jueves, 27 de diciembre de 2012

Escritos y publicaciones, 27-12-2012



Vanesa, estando de acuerdo contigo. Es preciso ver que si uno dirige un hotel de veinte habitaciones no es lo mismo que el que tiene doscientas.

¿Qué es lo verdadero, Greg? ¿No es lo que uno cree que es real? Por eso, uno tiene que encarar los retos negativamente, para no darle oportunidad a la actividad del 'yo'.

El horóscopo, la astrología, tiene su sentido. Pero es como decir: el hindú es diferente del europeo, o el de Rajastán, es diferente del de Punjab. Y aunque eso es cierto, ¿qué importancia tiene todo eso, si el ser humano está por encima de toda división?

Todo lo que guardamos en la memoria como referencia para actuar ante un nuevo reto, en el ámbito psicológico, obstaculiza la verdad. Pues la verdad siempre es nueva, sin nada que la condicione, ya sea del pasado o del futuro.

Y el pensamiento es condicionamiento.

Si no hay experiencia ni pensamiento, ¿por qué llamar kundalini, etc., a eso que es tan natural cuando ha de llegar?

Sí que puedes, Greg, hablar con otros de la manera más laica posible. Tú lo sabes hacer.

El problema de la experimentación es que no tiene fin. Cada vez que abrimos una nueva ventana al universo, ¿hay una sorpresa? O, ¿es una repetición del mismo paradigma que afecta a todo? Por eso, la respuesta a la vida está en uno, qué es lo que hace con su vida, cómo encara los retos. Pues, lo interno se impone a lo externo y lo puede afectar de una manera o de otra. Gracias, Patricia.

Lo sagrado, ¿no es la paz interna, la ausencia de conflicto? El conflicto nos divide, confunde la relación entre nosotros, llegando los enfrentamientos, la violencia y la guerra. Por tanto, uno ha de hacer lo necesario para que esa dinámica de división, conflicto, violencia y guerra, no lleguen y se manifiesten. ¿Es eso posible? Tal vez, no es posible. Pero, sí que podemos ir más allá de ello. Y entonces, es cuando la vida tiene eso que llamamos paz interior, de espíritu, medianamente equilibrados psicológicamente.

El problema es que ese momento de empatía y contagio de lo que suele suceder con los cristianos por navidad, no acabara con la guerra y siguieran matándose. Ahora sucede lo mismo: hay una especie de epidemia de buenismo durante unos días, se besan y saludan, comen justos, se hacen regalos, etc., pero la guerra está dentro de nosotros pronta a estallar en una disputa, enfrentamiento, conflicto. ¿Qué sentido tiene todo eso? ¿Por qué lo bueno, la paz, el orden, el interés por el otro, solamente dura en cuanto apenas unos cuantos días? Nuestra superficialidad, la vanidad –ya que también queremos ser buenos aunque sea unos momentos-, la banalidad, es lo que domina nuestra manera de vivir. 
Por eso, sin un cambio interno, donde uno vea la manera cómo opera y funciona el pensamiento-mente, todo lo que hagamos para solucionar los problemas, solamente es un rascar en la superficie. Gracias, Elvira, por tu aportación y el relato de lo acontecido en esa cruel y sanguinaria guerra.

El problema es que no vemos que el observador es lo observado. Es decir que no hay diferencia alguna en el comportamiento de cada uno, todo hacemos lo mismo, cada uno a un nivel e intensidad.
Por tanto, el problema es uno y lo que hace con su vida, cómo responde a los retos que no dejan de llegar, pues eso es la vida. Gracias por tu escrito, Tao, aunque esté mal enfocado: estás contra el egoísmo, pero eres egoísta.

Si estás preparado realmente, porque has visto lo que es la realidad, no va a venir ningún maestro porque no se necesita.

La mente-pensamiento, no puede dar con lo sagrado, lo que está más allá del tiempo, porque la mente es tiempo. El tiempo psicológico siempre es el pasado, El pasado al interponerse con el presente, el ahora, nos divide. Y si hay división, no puede llegar lo nuevo, lo sagrado, lo que la astuta mente no ha tocado. La mente, al contrastar el reto del presente con el pasado o al mirar el futuro, inventa lo que le conviene, pero permanece dividida de la realidad, del presente, de lo que es.

Si necesitamos un maestro, es que estamos bloqueados, acabados.

Laima. El maestro que llega, o que tú vas a él, es tu proyección. Y la proyección del maestro. De lo contrario no podría haber relación entre vosotros, no os soportaríais ni podría establecerse la relación. Tal cual sucede entre las parejas, entre la mujer y su marido, entre los amigos muy íntimos.

Si está escuchando música, y se hace uno con la música, entonces la alegría o la tristeza que transmite es con nosotros. Podremos bailar y reír. O, llorar y llorar.

Una mayor frecuencia de vibraciones de luz no tiene nada que ver con la liberación, la iluminación, etc. Todo esto llega con el darse cuenta de cómo funciona el pensamiento, para poder ir más allá de él.
La iluminación  no tiene nada que ver con adaptarse a un patrón establecido por otro, por sagrado y sabio que digan que es. La iluminación es cosa de cada cual. Sólo es estar libre del conflicto, de la dualidad de los opuestos. Es decir el iluminado, no tiene enemigos, es sin  miedo.

El paradigma de la naturaleza todavía impera: el pez grande se come al pequeño. ¿Se puede este paradigma cambiar? No se puede. Podemos ir más allá de esa manera fatal.
Lo realmente trágico, es que las mujeres si fueran los hombres harían lo mismo que ellos hacen: dominar y aprovecharse. Como lo hacen muchas de ellas, las que lo pueden hacer.

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