viernes, 28 de diciembre de 2012

Escritos y publicaciones, 28-12-2012



Como creo que nos hemos desviado, vamos a reconducir el tema. Si tú, Vanesa, eres la presidenta de un país y tienes la desgracia que se desencadena la guerra con un país vecino, o una guerra mundial. Tus retos son más dramáticos que si no tuvieras que enfrentarte a ese estado de guerra, que se vive a vida o muerte. Pues no puedes ser neutral porque has de comprar y vender a los otros países, que pueden estar a favor de unos de los bandos enfrentados. Pero, has de vender y comprar, donde por eso te pueden decir traidora, colaboradora, se alteran las cosas de manera que tus vecinos te quieren agredir e invadir tú país que diriges.
Y, si hubieras tenido la suerte de no coincidir con el estallido de esa guerra, tendrías más tranquilidad y los retos no serían tan dramáticos y desesperados.

Solamente es un retrato -si es que eso se puede reproducir con imágenes o palabras-. No sé a qué te dedicas. Pero pongamos que eres maestra de escuela, ¿es lo mismo tener veinte alumnos en tu clase que tener sesenta? ¿Es lo mismo tener dos hijos, qué tener diez?
Los problemas que surgen con los demás, que siempre es por la diferencia, ya sea de género, cultural, político, religioso, siempre es por el egoísmo.
El egoísmo es no querer ceder, colaborar, compartir, comprender al que encontramos que es diferente –que son todos-.

Ah, David, eso puede ser una trampa, una argucia. Porque, uno puede decir que está más allá del conflicto, de la violencia, y ser un guerrero, un terrorista, un maltratador, un delincuente. Por eso, lo más importante es ver si uno tiene una buena relación con los que convive, con los vecinos, los compañeros de trabajo, etc.

Cuando el amor llega, el karma desaparece.

La gratitud es la dicha de la felicidad y la alegría, porque se nos ha concedido algo. Pero, sentir la gratitud porque uno puede ver, vivir, tener la existencia, eso es otra cosa -aunque también es recibir-. Para ello, hemos de ver que uno es una criatura en manos de fuerzas incontrolables, vulnerable y sometida a la fatalidad que dicta el universo.
Cuando uno siente todo eso, es cuando eso que llamamos amor puede ser y manifestarse. Esa gratitud, es como una medicina, una fuerza, que todo lo aclara, que resuelve todos los problemas. Porque, no ve ningún problema, sólo una sucesión de acontecimiento que se suceden unos a otros en armonía, sin división ni conflicto entre lo que sucede y lo que uno quiere y desea.

Somos lo percibido y lo que no podemos percibir. Porque nosotros tan poca cosa ante el universo sólo podemos saber algo de él.

Eso es verdad y lo más terrible y peligroso del amor. Uno, ¿puede también ser un guerrero, un terrorista, un asesino, un maltratador, y sentir amor? Si en el acto que ejecuta no hay división ni conflicto, el amor que es el orden está ahí. Ese mismo amor y orden, que luego le pueden llevar a causa de sus actos ante la justicia y recibir la consecuencia de sus actos: detención, juicios, prisión, e incluso la muerte. Además de la otra justicia que no está escrita y que actúa implacablemente.

Lo que otro es, también lo somos nosotros. Porque el mismo paradigma que le hace hacer lo que hace, también lo tenemos nosotros. Lo único que cambia es que uno puede robar un céntimo y otro roba millones; mentir en algo irrelevante y nimio, mientras otro miente para destruir a otras personas, enriquecerse, hacer la guerra, etc. Porque, todos somos básicamente iguales en lo psicológico.

El comportamiento humano está sujeto al paradigma de la supervivencia. Siempre es así. Unas veces, hay más miedo y temor a perder la vida, y todo lo necesario para sobrevivir, y otras veces todo está más quieto, tranquilo y relajado -aunque está siempre latente la respuesta a los agravios, las injusticias, la crueldad y las brutalidades que todos recibimos y sufrimos en nuestra propia carne-.

El amor, llega y se va, es algo recurrentemente. Pero, si queremos tenerlo siempre con nosotros, eso lo aleja y aparta al generar todo el proceso del deseo, del más y más. Así que no lo podemos poner en palabras, solamente ver lo que es. Estar quietos internamente, sin querer alterarlo, para que el amor se pueda manifestar.

El 'yo' ha de ver él mismo que es un estorbo, un  obstáculo, para que todo funcione en el orden, para que así llegue el amor.

Lucas, ¿Por qué hemos de depender de lo que dicen los libros, sean los llamados sagrados o no, depender de los maestros y líderes espirituales? Así nos hacemos de segunda mano, repetidores, cuando has de ser tú el que descubra la verdad que hay en cada cosa que nos altera y genera problemas, sea el trabajo, el sexo, las mujeres, todo lo que existe, la misma vida.

La esperanza, las expectativas, hacer o no hacer, generan conflictos. Ahora miremos todo lo que sucede, sin querer cambiarlo, sin huir, y entonces sucede aquello que está más allá de nuestros deseos: el amor.

¿Colgar y castrar es la solución, la respuesta? ¿O, sería trasladar el problema de las violaciones solo al otro lado: el de los violadores? Entonces, nosotros. ¿no haríamos cómo ellos: generar y provocar mal, dolor y sufrimiento, con toda la confusión y el desorden que generan de reacción y respuesta?

Lo que es, la realidad, usa la memoria, el pasado, para actuar en el ámbito doméstico, científico-material. Pues, hemos de saber cómo nos llamamos, saber leer, cocinar.

En todo lo demás, en el ámbito psicológico-espiritual, el pensamiento, la memoria con su pasado, no sirven, son un impedimento.

El placer repetitivo, necesita la memoria, por lo que genera dolor. En el ahora, el placer es el orden y su manera de proceder en la cotidianidad, en la vida.

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