Pero el problema es que esas
personas, que tú dices que tienen conciencia, van hacer lo mismo que hacen los
que ahora quieren derrotar: tendrán un ejército y policías, con su violencia,
serán corruptos e inmorales. Y todo lo demás. Lo digo, para que lo sepas, para
que luego no tengas ninguna sorpresa. Pues esa dinámica es la que siempre hemos
estado haciendo: los gobiernos se suceden, sean quienes sean –religiosos,
políticos, dictatoriales, democracias, monarquías o repúblicas-, pero la misma
manera divisiva, de corrupción e inmoralidad persiste.
La pregunta es: ¿El cambio
mediante la violencia, la anarquía, el desorden y la destrucción, es realmente
un cambio, tiene algún significado verdadero o es una continuidad de lo de
siempre? Tú puedes decir: ¿Y qué quieres que hagan, qué quieres que hagamos?
Cada uno que haga lo que tenga que hacer.
Pero, tiene que saber qué es lo que está haciendo.
Porque el problema, si se termina
la violencia y la guerra, de los que entren nuevos es que tienen que seguir
respondiendo a sus preguntas de si es lícito o no vivir con la violencia del
ejército y la corrupción e inmoralidad de las nuevas autoridades. De las viejas
ya sabemos como son: brutales, crueles, violentos, corruptas e inmorales. Por tanto, todo parece un juego de niños,
aunque sea todo tan dramático, horroroso, espeluznante. Espero, Lina, que te
ayude a ver realmente lo que está sucediendo, si es que puedes ir más allá de
tus sentimientos y emociones.
La repetición es porque realmente
no vemos que es un peligro. Cada vez que estamos divididos, todos los males
llegan a nosotros. Y la repetición es uno de ellos.
He leído tu escrito, ‘¡AQUEL ¨MILAGRO
DE LOS PECECITOS¨!’ Todo un cuento, supersticioso. Cosa de ignorantes y fanáticos
católicos. Lo curioso es que todos los santos y las madres de dios, sean todos de
aquella época tan negra, fanática y bruja. También es curioso que los
católicos quemaban vivas a las brujas y brujos. Pero, resulta que nadie les
ganaba a ellos a brujería, superstición y fanatismo. Gracias.
El peligro está en que no ven que
el dinero para poder hacer la revolución, las armas, los coches nuevos, etc.,
proceden de países que son dictaduras llenas de usura, racistas y fanáticos.
Uno de ellos, no deja conducir coches a las mujeres, arma y apoya a los terroristas.
Ya lo hizo en Libia. Porque ese país tiene miedo que los que son llamados de
izquierda puedan intentar derrocar esa monarquía corrupta e inmoral. Y como
también ha sucedido en Libia, puede que los terroristas se instalen en el poder
dispuestos a imponer la sharia. ¿Tú, Lina, crees que los revolucionarios son
conscientes, están enterados, del terreno que están pisando?
Ya hacía tiempo que no leía ese
diario. Ahora lo compro cada día desde hace unas semanas. Y lo que más me llama
la atención, es ver la propaganda que hacéis a la tortura y asesinato violento
de los toros, por placer y diversión festivalera. ¿Por qué lo hacéis, porque
también sois torturadores e insensibles, crueles y despiadados, o lo hacéis por
dinero? Sea lo que sea, eso quiere decir lo chabacano y subdesarrollado
mentalmente que es ese diario
Con respecto a la noticia de la
última matanza de civiles, les pregunto: ¿Se creen que pueden ser los más
guerreros del mundo y luego eso no tener consecuencias? Pues, si que las tiene.
Y ahí están los resultados: las matanzas repetidas contra personas indiscriminadamente.
Ves, Lina, ya estás transmitiendo
que los revolucionarios violentos y sanguinarios, son como si fueran ángeles
incapaces de hacer daño. Por lo menos habrá que aceptar que son violentos, ¿no?
Porque si no, parecerá como si estuviéramos todos retrasados mentales. Y ese es
el problema de toda revolución violenta: que es violenta con todas sus
consecuencias de dolor y amargura, de espanto y crueldad sin fin. Los otros,
los que están en el poder, son igual de crueles
y sanguinarios.
No me enviéis más publicidad por
favor. Pues su servicio de respuesta es desagradable y cruel. ¿Por qué no ponen
una dirección de correo electrónico? Tan fácil y rápido que es.
Veremos si eso nos toca pasarlo
en propia carne, en persona. Hiroshima y Nagasaki, y otros, ya lo han pasado.
Gracias, Max.
Pretender hablar de dios es
complicarse las cosas. Pues para hablar de algo hay que saber lo que es. Y
nadie sabe lo que es dios. Todo es un delirio y alucinación cuando pretendemos
hablar con él, saber quién es, quién no es, si existe o no existe.
Es una huida, el mayor
entretenimiento para no ver el presente, la realidad. Por eso, sólo los tontos son los que hablan de dios.
Y el problema final, definitivo,
es que uno lo vea, lo comprenda y vaya más allá de ello. Gracias, Luli.
Y, ¿todo eso por qué sucede? ¿No
será porque vivimos en una ilusión, en una fantasía infantil? La realidad hay
que mirarla tal cual es. Y ella nos cuenta su secreto. Pero si uno huye, no la
puede conocer. Y para conocer a alguien o a algo, uno tiene que estar muy
cerca, participar de eso que quiere comprender.
Y, eso, ¿qué tiene de
extraordinario? A no ser que seamos unos enfermos ninfómanos.
Sabemos muy poco: si golpeo a
alguien y soy violento con él, sé que le va a producir dolor y sufrimiento. Todo
lo demás por muy elaboradas que sean las palabras, no sabemos realmente nada.
Pero, nos gusta tratar con no-hechos. Porque nos da un escape, una ilusión.
Pero, es sólo a los hechos a los que no tenemos que atener. Gracias, Paty, por tu trabajo y sensibilidad.
He leído la reseña que te han
hecho, en el Magazine, del domingo. Donde hablas un poco a tu manera. Gracias.
Cuando dices: 'Todos deberíamos
llevar el apellido de la madre'. No te das cuenta que esto es igual como si
llevaras el de tu padre? Porque tú, lo dices como una sentencia, una
imposición. Y da igual, que sea el padre como la madre el que imponga algo.
Toda imposición siempre genera un agravio, una desconfianza, miedo y odio. Por
lo tanto, ¿por qué cada uno no puede hacer lo que quiera? Si quiere el apellido
de su madre, muy bien. Si quiere el de su padre también muy bien. Y sin ningún
problema.
Entiendo lo que quieren decir.
Pero voy a intentar explicarlo. Todos los seres humanos somos básicamente iguales
psicológicamente. Y visto más profundamente, como si la tierra fuera un
hormiguero, todos somos iguales. ¿De acuerdo? Por tanto, todas las personas en
las mismas circunstancias haríamos lo mismo. Algunos tenemos la suerte que
nuestras circunstancias no son de la índole para llevarnos a un abismo, pero
otros sí que sufren esas circunstancias.
Pero donde se ve todo esto más claramente
es en las guerras. Antes de la guerra, todos parecen educados pacíficos,
incapaces de ser violentos, los abogados, los jueces, los ingenieros, todos
parecen muy civilizados, al igual que el electricista, el carpintero, el
albañil, etc., todos son amables y serviciales pacíficos. Pero, cuando la
guerra estalla, todos se convierten en asesinos. ¿Cómo puede ser ese cambio tan
rápidamente? Es por las circunstancias y los retos que nos llegan.
Hay algo que es muy clarificador
para los casos en que uno se ve diferente de los otros psicológicamente. Y es
que el observador es lo mismo que lo observado. O sea, tú Juan Carlos, que me observas a mí
eres lo mismo que yo. Y lo mismo sucede con todos los demás. No sé si han
experimentado alguna vez que al mirar un árbol, sin nada que se interponga
entre ustedes y el árbol, se produce eso del observador es lo observado. Es
decir, que no hay división alguna entre ustedes y el árbol. Pues, lo mismo sucede
con las personas, los animales, etc.
Pero, como las personas hemos
inventado la división, es cuando creemos que nosotros somos más o somos menos que
los otros.
¿Por qué le damos tanta
importancia al ganar o al perder? Eso es cosa de la división, de la vanidad, de
la persecución del placer. Es como el que es bajo o alto, negro o rubio, ¿qué
importa todo eso cuando tenemos amor? La vida hay que vivirla viendo todo el juego
que es. Pero uno tiene que ir más allá de ese juego de la dualidad, de los
opuestos, que generan conflicto.
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