domingo, 23 de septiembre de 2012

Escritosw y publicaciones 23-9-2012



El problema no es la necesidad. El problema es cuando esa necesidad sobrepasa el ámbito de la subsistencia. Necesitamos comida, ropa, albergue. Pero después de esas necesidades ineludibles, llegan los deseos de placer con su más y más que no tienen fin.
¿Una mente religiosa, austera, con compasión y amor, puede dejarse llevar por la persecución del placer y todas las miserias que genera? El placer es el 'yo' en acción. Cuando decimos 'yo' quiero, ya estamos deseando algo que nos causa placer. ¿Podemos vivir sin ese 'yo', tan requeridor y miedoso? No podemos, porque el 'yo' siempre está ahí. Sólo su comprensión es lo que nos hace que podamos ir más allá de ese 'yo'.

Tus amigos de la India, son como mis parientes, vecinos, amigos que no les interesa la manera de investigar profunda, porque son superficiales. En occidente, el mundo cristiano, al ser Jiddu Krishnamurti hindú aún se añade otro impedimento. Pero, la mejor carta de presentación son nuestros hechos, nuestra manera de vivir.

Dices: 'Pongámonos las pilas sin esperar a los políticos y saldremos de esta crisis. Y antes de lo que esperan.' Pero, ¿hacia dónde nos lleva la solución de esta crisis, a lo que había antes, que es lo que hay ahora pero de una manera más suave? Es decir, cuando no había la crisis como está ahora, la corrupción, la inmoralidad, que es la pobreza mientras haya riqueza, ya estaba ahí. ¿O, es qué una vez nosotros estamos arreglados, nos olvidamos de los que no lo están y nos dedicamos a derrochar, a la persecución del placer?. Esta crisis de ahora, ha llegado por una manera inadecuada de vivir. Muchas personas tienen dos viviendas -una para el invierno y otra para los meses de verano-, tienen de todo, derrochan sin ningún escrúpulo, mientras la mayoría vive en los problemas que genera la precariedad y la pobreza. Y esa solución, no lo es en absoluto, es un rascar en la superficie de los problemas.

Eso mismo sucede en la vida real de cada uno: vencer, derrotar, ganar, para que anule y destruya el propósito de la relación -que es la vida-. Lo que quiere decir que le damos más importancia al ego, al 'yo', que a la relación y a la propia vida.

Cuando un vaso de agua se echa al mar. Esa agua del vaso se convierte en el mar. ¿Qué sucede entonces cuándo uno entra dentro del dolor? Compruébalo y lo sabrás.

Ver todo el entramado de causa y efecto, pero no agarrarse a ello. Sino verlo como cuando vemos los coches con sus diferencias pasar por una autopista, todos diferentes pero con un mismo motor, que es la vida.

El mundo exterior, la sociedad, está sustentado por la insensibilidad, por la corrupción e inmoralidad. Lo que nos hace indiferentes al dolor de los demás.

Las personas creen que es más importante divertirse y entretenerse, que el dolor y las atrocidades que ocurren en todos sitios. Quieren pan y circo: espectáculo y exhibicionismo. Y vanidad.

Al pobre y al hambriento, no les importa quién le da y cómo se le da. Si estuviera fuerte, con energía, no consentiría la humillación de quienes le dan y cómo lo hacen.

“¿Por qué la felicidad dura poco? ¿Y los momentos felices se empañan rápido de melancolía?”
La felicidad desaparece cuando queremos retenerla, es como querer retener y dominar un río. La felicidad, para que sea, no ha de haber contraste con lo que creemos que es la felicidad. Pues la felicidad es aceptar la realidad, nos guste o no, sin huir ni pretender cambiarla.

Lo descrito y narrado no es lo real. Pues las palabras no pueden llegar donde está la realidad, la verdad.

Las órdenes y las leyes, son la excusa de los que usan la violencia por encargo. Pero si no quisieran hacer daño, ni ser violentos de verdad, seguro que no lo harían. No hay salida: o uno obedece y acata las órdenes, o dice que no quiere hacer daño violentamente.

La venganza no es la solución. La solución es estar limpio internamente.

Dios dice: La venganza es mía.

Dicen que ojos que no ven corazón que no llora. Pero eso es una superficialidad. Dices, Vanesa, que si estás estresada, el problema llega cuando te lo dicen, no por estar estresada. Pero el hecho, para bien o para mal, es que nos lo dicen. Y entonces, nos pueden hacer un favor o no. La información es algo misterioso; si tú ves que tu vecino va muy deprisa con el coche, ¿qué harás?
La mente es ingobernable, como la vida, y uno puede huir o no de la realidad, del dolor, de su existencia que le toca vivir. Pero eso aumenta los problemas, porque cuando uno huye genera desorden. Estamos hablando psicológicamente. Cuando uno no huye, hay una gran carga de energía que se transforma en atención profunda. Y la atención es mor. Y en el amor no hay ningún problema.
El apego primero es miedo. Y luego se convierte en ignorancia porque al no darse cuenta de lo que está sucediendo con su apego, se le está complicando su vida más todavía. Esto es lo mismo de antes. Si no eres consciente, como no lo es el pobre aldeano de lo que sucede en el mundo moderno, las grandes ciudades, no habrá ningún problema. Pero, el problema llega cuando se entera, se le informa. Entonces se da cuenta que su aldea es poco para lo que hay ahí a fuera y llega la división de querer o no querer. Podemos decir eso también de alguien que hace algo peligroso y no se da cuenta, tomar drogas, sexo hiperactivo, robar, etc., ¿les decimos dónde están o no les decimos nada? ¿Te das cuenta que estamos hablando de la vida? Y la vida hay que vivirla, cada uno como quiera y como pueda.

¿No quieres trabajar, Chaand? El dolor desafortunadamente nos llega. Pero queremos que se vaya. Pero él no se va. Y entonces empezamos con el conflicto. El dolor siempre es ganador, por tanto me alío con él. Ese es todo el misterio. Al no dividirme del dolor, se genera la unión -no división-. Y si no hay división, hay amor. Y el amor es inteligencia y es sabiduría.

Entonces si todo es delirante, una farsa, ¿para qué escribís y publicáis? Entonces, ¿qué habría que hacer para que no fuera un delirio, una farsa? Todo es una farsa y no lo es. Por tanto, el que se salga de ahí, es realmente cuando es un farsante. Porque el que dice que sabe es que no sabe. Yo no sé si mi vida es una farsa o no, por tanto vivo y descubro.

Federico. La vida es así y no lo es. Porque lo nuevo, que es amor, no sabemos lo que es, sino no sería lo nuevo.  Para no aferrarnos, no hemos de saber nada. Es decir, no hemos de darle la oportunidad de que el 'yo' pueda operar. Y eso sólo es posible cuando encaramos los retos y la vida, negativamente, que es donde el 'yo' no puede ser.

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