lunes, 3 de diciembre de 2012

Escritos y publicaciones, 3-12-2012



Y, ¿qué pasa con la perturbadora muerte a la que tanto miedo tenemos? ¿Qué pasa con todos esos recuerdos, que es el 'yo'? ¿Qué pasa con César, Drona, Humberto, Toni, con los miles de millones, con los incontables que se han muerto?

Si hay dualidad, deseos contrapuestos, es que hay conflicto. Míralo atentamente, con toda la atención, y habrá un descernimiento que descartará el conflicto.

La furia es pasión. Y sin pasión -que no sea fanatismo-, ¿puede haber amor?

El estómago es un a bolsa cerrada, con orificio que va a la boca y otro al ano, ¿cómo pueden introducir o sacar alimento de esa manera?

Si uno no se conoce, ¿cómo va a conocer a los otros que son como él? Y la inteligencia, ¿no es el arte de vivir sin conflictos con los demás, que son como nosotros? Una inteligencia, sin una buena relación con las personas con quien convivimos, ¿es eso realmente inteligencia?

Pensar que lo que hace uno es una estupidez, una locura, sin darse cuenta que nosotros también somos igual pero a otro nivel, es la ilusión de la ignorancia.

¿Podemos vivir preocupados sin hacer de eso un problema, otra preocupación más?

Yevakte, todo eso que has explicado tiene su sentido. Pero el ser humano tiene mucha capacidad para cambiar y adaptarse a lo que necesita. Sexualmente actuaba como los animales -sólo copulaba cuando la hembra era fértil, estaba en celo-, pero lo ha cambiado de manera para hacerlo en cualquier momento, cuando quiera. Respecto de comer carne -y que tenemos el cuerpo para ser herbívoros-, eso tampoco le es un obstáculo para él. Pues hace millones de años que come carne. Y eso no ha hecho que se extinga.
¿Sabes por qué el hombre es carnívoro? Porque descubrió que la carne era el mejor combustible para la vida que llevaba -y lleva-: de codicia y avaricia, de egoísmo, de robar, y matar a otros que le molestan, de defenderse de los que le atacan.

Vamos a aclarar un poco más: la homosexualidad, para el plan de la naturaleza es negativa porque altera el proceso reproductivo entre macho y hembra. Y de ahí es de donde se desprenden todos los problemas que genera. Eso es una cosa descriptiva, biológica-funcional.

Ahora vamos al hecho real que sucede con la homosexualidad: pongamos que subimos a un avión setenta personas y entre ellas hay cinco homosexuales, ¿cuál es el problema: lo qué hagan con su ademanes y sus maneras, cómo visten y cuáles son sus intereses? ¿No hacemos todos lo mismo, cada uno en su ámbito y necesidad? Lo que está claro, es que cualquier persona -sea homosexual o quien sea-, tiene todo el derecho de vivir como quiera y hacer lo que quiera, por extraño, extravagante o negativo que nos parezca. Pues si hay algo que lo arregla todo es el amor. Y rechazando, despreciando, insultando a alguien que decimos que tiene problemas, eso no es amor. Y por tanto, si no hay amor, no podremos ayudarnos ni curarnos de los males que todos tenemos.

Para que venga lo nuevo, hay que morir a lo viejo y repetitivo, el pasado, al segundo que está corriendo uno detrás de otro.

Sin el vacío solamente podemos ver lo aparente. El vacío es la inteligencia que ve, es la conciencia.

Cuando nos damos cuenta que toda la energía es la original. Es cuando la energía fluye completamente, al no perderla en las divisiones y los conflictos.

Hacemos el bien porque hay que vivir. Y vivir como un animal, ¿qué sentido tiene? Por eso, uno siempre tiene que descartar lo que corrompe eso que creemos que es el bien.

El deseo cuando se consume es un hecho. Si somos cuerdos, serios, los hechos no se pueden cambiar. Otra cosa es que hagamos de un  hecho un problema que llevemos arrastras, Porque los hechos al ser del pasado están muertos y no sirven de nada. Si alguien me insulta, eso es un hecho. Pero una vez consumado, ¿por qué tengo que hacer un problema con eso?

Los primeros retos son los vitales: comer, beber, dormir, cuidar del cuerpo para que no se queme ni se hiele, ni enferme, etc. Luego están los retos psicológicos -culturales, inventados, que se convierten en necesarios-. Los retos psicológicos necesitan ser alimentados como si fueran los del cuerpo: rezar, verse con ciertas personas, buscar aventuras para sentirse vivo, desafíos de toda clase. Y la búsqueda de placer.
Los retos si no son comprendidos y se les da la importancia que tienen, para vivirlos o descartarlos, nos dividen de la realidad y nos dejan en conflicto. Por lo que un reto o se vive, o se descarta radicalmente.

Mientras no comprendamos el condicionamiento, estamos en el ámbito de la competitividad, la disputa y el enfrentamiento. Pues, ese condicionamiento es el del animal. Por eso, toda persona, y animal, es vista como un competidor, un  peligro, un rival que hay que vencer.

No hay nada. Pero si que hay. Aferrarse a que no hay nada, como aferrarse a que si que hay, es la ignorancia de la falta de inteligencia. Porque agarrándose a la negación como a la afirmación, nos dividimos, entramos en conflicto y la dualidad.

Escondamos o no escondamos nuestra tendencias contra algo o alguien, algún grupo de personas, eso no importa. Lo importante no es lo que pasa por la mente, los pensamientos que son ondas mentales. Lo realmente importante, es la acción, qué hacemos con esas personas que son marginadas por racismo, tendencias sexuales, religiosas, nacionales, políticas, etc.  Pues, la mente no se la puede dominar. Pero si ir más allá de ella, vaciarse de ella. Y así enfrentarnos al reto, que siempre es lo nuevo, de una manera prístina, inocente. Y así que llegue la compasión, el amor.

¿Dónde está la sensibilidad, dónde las creencias religiosas, el humanismo y los derechos humanos de los políticos? Ante una imagen como está, deberían deprimirse, llorar, bramar por el dolor que causamos a los demás. Todos somos culpables. Pues para que haya ricos, han de haber pobres y miserables. Gracias, Etania, por tu exposición y sensibilidad.

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