Por supuesto, ese es el problema:
inventar otra realidad que me gusta más, que me da una falsa seguridad. Por
tanto el problema es tremendo, porque eso quiere decir que hemos de desafiar el
dolor. O mejor dicho, entrar dentro del dolor.
¿Puede alguien no hacer daño
alguno a otro? No se puede, ¿verdad? Tú eres de una manera y yo de otra. Y nos
molestamos mutuamente: uno fuma y el otro no, uno ensucia el aire con su coche
y sus viajes y el otro no.
¿Puede en ese conflicto, haber
amor? Si no hay amor, ¿cómo puede haber Nirvana o iluminación, etc.? En el
sentido de perfección: de no hacer daño.
Si decimos que no hacemos daño
alguno, porque estamos más allá del bien y el mal, eso es una treta, un engaño
comercial.
Te estás desviando, Greg. Cuando
veo que algo es negativo, generador de conflicto, lo descarto. Ahora el
problema es, ¿por qué no vemos lo negativo, lo que causa conflicto?
Si uno está más allá del bien y
del mal, ¿cómo puede haber 'yo', si no hay ninguna imagen del bien ni del mal?
Kiran. ¿El sentimiento se puede
ver o se nota? Si se nota solamente, uno se puede equivocar. Los que creen en
la telepatía, ¿lo pueden demostrar?
Lo más complicado de todo es que
la mente puede decir que sí que existe, e incluso inventar los procesos. Ejemplo:
los miedos infundados.
Hola Cecilia. He leído tu
entrevista en... de hoy. Gracias.
Cuando dices: 'No existe un dolor
superior al suicidio de un hijo'. ¿Tú cómo lo sabes? Porque, cada cual tiene
una relación diferente con las personas. Y cada cual lo puede entender más o
menos.
Creo que el problema de la
muerte, para los que tienen un estrecho vínculo con el fallecido -aparte del
dolor de la pérdida de esa persona- está en todo lo que la envuelve
socialmente: las explicaciones, todos los que vienen a vernos, las ceremonias,
el llamado luto externo, todo lo que nos hace recordar eso que ya sea ha
marchado y no volverá nunca más. ¿Por qué cuando alguien se muere no puede
acabar todo eso ahí en ese instante y lo alargamos tanto? Es porque no
comprendemos el hecho de la muerte y su belleza, su orden.
Y el orden, también incluye el no
poder saber el qué causó ese fallecimiento. Porque, nosotros no podemos saber
todo. Y por eso, la vida es un misterio. Que solamente podemos vivir.
Y para los que tienen alguna
duda, se dice: 'Entre todos lo matamos y él solo se murió'.
"El deseo y la libertad no
pueden co-existir".
El deseo no va a desparecer,
hagamos lo que hagamos. Porque el deseo es el pálpito del vivir. El deseo hay
que verlo como nace, seguirle su trayectoria hasta que se consume y desaparece.
Porque, si actuamos contra él vamos a generar conflicto. Y este conflicto, va a
generar más deseos.
El deseo tiene que acabar,
consumirse. Y así desparecer. Pero, luego vuelve otro deseo y otra vez: verlo,
estar atento a él, dejarlo que se manifieste. Y sólo así comprenderemos.
Hay algo más allá de la
programación. Y es lo que nos hace posible que podamos ir más allá de la
programación.
Cesar. La religión es el intento
de poner orden en la vida. Y para empezar, uno tiene que tener orden. Y, ¿cómo
llega el orden? Descartando el desorden. Por tanto, la pregunta es: ¿Qué es el
desorden? ¿No es lo que genera sufrimiento y dolor? Por tanto, es al desorden a
lo que nos hemos de atener. Cuando tú y yo estamos divididos, en conflicto, ahí
está el desorden. Y ese desorden al desarrollarse va a generar pobreza,
miseria, hambre, desdicha, crueldad, violencia y guerra.
Así que, ¿qué haremos para no
vivir en conflicto, divididos? Uno no puede dominar la mente para que sea lo
que uno quiere y desea, porque si la obligamos seguiremos divididos y en
conflicto entre lo que es y lo que queremos. Entonces uno no hace nada,
solamente mira y observa, sin huir ni querer cambiar eso que vemos -la división
y el conflicto-. Y si no huimos y nos hacemos uno con eso que vemos, el reto,
eso nos enseña lo que es, nos cuenta su secreto. Es decir, cuando uno ve todo
el peligro que es el conflicto, y su división, tiene toda la energía para
descartarlo, ir más allá de él. Es como cuando se está al borde de un
precipicio, y la visión tan intensa de ese peligro es la que hace que actúes
con todo tu ser, donde hay una comprensión total de eso que vemos. Donde el ver
y el actuar es lo mismo, sin división, sin tiempo. Eso es el orden. Y eso es la
religión.
A todos nos llegan los mismos
retos. Lo que cambia es la grandeza de ellos. Los retos de un alcalde de pueblo
son los mismos que los del alcalde de una gran ciudad. Pero a la hora de
gestionarlos y dar soluciones, todo cambia de manera que no parecen los mismos
retos.
Todas las personas somos iguales:
jóvenes y viejos, mujeres y hombres, homosexuales, discapacitados, etc. Cada
uno necesita su comprensión. Por tanto, no hay problema de diferencia al nivel
psicológico, espiritual.
El pensamiento es el que ha
creado todas las desigualdades, cotejando, contrastando, comparando. Por lo que
genera la división y el conflicto.
La legalidad llega imponiendo lo
que las personas no son capaces de asumir y respetar. Pero la legalidad no es
la solución, porque lo que tenemos dentro ha de salir a fuera, al exterior. La
solución es de comprensión y compasión.
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