sábado, 22 de diciembre de 2012

Escritos y publicaciones, 23-12-2012



El que no acepta que alguien se libere de su autoridad, es porque teme algo que perder. Porque es un dictador cruel. Que va contra la vida.

El dictador que prohibe la libertad e independencia, él mismo es víctima. Pues los oprimidos lo odian y lo quieren destruir. Ese es su error.

¿Es posible y viable prohibir la libertad, sea la que sea? Desafortunadamente, uno tiene que pasar por ahí y puede que le cueste la vida.

Ser esclavo de una tradición, una idea, es el veneno que mata como una enfermedad. Verlo es echarlo todo por la ventana: uno no retiene nada.

El torpe cree que todo lo puede, por eso es un dictador. Pero todos los dictadores ya han firmado su pena de muerte. Pero algunos se salvan.

El dictador que retiene a la fuerza a otro, es tan cruel que ya sea enloquecido. Solamente es cosa del destino el que sea destruido, echado.

El dictador dicta las leyes que le conviene sin que nadie las cuestione. Dice y hace las cosas más absurdas. La respuesta es su misma locura.

¿Tiene sentido prohibir la independencia para no perder privilegios? La inteligencia dice que no. El inteligente no prohibe, quiere la paz.

El inteligente no quiere problemas. Los problemas son para los torpes: exhibicionistas, vanidosos, codiciosos. Son adictos que no ven salida.

Por tanto, siempre estamos ahí, pues no podemos huir, ya que el cuerpo es dolor. Por eso, ¿cómo nos liberamos del dolor?

¿Por qué toleramos el dolor, justificamos, le damos nombre, lo describimos? Es porque no vemos. Vemos sin ver. Un precipicio: ¿hago algo?

El dolor es: radical, absoluto, total. No hay manera de eliminarlo. Pero huimos de él: con ilusiones, entretenimientos, mentiras, vanidades.

El dolor sólo puede desaparecer entrando dentro de él. Y él se hace nuestro amigo y nos cuenta su historia. Cuando todo está ahí desaparece.

En la huida hay dispersión de la energía ya que está ahí el miedo. Miedo es a un veneno. ¿Puede haber miedo al mañana, a una persona, ahora?

El dictador huye de la realidad al no liberar a los que oprime. No se da cuenta que el observador es lo observado. Él es como los oprimidos.

Cuando uno no huye de la realidad, de lo que es, de lo que sucede, toda la energía llega en su máxima posibilidad. 

Aprovechando la ocasión, voy a preguntaros, ¿qué es eso a lo que llamamos Nirvana? ¿Hay alguien que pueda certificar en un documento que está o no  en  NIrvana? ¿Hay una junta evaluadora para decidir quién y quién no está en NIrvana, le falta poco o mucho para llegar? Y, ¿quién evaluaría a los que evalúan? ¿En todo devenir, en todo llegar a ser, no está la semilla del deseo, de la división y el conflicto, de la confusión y el desorden?
Las palabras no son los hechos. Pues los hechos tienen su dinámica, que está sujeta a la realidad de lo que son las cosas? Es como pretender medir el amor. ¿Es posible medir lo inmensurable, lo que está más allá de las palabras?
¿Puede haber Nirvana en absoluto? Pues las mentes al estar todas conectadas entre ellas, se comunican todos los pensamientos, ya sean de alegría, de tristeza, de bondad, de maldad, de paz y de guerra. Por lo que el Nirvana, la liberación, la iluminación, el estado búdico, la santidad, todo es una ilusión, es un no-hecho, lo que me gustaría que fuera, una reacción a lo que es, a la realidad que no me gusta, inventando otra realidad que sí que me gusta y satisface.
 Lo mismo sucede con la no-violencia. ¿Es posible ser no-violento, no hacer daño a nadie ni a nada? Tampoco es posible, porque el cuerpo tiene sus necesidades. Y el mero hecho de existir siempre es a costa de otro. Por lo que todo es una lucha de todos contra todos, ya sea la violenta y horrorosa guerra, con sus asesinatos en masa, como el generar una manera de vivir en la que a unos les sobra y despilfarran de todo, cuando otros se mueren de hambre en la más absoluta miseria.
¿Puede esta realidad cambiarse? Nunca se ha visto. Por lo que uno tiene que investigar, qué se puede o no se puede hacer, atenerse a los hechos y no inventar no-hechos. Y los no-hechos, son lo negativo, lo divisivo, lo causante de conflicto tanto interno como externo. Por tanto, uno tiene que estar atento a todo lo que sucede, ya sea interna como externamente, dentro de uno, para poder descartar radicalmente todo lo negativo: lo que genera división y conflicto.
Con afecto y con cariño.

Las palabras no son los hechos. Los hechos forman parte de lo inmensurable. Y lo inmensurable no se puede explicar con las palabras que están sujetas a la medida, a los conceptos.

No somos responsables de estar aquí en este mundo, pues alguien nos trajo. Pero sí que tenemos responsabilidad con lo que hacemos, cómo vivimos y nos comportamos.

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