miércoles, 26 de diciembre de 2012

Escritos y publicaciones, 26-12-2012



Por supuesto, ese es el problema: inventar otra realidad que me gusta más, que me da una falsa seguridad. Por tanto el problema es tremendo, porque eso quiere decir que hemos de desafiar el dolor. O mejor dicho, entrar dentro del dolor.

¿Puede alguien no hacer daño alguno a otro? No se puede, ¿verdad? Tú eres de una manera y yo de otra. Y nos molestamos mutuamente: uno fuma y el otro no, uno ensucia el aire con su coche y sus viajes y el otro no.
¿Puede en ese conflicto, haber amor? Si no hay amor, ¿cómo puede haber Nirvana o iluminación, etc.? En el sentido de perfección: de no hacer daño.
Si decimos que no hacemos daño alguno, porque estamos más allá del bien y el mal, eso es una treta, un engaño comercial.

Te estás desviando, Greg. Cuando veo que algo es negativo, generador de conflicto, lo descarto. Ahora el problema es, ¿por qué no vemos lo negativo, lo que causa conflicto?

Si uno está más allá del bien y del mal, ¿cómo puede haber 'yo', si no hay ninguna imagen del bien ni del mal?

Kiran. ¿El sentimiento se puede ver o se nota? Si se nota solamente, uno se puede equivocar. Los que creen en la telepatía, ¿lo pueden demostrar?
Lo más complicado de todo es que la mente puede decir que sí que existe, e incluso inventar los procesos. Ejemplo: los miedos infundados.

Hola Cecilia. He leído tu entrevista en... de hoy. Gracias.
Cuando dices: 'No existe un dolor superior al suicidio de un hijo'. ¿Tú cómo lo sabes? Porque, cada cual tiene una relación diferente con las personas. Y cada cual lo puede entender más o menos.
Creo que el problema de la muerte, para los que tienen un estrecho vínculo con el fallecido -aparte del dolor de la pérdida de esa persona- está en todo lo que la envuelve socialmente: las explicaciones, todos los que vienen a vernos, las ceremonias, el llamado luto externo, todo lo que nos hace recordar eso que ya sea ha marchado y no volverá nunca más. ¿Por qué cuando alguien se muere no puede acabar todo eso ahí en ese instante y lo alargamos tanto? Es porque no comprendemos el hecho de la muerte y su belleza, su orden.
Y el orden, también incluye el no poder saber el qué causó ese fallecimiento. Porque, nosotros no podemos saber todo. Y por eso, la vida es un misterio. Que solamente podemos vivir.
Y para los que tienen alguna duda, se dice: 'Entre todos lo matamos y él solo se murió'.

"El deseo y la libertad no pueden co-existir".
El deseo no va a desparecer, hagamos lo que hagamos. Porque el deseo es el pálpito del vivir. El deseo hay que verlo como nace, seguirle su trayectoria hasta que se consume y desaparece. Porque, si actuamos contra él vamos a generar conflicto. Y este conflicto, va a generar más deseos.
El deseo tiene que acabar, consumirse. Y así desparecer. Pero, luego vuelve otro deseo y otra vez: verlo, estar atento a él, dejarlo que se manifieste. Y sólo así comprenderemos.

Hay algo más allá de la programación. Y es lo que nos hace posible que podamos ir más allá de la programación.

Cesar. La religión es el intento de poner orden en la vida. Y para empezar, uno tiene que tener orden. Y, ¿cómo llega el orden? Descartando el desorden. Por tanto, la pregunta es: ¿Qué es el desorden? ¿No es lo que genera sufrimiento y dolor? Por tanto, es al desorden a lo que nos hemos de atener. Cuando tú y yo estamos divididos, en conflicto, ahí está el desorden. Y ese desorden al desarrollarse va a generar pobreza, miseria, hambre, desdicha, crueldad, violencia y guerra.
Así que, ¿qué haremos para no vivir en conflicto, divididos? Uno no puede dominar la mente para que sea lo que uno quiere y desea, porque si la obligamos seguiremos divididos y en conflicto entre lo que es y lo que queremos. Entonces uno no hace nada, solamente mira y observa, sin huir ni querer cambiar eso que vemos -la división y el conflicto-. Y si no huimos y nos hacemos uno con eso que vemos, el reto, eso nos enseña lo que es, nos cuenta su secreto. Es decir, cuando uno ve todo el peligro que es el conflicto, y su división, tiene toda la energía para descartarlo, ir más allá de él. Es como cuando se está al borde de un precipicio, y la visión tan intensa de ese peligro es la que hace que actúes con todo tu ser, donde hay una comprensión total de eso que vemos. Donde el ver y el actuar es lo mismo, sin división, sin tiempo. Eso es el orden. Y eso es la religión.

A todos nos llegan los mismos retos. Lo que cambia es la grandeza de ellos. Los retos de un alcalde de pueblo son los mismos que los del alcalde de una gran ciudad. Pero a la hora de gestionarlos y dar soluciones, todo cambia de manera que no parecen los mismos retos.

Todas las personas somos iguales: jóvenes y viejos, mujeres y hombres, homosexuales, discapacitados, etc. Cada uno necesita su comprensión. Por tanto, no hay problema de diferencia al nivel psicológico, espiritual.

El pensamiento es el que ha creado todas las desigualdades, cotejando, contrastando, comparando. Por lo que genera la división y el conflicto.

La legalidad llega imponiendo lo que las personas no son capaces de asumir y respetar. Pero la legalidad no es la solución, porque lo que tenemos dentro ha de salir a fuera, al exterior. La solución es de comprensión y compasión.

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