Pero, cuando decimos que nadie
existe, como que si que existe, ya nos estamos entrampando con las afirmaciones
rotundas. Porque como tú has dicho la palabra no puede llegar a la verdad. Por
eso, no se pueden cerrar las posibilidades de que algo sea o no en todas
direcciones.
Elena. Solamente hemos de señalar
lo negativo porque es a lo que hay que estar atento. Porque, descartando lo
negativo lo que quede, lo que llegue será lo positivo. No sabemos lo que es lo
positivo, porque si lo nombráramos se convertiría en negativo, ya que iríamos
tras ello. Y así proseguiríamos en el ámbito del deseo, del esfuerzo, del
conflicto, todo ello negativo.
T. Segarra, J. Carlos, y todas
las personas, somos la conciencia donde está todo el contenido de nuestro
pasado. Es decir, somos el 'yo', con sus experiencias, el condicionamiento, de
un millón de años.
Para salir de este
condicionamiento, que es el 'yo', uno tiene que verlo, comprenderlo y
descartarlo.
¿Puede el establisment,
reconocer, adular, divulgar y defender, un verdadero revolucionario
-psicológico-? No lo puede hacer, porque si lo hiciera acabaría con ese
establishment. Ese es todo el por qué siempre salen y son reconocidos los
mismos.
Mientras uno no vea que el 'yo',
es un peligro como estar frente a un abismo, un acantilado, donde la muerte
está ahí, no habrá la suficiente necesidad ni la energía para apartarse y
desacartarlo. Y ese ‘yo’ es el responsable, el que genera toda la desdicha y la
agonía del conflicto, con sus enfrentamientos, con su insensibilidad ante los
que mueren de hambre, con su brutalidad, la violencia y la guerra.
Si se hacen bien las cosas cuando
actuamos local o globalmente, lo uno afecto a lo otro. Por tanto es
indistintamente adecuada la manera desde donde actuemos.
La acción local sería lo micro. Y
la acción global, lo macro.
El amor, ni nadie ni nada nos lo
puede dar. Es descartando lo que no es amor, que él llega. ¿La crueldad es
amor, maltratar a alguien, forzarlo brutalmente, es la vanidad y la avaricia?
Todo método o práctica, es como
el pez que se muerde la cola.
Me temo que desear mayores
dimensiones de la conciencia, es justo lo contrario para que llegue la
conciencia. Pues todo deseo genera división y conflicto con lo que es, la realidad.
El devenir, como continuidad de
lo conocido, es lo que nos tiene clavados en el suelo sin podernos mover.
Porque todo lo que deseemos va a ser nuestra hechura: división y conflicto, que
es lo viejo y repetitivo.
El crecimiento en el ámbito
material y físico, tiene sentido. Pero en el ámbito psicológico, es un
obstáculo e impedimento.
¿Cómo decimos que queremos la paz y la no violencia, si
siempre estamos en guerra? Sembrándola con nuestra manera de vivir de privilegios,
riquezas. Ya veremos que cuando a los que les hacemos la guerra ahora, ya no la
podamos hacer, encontraremos a otros para seguir haciéndola. Y es por eso, que
estamos tan identificados con los policías, los militares, los hombres armados.
Si quisiéramos la paz de verdad, el fin de la guerra, viviríamos de manera para
que se hiciera realidad. Pero, nos es tan difícil de desprendernos de todo lo
que estamos atrapados –nacionalismo, vanidad, codicia, avaricia, odio al que
consideramos nuestro enemigo-, que las palabras no tienen ningún valor porque
nunca se convierten en hechos. Y el hecho es que si queremos la paz y el fin de
la violencia, de verdad, eso tiene que hacerse realidad.
El 'mi' es la expresión preferida
por nosotros. Todo lo mío es lo correcto y lo adecuado. Pero cuando nos damos
cuenta que el 'mi', es lo mismo que el 'tú', entonces ahí se acaba todo. Entonces,
uno se da cuenta de la energía negativa que tienen tanto el 'mi', como el 'tú'.
Si uno ha descartado el 'yo' está
más allá de él, vive normalmente: si tiene que viajar, viaja; si tiene que
trabajar, lo hace: si tiene que vivir casado, vive. La dicha está en que si el
'yo' no opera, no hay el conflicto ni contradicción entre opuestos.
Lo primero que hay que hacer es
darse cuenta de qué es, de quién es. Y ver que se puede hacer con ello.
Allison, no se puede cambiar nada
de lo que somos. Uno solamente va más allá de eso que somos. Y si vamos más
allá, ya veremos lo que sucede. Aunque siempre hay que ir más allá. Porque si
no el 'yo' atrapa ese más allá donde hemos llegado y estamos.
El amor es comprender la
avaricia, el odio, la vanidad, etc., pero él va más allá de eso. Y es cuando es
trasformado verdaderamente en amor. Por eso, la percepción es amor. Porque sin
tener la sensibilidad para percibir lo que no es amor, éste no puede ser.
El punto está en no ver a unos mejor
que otros. Porque no nos olvidemos que el observador es lo observado: yo soy
tú, y tú eres yo. Así que todos pecamos de lo mismo. La diferencia está en los
que abusan robando, siendo corruptos e inmorales a costa de los hambrientos,
los pobres y miserables. Ahí es donde está la diferencia: el más cruel y
despiadado ese es el que tiene la responsabilidad de dejar de serlo. Sino
quiere, está sembrando la destrucción para él y para todos los demás.
Siento decir, que el alma, el
espíritu, etc., es el invento del pensamiento, del 'yo'. Sólo existe la
percepción del ahora, de lo que estás leyendo, de lo que está pasando y
sucediendo. Todo lo demás son palabras, huidas de la realidad.
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