¿Pero se trata de matar?
¿Entonces queremos seguir matándonos? ¿Es qué nos hemos vuelto locos por el odio que tenemos y querer vengarnos?
La venganza es la guerra a otro nivel. ¿Nos daremos cuenta al fin qué nuestra
vida es una guerra continuada? Eso está muy claro, porque si no ¿para qué
gastaríamos tantos millones en entrenar a los jóvenes para ser los más
eficientes a la hora de matar y destruir a otro ser humano como ellos? La
guerra no sirve para la vida de compasión y amor. Y, ¿vuestra religión
cristiana-católica del señor Jesús, todo perdón, amor y gloria?
Parece que no sepamos de
historia. ¿Cuántos militares de todos los bandos asesinan a decenas, centenas,
etc., y siguen viviendo y mueren en la cama? ¿Es qué no nos damos cuenta que la
vida es una guerra total, siempre queriendo destruirnos? Y por eso, cuando
llega la paz, todo se perdona.
El problema es que todos somos
pendejos. Sería demasiado atrevido -ignorante- creer que yo soy especialmente
bueno.
Pero aún no nos hemos dado cuenta
que un montón de palabras, escritas o no, no puede llegar a la verdad, la
realidad, lo que es. Una persona tenía un elefante y reunió a los ciegos del
lugar. Y les preguntó si podrían describir qué era un elefante. Cada ciego lo
tocó y cada cual dijo que el elefante era la parte del cuerpo que tocaba. Para
uno era la trompa, para otro la pata, otro dijo que el colmillo. ¿Verdad que
esto que he descrito es banal e infantil? Pues lo mismo sucede cuando nos
empeñamos en querer decir que algo es así, de una manera determinada, y no se
puede cuestionar.
El ego es la identificación en
una idea o teoría, como una país, una religión, en un grupo político, una raza,
etc. Y eso en lo que me identifico, me divide de lo que otro también se
identifica entrando en colisión y generando conflicto. Por eso, este es el
trabajo para que llegue la inteligencia: comprenderlo para poder ir más allá
del ego, del ‘yo’.
Solamente hay que añadir y
advertir que no hay vacuna para estar libre de alguna psicopatía. Si las cosas
se complican, llega el desorden y la confusión, nos volvemos psicópatas.
Creer que la violencia y la
guerra no van a traer malas consecuencias, es tan infantil que parece absurdo.
Pero no lo es, porque el sistema en que vivimos es el de la división y el
conflicto, que genera la violencia y la guerra. El problema está en verlo y
comprenderlo. No es fácil porque en ello está implicado el ego, el ‘yo’, el
egoísmo.
El problema está en quedarnos en
algo que creemos que está mal. Es decir seguir en lo que ha sido, el pasado. Si
no se mira el pasado, todo es el ahora.
Creer que el dinero lo hace todo,
es el egoísmo en acción, es la patología del miedo.
“La autorrealización consiste en
descubrir que no hay ningún ‘yo’ por descubrir”
Creo que eso no es posible,
porque el 'yo' no es mi 'yo', sino el 'yo' global. Es como pretender poner
límites y fronteras al universo infinito. Aunque uno crea que está libre de ese
‘yo’, siempre estará ahí porque los otros lo siguen teniendo.
Todos somos almas gemelas, es
decir iguales. Porque lo que nos distingue es la suciedad que llevamos encima.
Es como la ropa, toda es la misma ropa, pero una está limpia, menos limpia o
sucia.
¿Qué crees que sufren las
personas cuando hay un estallido de violencia, con todas sus dramáticas
consecuencias, sino un trauma mental, un shock? Las enfermedades mentales todas
tienen la misma raíz un daño a la mente.
Una mujer payesa, que vivía en
una isla, pastora de ovejas y cabras, contó que había estado ingresada en un
psiquiátrico unos dos años. La causa, según ella, fue que un hermano con el que
vivía trajo un televisor a casa, cuando aún había pocos, y ella cuando vio en
un película que asesinaban a una persona la conmocionó tanto que la hizo
enfermar mentalmente.
Lo que existe es la percepción
para poder darse cuenta de lo dañino, negativo, para poder descartarlo e ir más
allá.
Es porque ya tenemos la idea de
lo que es estar bien, que cuando la realidad no concuerda con nuestra idea es
cuando se produce el malestar, el dolor.
El anonimato llega con la
ausencia del 'yo'.
Nos gusta jugar con las palabras.
Por eso, todo es cuestión de lo que tengamos dentro, porque eso nos hará
interpretar las palabras, lo que se dice.
Si decimos que las palabras no
sirven, como si decimos que son precisas, eso tiene muy poco significado.
Porque es agarrarse a una idea, una teoría. La palabras tienen su momento y su
lugar apropiado cuando son adecuadas y aclaratorias.
Pero, ¿por qué quieres tú misma
ponerlo en palabras, como lo hizo Jiddu Krishnamurti a Bohm? Todo lo que sea
decir: un sí o un no incuestionable, eso no es lo verdadero. Porque lo
verdadero lo abarca todo: lo que creemos y lo que no podemos captar, por ser lo
nuevo.
Lo nuevo siempre es comprensible
para mí. Todo lo que te explico me parece nuevo y yo lo comprendo. Pero, ahí
está la cuestión, para otro, para ti, puede que no sea comprendido. Por tanto,
¿para qué insistir en una posición?
He leído tu entrevista de ayer. Gracias.
La evocación de algo que ha
sucedido, lo que sea, bueno o malo, no es adecuado porque en esa evocación uno
se divide del presente, del ahora. Lo que es negativo es reprimir los pensamientos,
la mente. Pero, rememorar, seguir con el mismo problema que ya pasó, es algo
que nos produce placer al sentir autocompasión. Y el placer nos proporciona
dolor, porque nos divide del presente.
Lo adecuado es comprender lo que
ha pasado, hasta la misma raíz, y acabar con ello definitivamente. El
romanticismo, la emoción, la autocompasión, nos hace revivir una y otra vez lo
que ya no existe, el pasado.
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