Gracias, Pep. Ahí podemos ver lo
manipulable que puede ser todo. Y todo eso es con lo que se ve. Pues imaginemos
lo manipulable que puede ser lo que no se ve: lo que se cuenta, lo que se
describe escribiendo o hablando. Por eso, dicen: 'Yo no me fío ni de la camisa
que llevo'
La mayor frustración es cuando
uno sabe todas las respuestas, pero nadie le hace caso”
La mayor frustración es cuando
sabemos todas las respuestas y nos damos cuenta que no sirve para nada.
Cuánto dolor y sufrimiento en
cada piedra, en cada gran palacio. Cuánta esclavitud para conseguir ese placer
de vanidad exhibicionista de la riqueza, de engrandecer el ego, el 'yo'. Lo que
quiere decir: qué pobres e ignorantes eran. Y por eso, qué crueles y brutales.
El mismo hecho del reconocimiento
de que ha llegado a la realización, también es un impedimento. Porque ese
reconocimiento es de la mente que dice: 'yo' he llegado. Cuando en la
realización el 'yo' no opera.
La paz es ahora. Está al
principio. No al final de un proceso, una práctica o método, un plan político o
religioso.
Si esta vida es tan patética,
tendrás que hacer algo, ¿no? Porque decirlo y hablarlo tiene muy poco valor.
Eres valiente y fuerte, pues
enfrentarse a todo un Vaticano y sus cardenales, las miles de personas que habían
allí. ¿Eras consciente de todo eso y lo que podría haber venido: detenerte,
denunciarte, etc.?
Ayer os vi en el programa.
Gracias. Y hay algo que se os olvidó, o no quisisteis decir. Toda la culpa era
de los musulmanes, según vosotros. Pero,
un neocon –conservador de la hornada de los Bush- con un alto cargo en un
organismo internacional, dijo cuando empezó la invasión de Afganistán: ‘Vamos
hacer que todos sean cristianos. Pero no sabemos cómo lo haremos’ Los musulmanes se enteran de esta actitud. Y
de muchísimas más, que los humillan y que demuestran que de verdad los quieren eliminar, tal como son en
su manera de vivir. Y, entonces ellos, pues hacen lo mismo.
¿Puede alguien que no tenga un
contencioso conmigo, querer destruirme, hacerme algún daño? Se habló de
patéticos, de banalidades, pero creo que ustedes en el momento en que no
reconocen sus precariedades, como hombres que son, también se convierten en
patéticos. Y, ¿así puede haber paz,
puede haber amor –que es compasión por todo lo que existe-?
Lo técnico, lo intelectual, tiene
su lugar y su sentido, pero llegado un momento, todo eso es un obstáculo para
que haya entendimiento, empatía, afecto y cariño, entre las personas. Nos hemos
acostumbrado a la paz de las bombas, de la violencia y la guerra. Y como
nosotros nos creemos superiores a ellos, los que les guiamos y dirigimos hacia
el bien y el orden, y hacemos la guerra con sus masacres, con sus bombardeos
encima de ciudades que lo arrasan todo, etc. Ellos como buenos alumnos, repiten
lo que hacen sus maestros, que los quieren dirigir. Y eso si que es una
banalidad, creer que un ser humano va a aceptar y tragarse eso de: ‘Yo sí que
puedo, pero tú no puedes y no te dejaré’ Por lo que demuestra que todos somos estúpidos
e ignorantes. O más directamente: los mismos egoístas, mundanos, hipócritas.
¿Cuándo decimos que algo de lo
que se piensa o se hace es una quimera, nos damos cuenta que eso mismo se puede
aplicar a nosotros? Si lo que yo hago no te gusta y dices que eso es una
quimera mía. Yo te puedo decir, que tú también eres toda una quimera. Y ese es
el problema. Y es un grave problema, porque decir: ‘Yo sí que puedo hacer lo
que quiero y necesito, pero tú no lo puedes y no te dejaré’ Eso, tiene mucho de
una declaración de guerra. O lo que es lo mismo, tiene mucho de insensibilidad,
de falta de inteligencia, tanto que parece como si fuera que el que lo dice es
un subdesarrollado mentalmente.
Cuando uno se quiere imponer a
otro, por lo que sea, y de la manera que sea, ¿cómo lo calificamos? Los
periodistas, y tú que estás en la dirección de un periódico, tienen una gran
responsabilidad pues están informando e instruyendo a las personas superficiales
y banales que no se enteran de nada –porque son fanáticos, etc.-. Y cuando
decís mentiras y falsedades, habéis de saber que estáis asesinando a personas,
pues no solo matan las balas. Tus mentiras, al igual que las de tu periódico,
generan un clima de odio, porque
vuestros lectores son los que más odian. Y eso es bueno para vuestro negocio,
pues ese diario nació odiando y no ha parado de odiar, pues vuestros lectores
son como vosotros. Cada vendedor tiene que halagar a su clientela, de lo
contrario no irían a vosotros. Por lo que vivís atrapados en vuestra propia
trampa.
Así que tus quimeras son como las
mías y como las de los demás. Si no te gustan, a mí tampoco me gustan las
tuyas. ¿Ves el dilema que generas con vuestra prepotencia, como si fueras un
mandamás ido a más? ¿Tú amas a tus quimeras verdad, porque si no, no las
tendrías? Pues a los otros les pasa lo mismo: aman a sus quimeras, que son
exactamente igual que las tuyas. Son como las banderas, todas tienen un dibujo
diferente, pero todas son un trozo de tela pintada, todas son iguales, tiene el
mismo significado: una atracción que emociona a los que creen en ellas. Así que,
¿qué es lo que queda? Queda el respeto. Y vive y deja vivir. Si te metes con
los que hacen lo mismo que tú, te odiaran más y al final no podrás salir de
casa. Porque te dirán que eras un dictador, que lo quiere todo para él,
prohibiendo a los demás lo que necesitan que es lo mismo que necesitas tú. ¿Tan
difícil es eso de ver?
Si no decimos nada ante alguien
que te hace una maldad, pueden suceder dos cosas: o que se olvide de ti, o que
se acostumbre a quitarse su agresividad haciéndote maldades. Creo que no hay manera
de dar una solución, sin vivir esa experiencia personalmente. Por lo que todo
lo que digamos son palabras nada más. Lo que sí que hay que hacer, es vivir sin
ser inmorales ni corruptos. Lo que venga después es un misterio. Porque, no
somos una pared pintada de blanco.
Jiddu Krishnamurti, nos
despierta. Pero el camino lo tenemos que hacer solos. Pues, él no sirve para
nada ante un reto cualquiera que nos llega.
¿Qué haremos, pues eso no se
puede cambiar? Hemos de cambiar nosotros. La sociedad no va a cambiar. Pues
siempre ha sido igual: cada vez más destructiva, acelerándose más con sus
máquinas que inventa. Creyendo que nos van a traer la felicidad.
La religión, para que sea verdadera,
uno se tiene que comprender a sí mismo. Porque si nos comprendemos,
comprendemos a toda la humanidad.
Pero, si te haces adicto a esa
amarga medicina, te enredas con ellos. A los que consideramos enemigos, hemos
de dejarlos, descartarlos.
Cuidado, que en ningún lugar se
atan a los perros con longanizas.
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