Vanesa, estando de acuerdo
contigo. Es preciso ver que si uno dirige un hotel de veinte habitaciones no es
lo mismo que el que tiene doscientas.
¿Qué es lo verdadero, Greg? ¿No
es lo que uno cree que es real? Por eso, uno tiene que encarar los retos negativamente,
para no darle oportunidad a la actividad del 'yo'.
El horóscopo, la astrología,
tiene su sentido. Pero es como decir: el hindú es diferente del europeo, o el
de Rajastán, es diferente del de Punjab. Y aunque eso es cierto, ¿qué
importancia tiene todo eso, si el ser humano está por encima de toda división?
Todo lo que guardamos en la
memoria como referencia para actuar ante un nuevo reto, en el ámbito
psicológico, obstaculiza la verdad. Pues la verdad siempre es nueva, sin nada
que la condicione, ya sea del pasado o del futuro.
Y el pensamiento es
condicionamiento.
Si no hay experiencia ni
pensamiento, ¿por qué llamar kundalini, etc., a eso que es tan natural cuando
ha de llegar?
Sí que puedes, Greg, hablar con
otros de la manera más laica posible. Tú lo sabes hacer.
El problema de la experimentación
es que no tiene fin. Cada vez que abrimos una nueva ventana al universo, ¿hay
una sorpresa? O, ¿es una repetición del mismo paradigma que afecta a todo? Por
eso, la respuesta a la vida está en uno, qué es lo que hace con su vida, cómo
encara los retos. Pues, lo interno se impone a lo externo y lo puede afectar de
una manera o de otra. Gracias, Patricia.
Lo sagrado, ¿no es la paz
interna, la ausencia de conflicto? El conflicto nos divide, confunde la
relación entre nosotros, llegando los enfrentamientos, la violencia y la guerra.
Por tanto, uno ha de hacer lo necesario para que esa dinámica de división,
conflicto, violencia y guerra, no lleguen y se manifiesten. ¿Es eso posible?
Tal vez, no es posible. Pero, sí que podemos ir más allá de ello. Y entonces,
es cuando la vida tiene eso que llamamos paz interior, de espíritu,
medianamente equilibrados psicológicamente.
El problema es que ese momento de
empatía y contagio de lo que suele suceder con los cristianos por navidad, no
acabara con la guerra y siguieran matándose. Ahora sucede lo mismo: hay una
especie de epidemia de buenismo durante unos días, se besan y saludan, comen
justos, se hacen regalos, etc., pero la guerra está dentro de nosotros pronta a
estallar en una disputa, enfrentamiento, conflicto. ¿Qué sentido tiene todo
eso? ¿Por qué lo bueno, la paz, el orden, el interés por el otro, solamente
dura en cuanto apenas unos cuantos días? Nuestra superficialidad, la vanidad
–ya que también queremos ser buenos aunque sea unos momentos-, la banalidad, es
lo que domina nuestra manera de vivir.
Por eso, sin un cambio interno,
donde uno vea la manera cómo opera y funciona el pensamiento-mente, todo lo que
hagamos para solucionar los problemas, solamente es un rascar en la superficie.
Gracias, Elvira, por tu aportación y el relato de lo acontecido en esa cruel y
sanguinaria guerra.
El problema es que no vemos que
el observador es lo observado. Es decir que no hay diferencia alguna en el
comportamiento de cada uno, todo hacemos lo mismo, cada uno a un nivel e
intensidad.
Por tanto, el problema es uno y
lo que hace con su vida, cómo responde a los retos que no dejan de llegar, pues
eso es la vida. Gracias por tu escrito, Tao, aunque esté mal enfocado: estás
contra el egoísmo, pero eres egoísta.
Si estás preparado realmente,
porque has visto lo que es la realidad, no va a venir ningún maestro porque no
se necesita.
La mente-pensamiento, no puede
dar con lo sagrado, lo que está más allá del tiempo, porque la mente es tiempo.
El tiempo psicológico siempre es el pasado, El pasado al interponerse con el
presente, el ahora, nos divide. Y si hay división, no puede llegar lo nuevo, lo
sagrado, lo que la astuta mente no ha tocado. La mente, al contrastar el reto
del presente con el pasado o al mirar el futuro, inventa lo que le conviene,
pero permanece dividida de la realidad, del presente, de lo que es.
Si necesitamos un maestro, es que
estamos bloqueados, acabados.
Laima. El maestro que llega, o que
tú vas a él, es tu proyección. Y la proyección del maestro. De lo contrario no
podría haber relación entre vosotros, no os soportaríais ni podría establecerse
la relación. Tal cual sucede entre las parejas, entre la mujer y su marido,
entre los amigos muy íntimos.
Si está escuchando música, y se
hace uno con la música, entonces la alegría o la tristeza que transmite es con
nosotros. Podremos bailar y reír. O, llorar y llorar.
Una mayor frecuencia de
vibraciones de luz no tiene nada que ver con la liberación, la iluminación,
etc. Todo esto llega con el darse cuenta de cómo funciona el pensamiento, para
poder ir más allá de él.
La iluminación no tiene nada que ver con adaptarse a un
patrón establecido por otro, por sagrado y sabio que digan que es. La iluminación
es cosa de cada cual. Sólo es estar libre del conflicto, de la dualidad de los
opuestos. Es decir el iluminado, no tiene enemigos, es sin miedo.
El paradigma de la naturaleza todavía impera: el pez grande
se come al pequeño. ¿Se puede este paradigma cambiar? No se puede. Podemos ir
más allá de esa manera fatal.
Lo realmente trágico, es que las mujeres si fueran los
hombres harían lo mismo que ellos hacen: dominar y aprovecharse. Como lo hacen
muchas de ellas, las que lo pueden hacer.
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