuerpo se enfría y la cabeza se calienta.
Sin haber pasado por el infierno
no se sabe lo que es. Y el infierno es la misma vida. Por eso, cuando uno más
sufre -sin buscarlo- es cuando comprende la espiritualidad, la psicología, la
religión no organizada.
Creo que lo que estamos diciendo
es: ‘Yo tengo razón y tú no la tienes’. Eso mismo es lo que hacen todos los
seres humanos: unos son violentos, se preparan para la guerra, gastan millones
para hacerla, asesinan en masa, pero ahí está su estupidez, dicen que eso no es
violencia, que eso es luchar para la paz y el orden. Y sin embargo, cualquier
persona que hace alguna tontería, o los enemigos y contrarios de los guerreros,
les dicen que son violentos asesinos. Y aquí es donde la ignorancia se
manifiesta en toda su magnitud. Es decir: yo sí que puedo ser violento, tengo
mis motivos, mi necesidad, pero tú no lo puedes ser, no te dejaré, te
perseguiré criminalmente, te destruiré.
¿Lo ves, Alfredo? Al final todo
es muy sencillo. El observador es lo observado. Todo lo que hagas tú, lo hago
yo. Todo lo demás es girar en un círculo cerrado dando vueltas sin parar. O una
especulación, una distracción, un pasa tiempo.
Gracias, Patricia, por tu
oportuna aportación, tan sabía e inteligente. Ahora la cuestión es: ¿Por qué no
nos vaciamos de todas las tonterías que hacemos a todas horas? ¿Por qué nos
agarramos al tiempo, al pasado, que es el miedo? El miedo es tiempo. El que me
separa del presente, y nos lleva al pasado que es lo que ocurrió. Por eso, el
tiempo es la referencia con el pasado o el futuro. Así que hasta que no
comprendamos el tiempo psicológico, que es miedo, no habrá vacío en la mente.
¿Cómo reclamas soluciones a los
problemas económicos, a la crisis, a los demás, si tu sabio -y su equipo- al
que sirves, no lo puede solucionar? Esa actitud tan enloquecida, es la que hace
que todo el ambiente entre las personas sea tan irritable. Es como si yo te
dijera que tú eres una mujer perversa, sucia, adúltera y cruel con el hombre
que vives, si eso todo es mentira y falsedad. ¿Te das cuenta qué es lo que
haces, estás haciendo desde tanto tiempo?
Luego dices, que quieres la paz,
el fin de la violencia. Y esa actitud tan hipócrita y falsa te enloquece más
todavía. Así que, ¿no crees qué es adecuado no generar más locura que te puede
devorar como un muñeco de paja? Con afecto y cariño.
Fernando, ¿puedes explicar qué
pretende Hanumat con sus explicaciones? Es que el audio es muy deficiente y no
entiendo casi nada. Gracias.
¿Por qué nos quejamos de la
inmoralidad, de la corrupción, que hay en todas partes, en cada cosa que
hacemos, si nosotros estamos enseñando desde la más tierna edad a los niños a
que lo sean? Contar cuentos y mentiras a un niño es faltar al respeto a su
inteligencia. Que cuando lo descubra, puede arremeter con toda su rabia contra
esos que le contaban las mentiras.
¿Es preciso contar mentiras,
falsear la realidad? Los que lo hacen es porque quieren un beneficio rápido de
algo que ellos han proyectado y planificado a espaldas del afectado. Por eso,
el mismo hecho de participar en esas mentiras, ya nos define como personas
superficiales y banales.
Esa actitud está muy extendida,
cuando celebramos algo que se repite como un rito, festividad, algo que por
nuestro condicionamiento nos conmueve y afecta en el ámbito social, religioso,
político, etc. Y como somos tan superficiales –mundanos- nos agarramos y
aferramos a eso, dándole una importancia que no tiene. Y de ahí la mentira y la
falsedad.
Decir que por abortar se está
asesinando a un ser humano, hacer manifestaciones e invertir energía y dinero
para luchar contra ello, repetir y repetir como un disco rayado, hasta hacerlo
tan vulgar que ni suena como algo real, sino una queja retórica para adular y
alagar a las autoridades religiosas carcas y fanáticas, es trabajar en sentido
contrario para resolver los problemas. Más aún cuando a todas horas se asesinan
a miles de seres humanos, completos y enteros, todos los días en las guerras -hace unos días vi un cura bendiciendo una fragata para luchar-,
entre los esposos que no se soportan y no se separan –cosa que el catolicismo no
quiere ni consiente-, se asesinan lentamente, suavemente, a los que son
explotados en los trabajos, a los que condenamos a morir de hambre y de
miseria.
Por eso, todo es un cuento, una
mentira, convertida en un negocio de fanáticos, de integristas, que usan la
religión, que la han organizado haciendo algo inservible -como religión-, para
seguir sacando los beneficios que reporta el poder, por su convivencia con los
dirigentes que mandan y dirigen el mundo, ya sea dinero, influencia, prebendas
y facilidades para operar y organizar el negocio, esa religión organizada.
Y por ese poder que saben que
tienen, desde siempre, es que parecen fieras, dispuestas a lo que sea con tal
que sus ideas y teorías -que son todas sus creencias, su fe-, triunfen. Al
final parece que hayan convertido la vida en una competición, donde todos
quieren ganar. Pero, ¿se puede tener amor, que es compasión, queriendo ganar,
vencer, triunfar, someter, obligar. Y es por eso, que siempre están dentro del
ámbito de la mentira. Dicen una cosa y hacen otra, diciendo que los equivocados
son los otros. ¿Por qué no asumen que son incompetentes e impotentes para
realizar y vivir en sus vidas cotidianas sus creencias, como a todos nos pasa?
Si fueran sinceros y veraces, se
sentirían aliviados, ágiles y felices, no serían tan neuróticos -ya que en su
interior saben que están sucios, son hipócritas-. Y no tendrían la necesidad de
obligar, de imponerse, de maquinar e influenciar en los políticos, en toda la
sociedad, como siempre lo han hecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario