miércoles, 19 de diciembre de 2012

Escritos y publicaciones, 19-12-2012


Vamos a ver, Pedro Juan, si lo puedes comprender -la situación-, tu situación.

Tu pregunta: '¿Cristianos, budistas es lo mismo que racistas?'

Porque, preguntas eso, si todas las personas somos racistas. Tienes la falsa idea de que hay unos seres celestiales, una especie de ángeles. Pero, eso es una ilusión. Pues, el observador -tú- es lo mismo que lo observado -yo, y todos los demás-. No hay excepción de singularidad, pues todos participamos de la misma mente con la que estamos unidos y conectados fatalmente. Por tanto, todo lo bueno y lo malo es algo de lo que participamos todos. Y ver esto, nos hace libres de vanidad, de orgullo, nos hace sencillos, con compasión y amor.




Tu pregunta: '¿Las diferencias qué son fruto del ejercicio de las libertades son, por eso mismo, necesariamente divisiones que nos enfrentan con violencia y guerras?’

Toda división, ya sea nacionalista, política, religiosa, en cualquier ámbito, genera conflicto que al desarrollarse nos lleva a la violencia y la guerra.




Tu pregunta: '¿Sugiere usted que está en contra de toda violencia, guerra y división y, al mismo tiempo, está a favor del aborto o, cuando menos, le sienta mal que se esté entre tantas violencias contra el aborto?'

Una persona no puede estar ni a favor ni en contra de nada, porque de lo contrario nos dividimos y aparece el conflicto. Y el conflicto, genera la maldad en todas sus modalidades, ya sea el aborto, la explotación, los asesinatos, toda violencia, la corrupción, la guerra. ¿No te has dado cuenta, qué cuándo no eres nada -sólo un ser humano, sin nacionalidad, ni apellido, ni la imagen que nos hemos creado, sin política ni religión-, eres realmente feliz, ligero, ágil, estás lleno de amor, no tienes ni ves enemigos?




Tu pregunta: '¿Qué le hace antipático defender la vida concreta de niños inocentes con derecho a nacer? ¿El qué también hay muchos más crímenes?'

Si tienes cuatro hijos y solamente te preocupas de uno, ¿es eso amor? Si cargas toda la energía en luchar contra el aborto, y no luchas contra los otros crímenes y maldades, estás discriminando, identificándote con una cosa, con una idea o teoría. Y toda identificación es divisiva y nos fragmenta. Por lo que entramos en conflicto que es donde se originan los abortos, la violencia, la guerra.




Tu pregunta: ‘¿Mientras haya guerras usted justifica el aborto?’

¿Por qué esa obsesión de dividirnos entre buenos y malos? Todos podemos ser buenos y malos. Uno no puede justificar ni estar contra nada, si es que realmente busca la paz, el amor, que es el final del conflicto y la división. Por cierto, si tú fueras una mujer y quisieras abortar, ¿por qué te lo voy a prohibir, te voy a forzar, con toda la crueldad que ello conlleva, para que no lo puedas hacer? Y ya estamos en que yo soy el justiciero, el que sabe qué es lo que tienen que hacer los demás y por eso los voy a obligar, aunque sea por la fuerza, la brutalidad, la crueldad. Es preciso que entiendas que no puedes salvar a uno condenándote tú, porque eso es absurdo, ¿no? Es en la vanidad y la arrogancia, los intereses políticos, económicos, de clase, religiosos, etc., en lo que estamos atrapados, lo que nos obstaculiza la libertad. Y la libertad, siempre es amor. Porque, si yo te quiero a ti, siento amor, ¿cómo te voy a obligar a cada paso que des?




Tu pregunta; ‘¿Considera usted que eliminar la vida de un niño concebido es matarlo o no?’

Primero que nada, ¿por qué dices que en la concepción uterina, el embarazo, ya podemos hablar de un niño, de un ser humano? Por supuesto que eliminar esa vida es un crimen. Pero, ¿qué podemos hacer ante la libertad de una persona cabal, con su libertad de elegir por su criterio propio? Y entonces, ya te has metido en el desorden cuando dices: que es un crimen eliminar un niño, haciendo un aborto. Porque ahora, te pregunto: ¿Es un crimen asesinar en masa a toda clase de seres humanos, y toda la vida, en las guerras en las que participan nuestros representantes políticos, con sus militares, y sin embargo no hacemos nada, no bramamos de dolor y sufrimiento, de amargura, no lo cuestionamos de manera que estemos al margen, fuera de esa enloquecida actitud de asesinar a los seres humanos en masa? Ves dónde está el problema: el problema no es solamente un hijo, que lo he convertido en predilecto, sino todos los hijos que tenemos. Y, todos los niños que existen, si es que eres afortunado para verlo, también son nuestros, nuestra responsabilidad.




Tu pregunta: ‘¿Defiende usted que alguien tiene nada más y nada menos que un "derecho" -un poder recto y justo- a eliminar esa vida humana indefensa y absolutamente inocente?’

Toda persona es responsable de sus actos, es su libertad. Uno puede informarle, sugerirle, enseñarle los malos efectos de sus acciones, puede rogarle, llorar ante él para que cambie su manera de vivir, pero al final es su acción libre la que cuenta y la que vale. ¿Por qué quiere impartir justicia? Tú tan religioso que dices que eres, ¿qué les dice Dios a los que quieren impartir justicia, imponerse, vengarse del daño que hemos recibido nosotros, u otros? Les dice: ‘La venganza es mía’?




Tu pregunta: ‘¿Su vida -la del niño concebido- es propiedad suya, de su madre o padre, del Estado o de la voluntad ideológica de los partidos políticos?’

Todo lo que existe es de la vida, ya que todo forma una unidad. Se dice: ‘Todos tus pelos están contados. Y ninguna hoja de un árbol se mueve sin la voluntad del universo, de Dios’. En último extremo, al final, el dueño de tu cuerpo eres tú. El cuerpo es el vehículo, la envoltura, y cada cual hace con él lo que puede, lo que más le satisface y conviene. Sabes que los militares cuando van a matar y a que los maten, cantan canciones que dicen que la muerte es su amiga. Y eso, ¿no es auto-asesinarse y asesinar a los demás?




Tu pregunta: ‘¿O la vida del niño concebido es suya, y por tanto es de justicia -que supone dar a cada quien lo suyo- respetársela y protegerla?’

La vida es de uno y de los demás, porque todo está interconectado, interrelacionado. Te olvidas, que todavía somos animales –tal vez, es nuestra fatalidad- y por tanto depredadores. Es decir, para vivir unos han de morir otros. Esto se ve claramente con la actual crisis económica, donde se han suicidado varias personas que las iban a desahuciar; los que han muerto y morirán por los recortes en servicios de salud, en prestaciones sociales, en cierre de hospitales y ambulatorios, en el encarecimiento a la hora de proveerse de medicamentos, etc.; los que tienen problemas de vivienda, para alimentarse adecuadamente, que se deprimen por todo ello, y son pasto de cualquier enfermedad que los pueden matar. ¿Qué hacemos con esos asesinatos tan normalizados, tan asumibles, tan cotidianos, dónde está esa pretendida sensibilidad, educación, el ser los mejores y los más adecuados para dirigir y decir lo que hay que hacer, dónde está el cristianismo de Jesucristo que es amor y sólo amor?



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