martes, 13 de noviembre de 2012

Escritos y publicaciones, 13-11-2012



Le damos mucha importancia a la palabra secta. Cuando todos somos sectarios. Ya que ser sectarios es estar dividido internamente y como consecuencia externamente. Por eso, está la sociedad donde vivimos completamente en desorden, confusa y enfrentada. Cada uno es una secta, que está contra la de otro. Y es ese paradigma de ver como enemigos a todos, que nos hace tan extraños al amor, a Jesús. Es curioso que nunca se mencione la palabra amor en ese programa -lo he visto muchas veces- y sin embargo pasan todo el rato por las ramas y las hojas sin llegar nunca a la raíz.
La raíz son nuestros problemas. Primer problema, la religión no es adorar a un Dios utópico -según lo presentan a causa de las creencias y la fe-, ni creer que la caridad –que es amor- no es lo más importante, ni pensar qué pasará después de la muerte. La religión es el intento de poner orden en la vida de los hombres y por tanto en la sociedad y el mundo. La religión no es adorar ni creer en santos –nadie puede ser santo- ni imágenes de madera o de piedra, ni en un Dios imaginario, pues todo eso es paganismo e idolatría, fantasías y delirios. Ni creer en el cielo o el paraíso, pues toda creencia nos narcotiza y enajena de la realidad. Y la realidad es la nada, el vacío –que nos hace realmente libres- de donde nace el amor.
Los que creen en la reencarnación, dicen: 'En la próxima vida me esmeraré más, haré las cosas mejor, seré mejor persona'. Y eso quiere decir que no lo entienden, porque si la reencarnación fuera un hecho -que no lo es- tendrían que afanarse en hacer las cosas adecuadamente para que en la próxima reencarnación estuvieran más avanzados y en mejor posición, etc. A ustedes les pasa algo parecido: dicen que todo lo hacen por Dios, se entregan a Él. Y sin embargo, tendrían que hacer las cosas de manera para halagar y satisfacer a ese Dios -que es todo amor, compasión y misericordia por todo lo que existe-. Es curioso que un país de los más católicos, España  –con los de América Latina-, todavía se torture y asesine violentamente a los toros, por placer y diversión festivalera. Cuando ese animal, es una esplendida criatura de Dios. ¿Qué les diría Dios si hablara con ustedes? Les diría crueles, salvajes, sádicos, paganos e irreligiosos, ¿no? Pues, nunca la Iglesia Católica, ha hecho una homilía para leerla en los púlpitos en que se diga que esa afición sádica y de enfermos espirituales, es un pecado mortal por torturar y asesinar violentamente a una criatura, un hermano nuestro, de nuestro Dios Padre Todo Poderoso.
Y entonces todos ustedes son miembros de una secta, disgregada de la religión auténtica, que no viven ni practican: la religión de la compasión, de la caridad y del amor por todo lo que existe.

“Si te encuentras a Jiddu Krishnamurti en el camino, mátalo”.
¿Por qué hay que matarlo? Déjalo estar y no le hagas ningún caso.

Gracias por las explicaciones, Joan Carles. Si me permites, te pregunto: Entonces, ¿con quién estás? Porque la potencia que tienes política no te dejará votar en, blanco, ¿verdad?

Este problema de los foros-grupos, siempre es el mismo: a alguien le molesta ni le interesa la línea ni el tratamiento que se le da a los temas, a un maestro, etc. ¿Por qué no descartarlo y salir de él? Si se quiere cambiar el grupo-foro, ¿creemos qué lo vamos a conseguir? Por lo que se desencadena una batalla, que puede acabar en una guerra. Tal cual como sucede en la relación con las personas: parientes, vecinos, compañeros de trabajo, cada uno es como es y tiene el derecho de seguir siéndolo. Los otros les podemos informar, pero hasta que va a generar un conflicto, enfrentamiento y guerra.

Lisa. Dejar de hablar es una opción. Pero hablar también es otra opción. Y en las dos posibilidades puede estar la inteligencia o la estupidez. Si uno mira un animal, un gato o un perro, cuando mueren ahí está la nada. Cuando vivimos también está la nada ahí. Pero podemos hablar de ella como lo hacemos ahora. ¿Dónde está el problema?

Pero, tú Daniel, no te evadas. Pues nadie se puede quedar fuera de este drama.

Este hombre estaba sin conflicto y fluía con la realidad del hecho que le tocaba vivir.

¿Tan estúpidos eran con tanta espiritualidad para no ver la estupidez que ellos realizaban cada día, de atar un gato durante el culto para que no los distrayera? Los relatos ñoños, son la misma estupidez que relatan. Podrían dejar fuera al gato. Y cuando murió no recoger a otro. O podían hacer todo lo contrario.

¿Tan difícil es ver qué nada de lo que existe, que es real como la naturaleza, lo biológico, se puede negar y descartar? Por tanto, uno tiene que saber cual su capacidad, su mesura, gestionarse eso que tiene y le toca vivir con ello.

Fernando. Entonces cuando, estamos completamente atentos, ¿qué pasa con el 'yo'? Ha desaparecido, ¿no? Luego, al cabo del tiempo vuelve ese 'yo'. Por lo que la pregunta es: ¿Puede desaparecer definitivamente para siempre el 'yo'?

Aunque tengamos todo lo necesario para sobrevivir, no quiere decir que vivamos ya en el paraíso. Pues sin una buena relación con los que vivimos y relacionamos, con los vecinos, los compañeros en el trabajo, con todo lo que nos rodea, nada tiene sentido.

¿Se puede compartir algo sin amor? No resultaría, no podría ser.

"Somos uno con la nada siempre". Pero gran parte de la vida estamos atrapados, por la ilusión, y vivimos fuera de la nada.

Ese es un gran dilema: ¿Se necesita un director para que funciona una orquesta filarmónica, un equipo de fútbol, un líder para montar una revolución?

Hay algo que sorprende en las personas: tanta hambre que ha habido, y hay todavía en India, y cómo gastan mantequilla para encender unas luces llenas de superstición. Cuando podrían usar esa mantequilla y dinero para alimentar y cuidar a los miserables hambrientos. E igualmente sucede en Occidente: hay hambrientos, sin casa, mientras otros tienen dos casas y derrochan en caprichos, destruyendo alimentos y ropa sin ningún pudor ni moralidad.

A los ricos y poderosos les molesta la libertad, porque pierden la posibilidad de seguir abusando de los que los ayudan a permanecer en la riqueza. Y lo mismo sucede en todos los otros ámbitos: cuando se habla de libertad, independencia, etc., sienten un estremecimiento e irritabilidad, algo que los enloquece ante la posibilidad de perder el monopolio de lo que creen que es solamente suyo. Aunque, como todo rico y poderoso, saben que todo puede salir al contrario de lo que desean y llegarles entonces la hecatombe para sus vidas.

Por tanto, no son de fiar. Como yo mismo tampoco soy de fiar. Porque, los acontecimientos pueden variar de manera que altera toda nuestra psicología, las prioridades. Y entonces, todo puede parecer contradictorio para los demás -que lo es-. Pero, la vida tiene sus necesidades. Por eso juzgar es tan relativo y peligroso, porque nosotros no tenemos las necesidades de ese que queremos juzgar. Y el que juzga, si es sincero, nunca sabe realmente si es justo o no. Por eso, lo único que necesitamos es mucho amor.

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