domingo, 25 de noviembre de 2012

Escritos y publicaciones, 25-11-2012



Lo curioso de todo esto que existe, del mundo -que decimos que es una ilusión-, cuando desaparezcamos y muramos, este mundo y sus maneras continuarán en su actividad sin fin. Somos átomos de una hoguera. Pero no podemos ver la hoguera ni todo lo que hay más allá de esta infinita hoguera: ¿cómo empezó, cómo se generó, qué sentido tiene toda esta vida que no podemos controlar ni manejar ni descubrir su principio ni su fin?
Somos como mosquitos en un lugar del que no sabemos nada.

Lo que es, es irreal. Porque genera dualidad: lo que no es. Y lo que no es, es también irreal, porque genera dualidad: la entidad que no podemos deshacernos de ella.

Antes, como ahora, un rito era un pasatiempo, un espectáculo que gusta a los que creen en ello. Tomar la hostia puede convertirse en una droga como otra, aunque no sean tan rápidos sus efectos. Todo se convierte en una reunión de amigos y colegas,  faltos de afecto y de seguridad. Y a partir de ahí puede ocurrir cualquier cosa.  La cuestión es: una persona sola es un peligro, con muchas puede acabar en catástrofe, ¿por qué no trabajarse internamente cada uno, viendo quiénes somos, cómo funcionamos, cómo procede y opera el pensamiento?

Tim, ¿tú serías capaz de dar tu vida por otra persona, morir por ella?

Si uno no puede cambiar, no hay ningún problema. Solamente tiene que vivir adecuadamente: sin división ni conflicto.

Sin amor las experiencias serían insoportables y enloquecedoras. Sólo el amor puede comprender y captar todo el significado de lo que nos sucede: sea desagradable o agradable, doloroso o sin dolor.

¿Podemos comprender lo que sucede? No podemos. Porque somos finitos viviendo en el infinito. Las palabras no sirven para explicarlo.

¿Tiene sentido vivir si no sabemos para qué es? Lo que sabemos es que si no hacemos las cosas adecuadamente, todo irá peor, será más feo.

Si hay confusión, no hay inteligencia. División-conflicto es confusión. Sin división los problemas desaparecen, la vida se torna feliz.

La inteligencia es la capacidad para hacer las cosas adecuadamente. Sin ella no hay orden. Ella llega con la atención profunda, sin el 'yo'.

¿Qué es el orden? Es lo que hace funcionar la vida: los planetas, el cuerpo, la mente, todo. Y todo es el más allá del más allá sin fin.

Uno tiene que vivir con su historia: su cuerpo, su capacidad, sin huir, sin querer cambiarlo. Así no hay división, sino inteligencia, orden.

La muerte es orden. Uno tiene que morir a cada instante para que llegue lo nuevo. De la muerte definitiva, la del cuerpo, no hay que hablar.

Si uno no puede contar todos los números infinitos, ¿par qué quiere contarlos? Los misterios, vida y muerte, son infinitos, indescifrables.

Si uno consigue restablecer la comodidad y el confort de la mente, ésta se aquieta. Hasta la próxima perturbación, donde se inicia todo el proceso. ¿Se puede salir de la dinámica de perturbación-confusión-desorden, y su solución? No se puede. Porque la vida es así: destrucción, amor y construcción.


El diablo y Dios, son el resultado de la dualidad, el conflicto, en que vivimos. ¿Por qué tiene que haber mal y bien, si sólo son una creencia? Y como toda creencia, tiene su creencia antagónica que las anula. Por tanto, el diablo y Dios, son lo mismo: un invento.


Si traemos nuestros negocios a este foro que está exclusivamente dedicado a la defensa de la vida salvaje. Entonces, es que no entendemos. O que seguimos siendo animales salvajes nada más.

No podemos comprender a Dios porque es un invento de los humanos. Y todo lo que tocamos, queremos y hacemos, es nuestro fruto que es el miedo, el deseo de deshacerse de él y del dolor que nos provoca. Nosotros no podemos resolver un problema que no conocemos ni existe. Por tanto, es el condicionamiento de lo conocido el que mediatiza toda nuestra acción. Y por eso, para que nuestra acción no nos cree angustia, hemos de encarar los retos desde lo desconocido: descartando la actividad del 'yo', encarando los retos con la actitud de no sé, del vacío.

“La turba de los semi-sabios y la vil muchedumbre de los ignorantes incrédulos piensa que se destruye la religión con la ciencia. Lo contrario es lo verdadero. La religión está en la esencia misma del alma humana y la verdadera ciencia bien lo ve. La ciencia no vuelca sino los ídolos ridículos y todavía se guarda bien de quebrarlos; los conserva para sus colecciones.”
Porque los científicos son humanos, tienen miedo, están inseguros, saben que no saben nada. Y quieren agarrarse a algo: la religión. Que no es ni más ni menos que un club, aunque sea de millones de amigos y conocidos. Aunque si es sabio, no destruirá nada. Sino que dejará que caiga, si tiene que caer. Porque sabe que la vida en si es un problema, por lo que no hay que añadir más problemas. Por eso, cada uno que haga lo que tenga que hacer.

Hay algo que la ciencia y los científicos -en su mayoría- no ven y no entienden: el inventar también es infinito. Por tanto, cuanto más se inventa en medicina, la naturaleza, la vida genera nuevas enfermedades. Es lo que decías antes, Drona: mientras hay un Dios, ha de haber un diablo y al revés. Por eso, esa carrera desenfrenada para derrotar a la naturaleza y la vida, es tan banal, superficial e infantil.

A lo que llamamos milagros es a lo que no comprendemos. Una vez en un pueblo donde nevaba todos los inviernos, estuvo unos cuantos años sin hacerlo. Por lo que, las autoridades encargaron una comisión para ver qué se podía hacer para que volviera a nevar. Uno se encargó de buscar a una persona que tenía un gran renombre como provocador de la nieve. Lo contrataron. Le preguntaron si necesitaba algo para su trabajo. Sólo necesito una casa a las afueras para vivir. Y al cabo de un tiempo empezó a nevar.
La pregunta es: ¿Provocaba esa persona que nevara o él venía con la nieve?

No solamente uno es como un mosquito, es que todos también lo somos. Por eso, la especulación es cosa de humanos: querer y no poder.

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