lunes, 1 de octubre de 2012

Escritos y publicaciones, 2-10-2012



Gracias, Pep. Ahí podemos ver lo manipulable que puede ser todo. Y todo eso es con lo que se ve. Pues imaginemos lo manipulable que puede ser lo que no se ve: lo que se cuenta, lo que se describe escribiendo o hablando. Por eso, dicen: 'Yo no me fío ni de la camisa que llevo'

La mayor frustración es cuando uno sabe todas las respuestas, pero nadie le hace caso”
La mayor frustración es cuando sabemos todas las respuestas y nos damos cuenta que no sirve para nada.

Cuánto dolor y sufrimiento en cada piedra, en cada gran palacio. Cuánta esclavitud para conseguir ese placer de vanidad exhibicionista de la riqueza, de engrandecer el ego, el 'yo'. Lo que quiere decir: qué pobres e ignorantes eran. Y por eso, qué crueles y brutales.

El mismo hecho del reconocimiento de que ha llegado a la realización, también es un impedimento. Porque ese reconocimiento es de la mente que dice: 'yo' he llegado. Cuando en la realización el 'yo' no opera.

La paz es ahora. Está al principio. No al final de un proceso, una práctica o método, un plan político o religioso.

Si esta vida es tan patética, tendrás que hacer algo, ¿no? Porque decirlo y hablarlo tiene muy poco valor.

Eres valiente y fuerte, pues enfrentarse a todo un Vaticano y sus cardenales, las miles de personas que habían allí. ¿Eras consciente de todo eso y lo que podría haber venido: detenerte, denunciarte, etc.?

Ayer os vi en el programa. Gracias. Y hay algo que se os olvidó, o no quisisteis decir. Toda la culpa era de los musulmanes, según vosotros.  Pero, un neocon –conservador de la hornada de los Bush- con un alto cargo en un organismo internacional, dijo cuando empezó la invasión de Afganistán: ‘Vamos hacer que todos sean cristianos. Pero no sabemos cómo lo haremos’  Los musulmanes se enteran de esta actitud. Y de muchísimas más, que los humillan y que demuestran que de  verdad los quieren eliminar, tal como son en su manera de vivir. Y, entonces ellos, pues hacen lo mismo.
¿Puede alguien que no tenga un contencioso conmigo, querer destruirme, hacerme algún daño? Se habló de patéticos, de banalidades, pero creo que ustedes en el momento en que no reconocen sus precariedades, como hombres que son, también se convierten en patéticos.  Y, ¿así puede haber paz, puede haber amor –que es compasión por todo lo que existe-?
Lo técnico, lo intelectual, tiene su lugar y su sentido, pero llegado un momento, todo eso es un obstáculo para que haya entendimiento, empatía, afecto y cariño, entre las personas. Nos hemos acostumbrado a la paz de las bombas, de la violencia y la guerra. Y como nosotros nos creemos superiores a ellos, los que les guiamos y dirigimos hacia el bien y el orden, y hacemos la guerra con sus masacres, con sus bombardeos encima de ciudades que lo arrasan todo, etc. Ellos como buenos alumnos, repiten lo que hacen sus maestros, que los quieren dirigir. Y eso si que es una banalidad, creer que un ser humano va a aceptar y tragarse eso de: ‘Yo sí que puedo, pero tú no puedes y no te dejaré’ Por lo que demuestra que todos somos estúpidos e ignorantes. O más directamente: los mismos egoístas, mundanos, hipócritas.

¿Cuándo decimos que algo de lo que se piensa o se hace es una quimera, nos damos cuenta que eso mismo se puede aplicar a nosotros? Si lo que yo hago no te gusta y dices que eso es una quimera mía. Yo te puedo decir, que tú también eres toda una quimera. Y ese es el problema. Y es un grave problema, porque decir: ‘Yo sí que puedo hacer lo que quiero y necesito, pero tú no lo puedes y no te dejaré’ Eso, tiene mucho de una declaración de guerra. O lo que es lo mismo, tiene mucho de insensibilidad, de falta de inteligencia, tanto que parece como si fuera que el que lo dice es un subdesarrollado mentalmente.
Cuando uno se quiere imponer a otro, por lo que sea, y de la manera que sea, ¿cómo lo calificamos? Los periodistas, y tú que estás en la dirección de un periódico, tienen una gran responsabilidad pues están informando e instruyendo a las personas superficiales y banales que no se enteran de nada –porque son fanáticos, etc.-. Y cuando decís mentiras y falsedades, habéis de saber que estáis asesinando a personas, pues no solo matan las balas. Tus mentiras, al igual que las de tu periódico, generan  un clima de odio, porque vuestros lectores son los que más odian. Y eso es bueno para vuestro negocio, pues ese diario nació odiando y no ha parado de odiar, pues vuestros lectores son como vosotros. Cada vendedor tiene que halagar a su clientela, de lo contrario no irían a vosotros. Por lo que vivís atrapados en vuestra propia trampa.
Así que tus quimeras son como las mías y como las de los demás. Si no te gustan, a mí tampoco me gustan las tuyas. ¿Ves el dilema que generas con vuestra prepotencia, como si fueras un mandamás ido a más? ¿Tú amas a tus quimeras verdad, porque si no, no las tendrías? Pues a los otros les pasa lo mismo: aman a sus quimeras, que son exactamente igual que las tuyas. Son como las banderas, todas tienen un dibujo diferente, pero todas son un trozo de tela pintada, todas son iguales, tiene el mismo significado: una atracción que emociona a los que creen en ellas. Así que, ¿qué es lo que queda? Queda el respeto. Y vive y deja vivir. Si te metes con los que hacen lo mismo que tú, te odiaran más y al final no podrás salir de casa. Porque te dirán que eras un dictador, que lo quiere todo para él, prohibiendo a los demás lo que necesitan que es lo mismo que necesitas tú. ¿Tan difícil es eso de ver?

Si no decimos nada ante alguien que te hace una maldad, pueden suceder dos cosas: o que se olvide de ti, o que se acostumbre a quitarse su agresividad haciéndote maldades. Creo que no hay manera de dar una solución, sin vivir esa experiencia personalmente. Por lo que todo lo que digamos son palabras nada más. Lo que sí que hay que hacer, es vivir sin ser inmorales ni corruptos. Lo que venga después es un misterio. Porque, no somos una pared pintada de blanco.

Jiddu Krishnamurti, nos despierta. Pero el camino lo tenemos que hacer solos. Pues, él no sirve para nada ante un reto cualquiera que nos llega.

¿Qué haremos, pues eso no se puede cambiar? Hemos de cambiar nosotros. La sociedad no va a cambiar. Pues siempre ha sido igual: cada vez más destructiva, acelerándose más con sus máquinas que inventa. Creyendo que nos van a traer la felicidad.

La religión, para que sea verdadera, uno se tiene que comprender a sí mismo. Porque si nos comprendemos, comprendemos a toda la humanidad.

Pero, si te haces adicto a esa amarga medicina, te enredas con ellos. A los que consideramos enemigos, hemos de dejarlos, descartarlos.

Cuidado, que en ningún lugar se atan a los perros con longanizas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario