domingo, 11 de noviembre de 2012

Escritos y publicaciones, 12-11-2012



En el momento en que se habla tanto de Dios, es que no se comprende realmente. Los que creen y han inventado a un dios, lo han hecho a su imagen y semejanza, a su propia hechura.

He leído tu entrevista de hoy. Gracias por tus opiniones e informaciones.
Voy a hacerte una pregunta: ¿Si Gandhi, hubiera ganado unas elecciones, y hubiera sido presidente, qué hubiera hecho del ejército y la policía? ¿Te das cuenta de la pregunta lo transcendente qué es a la hora de hablar de la no-violencia de Gandhi?
Y esto nos lleva a otra pregunta definitiva: ¿Existe o puede existir la no-violencia? ¿O es un invento, una idea, algo irreal? Una idea no es un hecho. El hecho es lo que es, la realidad. Y como esa realidad no me gusta, invento otra realidad que sí que me gusta y satisface. Pero la realidad persiste ahí, está ahí, por lo que me divido de ella generando conflicto con lo que es. Por lo que, el conflicto nos ha de abocar a la violencia. Primero, nos dividimos internamente. Y al salir afuera, al exteriorizarse esa división genera el conflicto entre 'yo' y 'tú', el 'nosotros' y 'ellos'. ¿Y dónde está la raíz de la violencia sino en la división y el conflicto, ya sean individuales, familiares, nacionales, económicos, religiosos, políticos?

Dando un paso más, existe también violencia cuando nos alimentamos y sacrificamos animales, etc. También hay violencia cuando explotamos a los que nos sirven para poder sobrevivir, cuando somos indiferentes a su dolor y sufrimiento. Cuando competimos en los deportes, en las oposiciones para conseguir un buen empleo, cuando somos vanidosos y nos creemos lo más importante.

Yevakte. ¿Tú te crees qué alguien va inventar algo para perjudicarse? Por eso, todo lo que inventamos lo hacemos creyendo que nos va a beneficiar. Y por tanto, esos inventos no son de fiar. Porque el deseo de seguridad, que nos genera placer, es lo único que queremos realmente. El verdadero invento sería la objetividad absoluta ante los hechos, ante la justicia, la igualdad. Y todo eso nos llevaría al amor. Y si tenemos amor, ¿qué más podemos pedir y desear?

La emoción nos lleva a los sentimiento, al romanticismo. Una persona que es capaz de emocionarse y llorar ante una bandera, de ser una creyente fanática desbordada por los sentimientos en una idea religiosa o política, es peligrosa. Porque, está enajenada de la realidad, es como un ordenador, un robot.

El problema está en que el 'yo' lo podemos descartar en un momento dado, ante un reto intenso. Pero, este 'yo' vuelve caprichosa y recurrentemente porque al estar todas las mentes  unidas, unas a otras se transmiten los mismos pensamientos: deseo, miedo, felicidad, depresión, ansiedad, angustia, ganas de explotar ante alguien que nos hace la contra, ilusión y la alegría que proporciona. Y como la mente no puede desaparecer, ella  ha estar activa, parloteando –pues esa es su misión-. Por eso, uno sólo puede estar completamente atento a todo lo que ocurre, para descartar lo negativo, que es la acción del 'yo'.

Sé tu propio gurú y tú discípulo.

El ver algo claramente, con toda la energía, los nervios, con todo, genera una acción en la que no tomamos parte alguna con nada ni con  nadie. Y ahí está la peligrosidad. Por eso en las escuelas nos educan a que nos comprometamos con una idea o una persona. Lo que nos hace duales, divisivos, comparativos, llenos de avaricia y vanidad.

Si uno se salva, salva al mundo. Porque el que se salva no está dividido, sino completamente unido a todo lo que existe.

Si, Fernando, todo eso está muy claro, pues el pensador y el pensamiento son lo mismo. Pero, ¿por qué una y otra vez el pensador se divide del pensamiento? Es ahí cuando nos damos cuenta, que sí que podemos hacer algo para ir más allá de la división, que es inatención. Por eso, cuando me doy cuenta que estoy inatento, es cuando vuelvo a estar atento.

Hay una acción que no es acción. Que es cuando el 'yo' está ausente. Eso es todo, Greg.

Tienes razón, Narhan, pero un presidente de la nación que sea tiene esa tensión, esos peligros, esos que lo quieren destituir y destruir. Tú ves lo que sucede donde vives, pero básicamente es igual que lo que sucede donde vivo. Ellos, los presidentes, saben de ese juego. Y por eso, son capaces de solicitarlo, pedirlo y promoverlo. Pero, saben lo que tienen que hacer. Todos los presidentes de todo el mundo tienen comunicación directa entre ellos y se cuentan los problemas, como nosotros nos los contamos aquí. Y, creo que no hacen más porque no pueden. Pues están trabados por todo el entramado de la política nacional e internacional. Todos tenemos enemigos, visible e invisibles. Y todos hacemos lo que podemos para sobrellevarlo. Un presidente moderno, relativamente joven, que no sea un facha carca, ya vale la pena soportarlo. Eso sí, cuestionando todo lo que haga no adecuadamente.

'Cuando está ocurriendo la identificación con un pensamiento es imposible darse cuenta de ello'. Ahí no hay nadie que se dé cuenta, porque no está operando el 'yo'. Sigamos. Pero como eso no es para siempre, viene la no identificación -que es la inatención-. Y entonces ya está operando el que ve y averigua, la percepción y la sensibilidad que dice: estoy robando, estoy violando, si sigo así de enfrentado voy a matar al alguien, etc. Y esa percepción es la que hace la maravilla de la acción total. Un poco más: sin darse cuenta uno se pone ante un precipicio, pero cuando se da cuenta actúa. Tú dices: ¿Quién actúa?  Y eso qué importa. Lo importante es que se ha descartado un peligro. Eso es todo.

He usado tu palabra identificación -que se suele usar en su aspecto negativo de aferrarse- como la posibilidad de que en un momento dado nos unamos con un reto, algo que tenemos delante o dentro. Pero cuando vemos que esa identificación, va a hacer daño entonces es cuando llega su parte negativa si no la descartamos. Creo que es más clarificador decir: 'Uno está unido totalmente con lo que observa'. O, 'Uno está completamente atento con lo que tiene delante’.
No sé si has observado a un borracho o drogado: cuando están embriagados no hay 'yo', no hay manera de saber que uno está embriagado. Pero como la embriaguez ha de terminar, es cuando se da cuenta de esa situación. Y entonces, llega uno y les dice: 'Vamos a tomar unos tragos, o tomar una pastilla' Y dicen: 'No más. Porque me he pasado demasiado'. ¿Dónde encuentras tú el problema en esta situación de darse cuenta? Si la vida es descartar siempre de una manera o de otra. Tú puede que digas si no me identifico con el ego no hay problemas. Pero el hecho es que el ego, el 'yo', vuelve recurrentemente, aparece siempre.

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