Eso que dices, Enghelbertb, es la
solución, pero los dirigentes como seres humanos que son están sujetos a las leyes
físicas y psicológicas. Primero que nada para uno llegar a dirigente,
presidente, ha de pisotear, descabalgar a sus oponentes -que son por otra parte,
sus amigos y colegas de su formación política-, para despejar el terreno.
Después cuando sube hacia la cúspide del poder, todo se va engrandeciendo y va
a necesitar muchos millones para poder montar su logística, su cartel
publicitario, para poder conseguir derrotar a sus oponentes. Entonces entran en
una dinámica de apaños, componendas, gratitudes, corrupciones, etc., para
conseguir el abundante dinero para llegar hasta el fin de la victoria. Y una
vez se entra en esa dinámica, ya no salen de ella. ¿Qué se le puede pedir a una
persona con esas características morales, éticas, humanas?
Pues, ellos como personas que
son, se hacen adictos a lo que proporciona el abundante dinero y el poder. Y si
les falta sienten el síndrome de abstinencia –el mono de los drogadictos-. Y
como no quieren sentir dolor al tener que renunciar a esa manera de vivir, todo
lo que hacen, todo lo que les sale, es lo mismo que siempre les ha salido:
división, desorden, conflictos, violencia y guerra. Hambre, miseria, y la
insensibilidad y la indolencia que las hace posible. Porque ellos –los
dirigentes, presidentes, altos funcionarios- son humanos y no pueden hacer lo
que nosotros querríamos que hicieran.
Gandhi fue un político de primera
línea como los de ahora. Pero su vida y su destino estuvieron en un momento
capital para India: la independencia después de ser invadida, desde mediados
del siglo 18 hasta el año 1947, por Gran Bretaña. Y como no podía ser de otra manera,
Gandhi, que era nacionalista hindú, participó en toda clase de desobediencias,
manifestaciones, escritos, mítines, exhibicionismos, etc., a favor de la independencia
y la libertad de la corona británica. Todos tenemos algo de teatro -vanidad y
fatuidad-, pero Gandhi como político agitador contra el imperio, lo explotaba al
máximo posible.
Por tanto, también estaba sujeto
a los dictados de su partido político nacionalista, a las traiciones tanto
suyas como las que le hicieron a él. Fue asesinado casi a quema ropa por un nacionalista
hindú, más radical que él, en una manifestación por traicionar a India al
consentir que Pakistán -el occidental y el oriental Bangladés, en el Golfo de
Bengala- se separará, donde se intercambiaron los hindúes saliendo y los musulmanes
entrando en el nuevo país.
Creo que el personaje Gandhi era
uno, pero el real era otro, que como ser humano tenía sus miserias y
cualidades. Y por supuesto era igual de violento que cualquier político:
necesitaba el ejército, al policía, los espías, las intrigas de la alta
política.
Edward, si pudiéramos ver toda la
historia de la vida veríamos que interrelacionado está todo. Y tal vez, no le
daríamos tanta importancia a una única época determinada, o a lo que está
sucediendo ahora. Ahora tenemos nuestros problemas, nuestros antepasados
lejanos tuvieron también sus problemas, nuestros padres y abuelos también han
sufrido toda clase de problemas. Entonces, ¿qué pasa ahora? Pues, que hay
problemas. ¿Puede la vida ser sin problemas? Aquí estamos para ver cómo nos las
arreglamos. Así que, hemos de empezar de cero, pues todos han fallado, han repetido
el viejo patrón de conflicto, de enfrentamiento, de querer imponerse y ganar
siempre. ¿Es eso viable? Parece ser que no. Así que, habrá que buscar, inquirir,
investigar sobre si hay otra manera de encarar la vida que no genera más
sufrimiento y dolor a este drama de la vida.
¿Sin libertad se pueden conseguir
todos esos principios que se exponen? La libertad es amor. Y el amor es el
orden, que genera más orden. Y el amor es la inteligencia en acción, cuya
consecuencia es la libertad. Gracias, Lizbeth, por tu actividad tan
interesante.
En la no acción, hay acción
total. Porque es de la única manera en que nuestro deseo y voluntad no pueden
operar.
Si no hay bien o mal, no hay
ningún problema. El problema es vivir
estando más allá del bien y del mal.
“Es posible ser empujado hasta el
momento en que usted se ve obligado a ser humilde”.
Cullen. Si eso es así no habrá
humildad en absoluto, sino humillación. Porque esa humildad, será impuesta. Y
no fruto de nuestra inteligencia y percepción.
Kirsten, para mí ha sido una
agradable sorpresa darme la oportunidad de poder saludarte y demostrarte mi
cariño y afecto.
¿Quieres decir qué hay alguna
diferencia entre una manzana y una pera? No la hay, solamente en su nombre,
pero las dos tienen vitaminas, células, neutrones, líquido, energía. Javier, el
infinito y lo eterno, son lo mismo: lo
atemporal.
No hay pintor ni cuadro que
pintar, todo es un invento del pensamiento. Porque la energía ni se crea ni se
destruye, sino que se transforma.
Dices, Dr., que la realidad no
puede incluir dramas. ¿A ver cómo lo vives en tu vida? A mí no me lo cuentes,
porque eso es cosa tuya.
Pamela si crees en la biblia o
cualquier otro libro, estás perdida. Porque no eres libre para pensar. Y así tu espíritu, tu percepción y
sensibilidad, se atrofiaran. Donde te condenarás a ser siempre una seguidora, de
segunda mano, repetidora de lo que dicen los demás. Gracias por la explicación
e información.
José, para el que quiere o puede
entender, lee entre líneas. Porque lo descrito no es lo que se describe, lo
real. Ya que la realidad, al ser dinámica, siempre está en movimiento,
cambiando. Y lo que siempre se está en movimiento y cambiando, no se lo puede atrapar
y poner en un papel ni en un disco, ni repetir en una charla. Así es que uno,
ha de ir más allá de las palabras. De lo contrario pareceremos como los que
hacen preguntas que por ser tan evidentes, no tienen respuesta, Por ejemplo. si
alguien pregunta ¿de qué color es el viento? Esa es una pregunta de un niño de
corta edad, o de un loco.
Los peces, Javier, ni piensan ni
se preguntan cosas como nosotros, así que no los traigas al nivel humano.
Porque, eso te confunde y te hace decir cosas inconexas y absurdas. Has de atenerte
a lo real, a lo que es. Y no inventar lo que me gustaría que fuera.
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