Hay algo que nos confunde y nos
pierde: nosotros estamos vivos y eso es un hecho. Y todo ser viviente tiene que
vivir. Y para vivir, ¿hay alguna necesidad de saber algo más qué cómo tengo que
vivir para no maltratar y destruir el cuerpo, el vehículo, para estar saludable
y emprender la mayor aventura, el mayor reto que es: ¿Tú cómo te liberas del
dolor? Mientras no nos liberemos ni comprendamos ese dolor, que nos altera de
manera que no podemos convivir adecuadamente -en paz, siendo compasivo-, ¿qué
sentido tiene todo lo demás?
Porque si mi vida es un dolor, es
sufrimiento, todo lo que haga será confuso, desordenado, mi relación con la
vida y con todos los que me relacione será una contienda, una lucha, una
desdicha, que va a ser un tormento, como lo es en la actualidad. Así que
mientras viva dividido y en conflicto, con una mala relación con los demás, mis
respuestas a los retos van a seguir en esa misma dirección de confusión, como
lo demuestra la mala gestión que estamos haciendo de la naturaleza y de todo lo
necesario para poder sobrevivir –dinero, recursos, bienes, etc.-.
Sentirse responsable es de las
cosas más agotadoras que hay. Pero, no podemos dejar de serlo de alguna manera.
El problema está en el 'yo', que cree que él puede solucionarlo todo, que él es
el director y todo depende de él.
Y todo eso, nos lleva a la
ansiedad, a la fricción, al desespero del querer y no poder. Así que uno no es
nada, verlo como vemos el fuego que quema. Para así, ser libres y capaces de
sentir el afecto por todo lo que hacemos, por las personas. Y todo esto no
llevará al orden, que es la ausencia de responsabilidad, para que lo otro pueda
florecer.
La mejor respuesta -la definitiva-
es decir: 'Que dios está en todo'. Porque eso, si se viviera, se hiciera un
hecho, viviríamos en amor, no nos dividiríamos de los demás en disputas
intelectuales, para querer dominar e imponer lo que nosotros creemos que es lo
verdadero –mi dios es el mejor, creer en él es lo correcto, dudar o no creer en
él es lo incorrecto-. Ya que si hay división, el amor, que es la esencia de
dios, no puede ser una realidad.
La relación está en todo: con las
piedras, las nubes, las estrellas, la luna, los animales, las personas, los
ríos, los mares, etc., porque si sabemos ver ellos nos dicen cosas. Pero, de la
misma manera que la relación con un niño existe, no es una relación para poder
responder a la vida como lo hacemos las personas adultas, porque la relación es
muy superficial, animal, egoísta. Y de esa misma manera pasa con los animales,
que siempre van a lo suyo ni indagan, ni inquieren, ellos son directos: si quieren
comer, comen lo que hay, ya sea matando o no. Y de ahí no pueden salir, porque
no tienen la capacidad de discernir ni el libre albedrío. ¿Puede un león
hacerse vegetariano? ¿O un rinoceronte, un búfalo, un toro, dejar de ser
vegetarianos?
Y esa relación que tenemos con
los animales, está mediatizada por el miedo que nos tienen, porque ellos saben,
y consienten ya que no pueden hacer otra cosa, que nosotros somos superiores y
podemos con ellos.
Es curioso que todo el poder, la
técnica y la logística del grupo National Geografic u otra organización
anglosajona, rusa, japonesa o china -que se dedican a realizar documentales
sobre la naturaleza y los animales- no haya hablado de ese supuesto ser gigante
-el Pie Grande de Ecuador-.
Esa pretendida diferencia en
relación con que las personas espirituales son más propensas a trastornos
mentales, etc. Primero, eso está mediatizado y condicionado, por los autores de
la investigación. Y segundo, en las dictaduras donde no hay libertad, hay un
orden aparente que en las democracias y en la libertad parece que no lo tienen.
Esas matanzas de personas, ya sea
en América o Europa, es fruto de la libertad. Pues en una dictadura, esas
personas antes de actuar de esa manera, son controladas, encerradas en centros
de reeducación o en prisiones. Y si actúan, seguramente son eliminadas
quitándoles la vida.
Sólo dentro de uno es como se
puede ser libre. Por tanto, el libre albedrío se puede realizar desde esa
libertad interna. Fruto de comprender cómo funciona nuestro pensamiento y la
vida. Cualquier persona que diga que es libre, realmente no lo es porque está
supeditada a su cuerpo y sus limitaciones. Y también está encerrada en este
bonito y maravilloso planeta, como si lo estuviera en un gallinero sin poder
salir de él. Por tanto, cuando comprendemos lo que es, la realidad, sin huir ni
querer cambiarla, es cuando llega la comprensión de esa realidad, lo que nos
hace libres.
Pues, la libertad es tan
extraordinaria que en medio de la basura uno puede ser libre. Sucedió en India,
que los rajas y su estilo de vida eran inviables, por lo que transformaron sus
palacios en hoteles para turistas, etc. Y decidieron deshacerse del harén. Les dijeron
a las concubinas que eran libres, que se marcharan, pero había algunas que no
querían irse de allí, porque no sabían vivir fuera del harén. Ya que nunca
habían salido de allí ni conocían a nadie más que a su amo –a los amigos e
invitados de éste a las que cedía momentáneamente por una o varias noches- y al
eunuco, que las atendía en sus necesidades domésticas.
¡Qué bonita es la justicia
-equilibrar, tratar de igualar y satisfacer las necesidades- cuándo puede ser!
La atracción es la reacción de
algo que nos impacta sensitivamente, fruto del condicionamiento cultural, etc.
Si uno no está atento a todo lo que sucede, la atracción pasa a ser
dependencia. Y en la dependencia, es donde se originan todas las miserias, el dolor
y el sufrimiento.
Evidentemente, cualquier
acontecimiento adverso, pérdida, cualquier situación difícil son malestares
psicológicos. Agravado y engrandecido por el peligro físico inmediato. Y todo
esto sucede porque no somos libres del pasado, del ayer. Y así no podemos estar,
ser eso que nos ha llegado. Y al dividirnos de eso, es cuando nos molesta,
generando fricción, pena y desasosiego.
Peo en el momento que dejamos de
identificarnos en los sentimientos, el romanticismo, en todo lo pasado, llega
el confort mental al sentirnos libres.
Esa situación por lo que pasaron
los rajas para tener que dejar su vida de suntuosidad, fu motivada por el
implacable paso del tiempo que todo lo altera -aunque sólo sea en la
superficie-, las presiones del gobierno inglés, un tiempo antes de ser India
independiente. Y como pasa ahora, y siempre ha pasado, las ansias de justicia,
de igualdad, de respeto, etc., de los que estaban en la base de toda la
sociedad que hacía posible, en su medida, ese sistema de privilegios, de
riqueza y suntuosidad que tenían los rajas. Que eran una especie de condes,
duques o marqueses, propietarios de grandes extensiones de terrenos que
abarcaban aldeas y pueblos.
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