lunes, 31 de diciembre de 2012

Colaboraciones diarias, 1-1-2013



Uno está solo, ¿no es verdad? Ni el amigo, la esposa, ni el especialista, el psiquiatra, la familia, ni el maestro ni el gurú, no nos pueden ayudar en este drama de la vida. Por tanto, es cada cual el que tiene que descubrir que esa soledad interna es como es el frío o el calor, como es este cuerpo que cada uno tenemos nos guste o no. Y desde esa aceptación, sin querer huir ni cambiar eso que somos, llega una aceptación que es amor por mí y por todos. Y entonces todas las preguntas y las respuestas no tienen ninguna importancia. Porque si llegan las preguntas, son como olas mentales de una marea y reflujo que salen y entran en un movimiento sin fin.

Felicidades, Lizbeth, y para todos los que participan en estos comentarios.



Todo en la vida es querer apartarse de la soledad, buscamos algo o alguien para no estar solo. Luego nos hacemos vanidosos y seguros. Pero como la seguridad no existe, nos aburrimos y queremos algo nuevo para ver si con eso nuevo logramos estar seguros. Es decir felices y a gusto. Pero cuando uno no huye de esa realidad de la inseguridad –porque ha visto su futilidad-, todo ese proceso de huida y deseo de consecución llega a su fin. Entonces, uno observa y se atiene a lo que es, a la realidad nos guste o no. Donde no hay ni conflictos, ni deseos de victorias, de vencer a otro para sentirnos seguros. Pues si no hay dese de vencer, no enemigo que batir. Gracias, Néstor, por tu aportación.



El pensamiento está condicionado para resolver problemas, para resistir. Pero, así los problemas no se resuelven, sino que se incrementan. Cuando vemos que toda resistencia nos agota por la fricción y el conflicto, es cuando aparece la integración, el fin de la división, y la relajación.



Ante un hecho tan grave, ¿se sabe si los que lo hicieron estaban drogados? Pues parece imposible que esa violación repetida por seis veces, y todo la crueldad, la brutalidad, puedan hacerla alguien que esté sobrio.



Gracias, Arturo, por tu interés.

Cuando hablamos de un árbol sin nombrarlo ni referirnos a la especie que pertenece, sin recordar nada ni mencionar si nos gusta, nos es indiferente o lo rechazamos, es en ese vacío que se produce la verdadera relación. Relación, en la que no hay distancia entre el que observa y el árbol.

Y eso que es tan extraordinario, también sucede con las personas, cuando no las vemos como mujer u hombre, como amarillo, negro o piel roja, blanco, como feo o guapo. Solamente los vemos como algo que está más allá de todos esos procesos mentales. Entonces, se produce la verdadera relación, a su máximo nivel posible, donde todos los seres humanos, y todo lo que existe, forman una unidad indivisible.

Y en esto es donde se siente el verdadero placer. Porque es efímero e irrepetible: nace y muere a cada instante, sin dejar ningún residuo para poder rumiarlo, rememorar, manosear, que es cuando provocamos otro placer que éste sí que genera dolor. Porque ese placer es forzado, obligado, es como un negocio para proporcionarnos placer: es como si después de comer nos obligáramos a volver a comer y comer por sentir más placer.



Por eso, Ajay, ¿para qué mirar hacia fuera para solucionar los problemas, que son los de cada uno de nosotros, los problemas de toda la humanidad ya sea la opulenta como la pobre y miserable? Nosotros hemos inventado una realidad que no es posible: sembramos división, que ha de generar crueldad, violencia, pero no queremos que eso sea cierto. Y por eso, cuando sucede algo horroroso y cruel nos asustamos, gritamos, nos manifestamos. Sin darnos cuenta que hasta que no dejemos de sembrar las situaciones de maltrato, de injusticia, de la absoluta indolencia ante los que oprimimos, todos esos actos violentos, con su tremenda desgracia no van a cesar.



Dejar de estar dividido es el mayor reto al que no nos queremos encarar. Porque dejar de estar dividido quiere decir compartir, ceder, renunciar, exponernos de manera que incluso se puede perder la vida. Y, eso es algo que parece imposible.

Por eso, hay que comprender la raíz del miedo. Y, para ello, hay que entender cómo funciona el pensamiento. Sólo comprendiendo el pensamiento, la mente tendrá paz, estará relajada ante cada evento que nos brinde la vida. Porque comprender el pensamiento, es comprender la manera como funcionamos las personas. Sabiendo que la codicia, la vanidad, la persecución del placer, altera a los demás tanto como nos altera también a nosotros.



Ese es el problema, que la raíz del miedo está en el dolor. Y como no queremos sentir dolor -encararlo completamente- huimos generando todo el desorden y conflicto en que vivimos. Y al huir y querer cambiar ese dolor, es por lo que suceden toda clase de atrocidades. Porque forzamos, vivimos con fricción la realidad, creando el conflicto, con todas las miserias que genera.



¿La totalidad puede ser si estamos divididos, si vivimos en conflicto? Parece ser que no. Porque la división y el conflicto, nos separa de lo que estamos observando, ya sea una persona, un animal, un árbol.

Así que, el problema está en ¿cómo iré más allá de esta de división que nos genera el conflicto? Cuando vemos que la división es un peligro en el que nos va la vida, un veneno, no lo toco, lo descarto, lo aparto de mí, ¿verdad? Y en ese descartar hay toda la energía, ya que en él está implícito el orden. Y el orden es atención total, es amor.



Cuando no existe el hacedor, es que el 'yo' no está operando. Entonces, se terminan los problemas. Ahora hace falta hacerlo realidad. Ese es el verdadero problema: pasar de las palabras a los hechos. Si no es así, el hacedor -la ilusión del 'yo'- seguirá operando.



Todos los días son iguales, salvo con más luz y calor o menos, todo lo demás son inventos de los aburridos hombres, prestos para jugar e inventar toda clase de historias para estar entretenidos y no mirar la realidad siempre cambiante de que la vida es destrucción, amor y construcción. Gracias, Juan Carlos.



Si todo eso que has publicado, Darlyng, si hiciera con amor, no habría ningún problema. Porque, tú con respecto como los que vivían hace doscientos años, vistes, haces cosas, te comportas de manera que para ellos serían un escándalo. Y sin embargo, todo eso se ha absorbido por las personas. Por eso, el problema no es ir en bikini o en top lees o desnudos, que se casen los hombres o las mujeres entre ellos, los abortos, vivir en la planta cincuenta de un edificio o comer la comida que hay a la venta que nada tiene que ver con la de antes. El problema está, en que tienes que estar rebosante de amor. Para aceptar y vivir con amor lo que tenemos. Y ese amor, que tú tengas te guiará al orden. Y ese orden te traerá más orden. Entonces, ¿dónde está el problema, si la realidad es como es sin poder cambiarla?

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