Cuando os estaba viendo, veía a
personas petulantes y vanidosas. Todos habíais triunfado. Pero es un triunfo
vulgar. Pues lo más vulgar en la vida es triunfar, ya que todos lo quieren. Y
en todo eso está el error, la mano del establishment, de la mundanalidad. Ese
programa que se precia de que es tan religioso, ayer fue el más pagano y
mundano. Porque, solamente decir que las obras de arte son las extravagantes,
escandalosas y ruidosas, llenas de vanidad; las que los poderosos quieren,
porque les conviene, que triunfen para que todo siga igual en su vida burguesa
e irreligiosa; demuestra lo banales y superficiales que sois.
Para un hombre religioso –no el
teatro de las religiones organizadas con su pompa y la superstición-, toda la
vida es arte. Porque el arte es estar unido a eso que estamos haciendo. ¿Por
qué no puede haber arte en una persona que ayuda a fabricar zapatos, en un
cocinero, un panadero, un albañil, un agricultor haciendo posible que se puedan
comer sus frutos y mieses? ¿Por qué no hay arte en lo que hace un maestro,
profesor, en una mujer de la limpieza, en un conductor de taxis o camiones, un
piloto de aviones? No veis el arte en todo lo que es la vida, porque habéis
entrado en la rueda de los negocios, porque os arrodilláis ante los editores,
los promotores, ante los propietarios y directores de las salas de
exposiciones. No es posible triunfar en este mundo corrupto e inmoral, si no
participamos en él: mentir, ser hipócrita, indolente e insensible al dolor de
los demás, a los que desplazamos porque los vemos como nuestros oponentes, un
obstáculo para nuestro triunfo.
Y siguiendo con la
superficialidad y la banalidad de los vanidosos, de los que se creen la élite,
los elegidos –que se aprovechan de la ignorancia de los demás-, ¿qué serían si
no hubiera sido por la ayuda del carnicero que sacrifica los animales para que
nos alimentemos, de los sastres y fabricantes de ropa, de los mecánicos,
pintores, carpinteros, de los médicos y enfermeras, las presentadoras de los
programas de televisión, etc.? Mientras esos triunfadores, pasaban horas y
horas enseñándose en la academia, en su estudio particular, etc., esos artistas
anónimos que nadie reconoce, estaban haciendo posible al artista vanidoso e
insensible a la verdadera realidad: que todos somos básicamente iguales en lo
psicológico. Pues todos sufrimos si nos desprecian, si nos infravaloran, si nos
tratan sin respeto alguno, con indiferencia, con brutalidad y con crueldad. ¿No
les parece? ¿Hacen todo eso ustedes en sus vidas, con los que les sirven, que
les tienen miedo porque se ha convertido en un tirano inabordable e
invulnerable?
Pero sin ser vulnerables, no tendremos amor. Y, si no
tienen amor –que es compasión- todo lo que hacen es basura, es lo viejo y
repetitivo que vuelve una y otra vez. Porque tienen miedo de perder el favor de
quienes les pagan, les sacan en la prensa y en televisión como hoy en ese
plató. ¿Creen que el director del programa –los que mandan del canal de
televisión-, si ustedes no fueran como animales domesticados, les hubieran
pagado para que hablaran ahí en el plató, para hacer de relleno? Pues todo está
pactado, todo está controlado, todo es como una mafia. ¿Puede haber ahí arte?
No seamos infantiles, banales, superficiales. Ustedes hacen el arte para poder
vivir como lo hacen, en seguridad, para
sentirse seguros.
Y la búsqueda de seguridad, que
no existe ni puede existir en absoluto, es lo que nos divide de lo que es, de
la realidad: la inseguridad. Así que, ¿puede alguien dividido crear algo
realmente nuevo, creativo, lleno de compasión por la vida, algo que realmente
beneficie a toda la humanidad? No lo puede. Pues, mientras haya división
interna, el conflicto también está ahí. Y el conflicto genera el desorden, la
confusión, la anarquía, el dolor y el sufrimiento. Así que, el arte es la unión
con todo lo que hacemos, sea lo que sea. Si no hay división hay una obra de
arte. Pero los que mandan en todos los ámbitos, los que tienen el poder,
quieren y necesitan la división, el conflicto, el enfrentamiento, la victoria y
la derrota, necesitan la confusión para poder seguir con sus mentiras –de ahí
el pan y circo romano aunque costara miles y miles de vidas por diversión y
placer, algo parecido con la tortura y asesinato violento de los toros-.
Y el artista es el que señala e
informa que sin libertad somos feos, inhumanos y crueles, despiadados y
tiranos. Por eso, los que tienen el sentido de la belleza no quieren triunfar,
pues saben que el precio del triunfo es perder la libertad. Y la libertad es la
pureza, la ausencia de corrupción.
Todo depende de la energía que
tengamos para responder al que nos lanza un reto, que nos menoscaba, nos infravalora,
nos dice tonterías. Si estuviéramos al punto de energía -ni sobrante ni que
falta- gozaríamos de lo que nos dicen y no responderíamos. Y si respondiéramos
lo haríamos de manera para explicar claramente que lo que dicen de nosotros, no
es lo que se dice, no es real. Y ahí se acabaría todo. Ahora bien, si estamos
rebosantes de energía como para hacer veinte
kilómetros caminando, entonces esa energía ha de salir de una manera o
de otra, generando las réplicas y contra réplicas que parecen no tener fin.
La realidad será una ilusión o
no, pero eso es lo que hay. Es como el ego, el 'yo', que es una ilusión, pero
está ahí. Y cuando existe algo, no se le puede despachar con palabras, sino que
se tiene que comprender y ver qué se puede hacer con eso, a pesar de que nos
guste o no.
Es verdad, Enghelbertb, que el
temperamento que uno tiene parece ser que está más allá de uno y de sus
posibilidades de cambiarlo o alterarlo. Pero volvamos, a la inteligencia que es
amor. Cuando uno tiene amor todo es un divertimento con cada cosa que hace, porque
no tenemos el deseo, que nos genera ansiedad, avaricia, codicia, vanidad, para
conseguir eso que queremos y que creemos que es lo correcto, lo mejor para toda
la humanidad.
Por eso, uno ha de intentar que los
deseos no nos lleven a esforzarnos de manera en que nos hagamos brutales y
crueles. Esa es toda la cuestión: para explicar a alguien y convencerlo, si es
que tiene miedo –para que lo entienda-, no hace falta una técnica
matemáticamente rígida y dogmática. Sólo hace falta cariño, afecto, que es
tener toda la compasión del mundo. Tú que tienes tan buenas relaciones con las
mujeres sabes de lo que estamos hablando.
¿Toda idea o teoría tienen alguna
realidad que nos diga que son ciertas y verdaderas? No la tienen. Porque
tropiezan con el infinito. Que hace que vivamos ágiles y libres de esas
creencias, ideas y teorías. Pues como todo es infinito, las posibilidades de que
algo que decimos –a pesar del valor que le demos, o por lo extraordinariamente
firmes que creamos en ello- puede ser negado como también afirmado de una
manera infinita. Por tanto, es absurdo especular en el infinito, es una pérdida
de tiempo. Porque, lo que sí sabemos es que si nos dividimos, si vivimos en
conflicto internamente, eso va a salir afuera. Y va a generar toda la locura
que existe en el mundo donde vivimos: que unos mueren de hambre y otros viven
en toda clase de abundancia, insensibles a esas personas desafortunadas. Insensibles
a que esa división es el origen que va a desencadenar toda la crueldad, la brutalidad,
la violencia, y las matanzas en masa de las guerras.
Por eso, es ahí donde hemos de
incidir, en poner toda nuestra energía, si es que somos afortunados y lo vemos,
de manera que hagamos de eso un hecho. Todo se reduce al ver claramente algo,
lo que es, la realidad. Pues en la visión clara y directa de lo que observamos
o hacemos, está la verdadera acción total, que va a generar orden. Que no es
tuyo ni mío ni de nadie, sino que es por la fuerza de los hechos.
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