Para Oriol Freixenet, redactor de
TV3.
He escuchado y visto la noticia, que has
redactado de la guerra. Y llama la atención con la facilidad que hablas de los
buenos y los malos. Cuando los que tú dices buenos son terroristas asesinos. Y,
los otros, los contrarios, también son lo mismo. ¿Por qué no nos damos cuenta
de que si hacemos esta división, estamos echando gasolina al fuego de la
violencia y la guerra? Es decir, estamos haciendo las cosas de manera que
generamos más guerra, además de nosotros hacernos guerreros beligerantes al
apoyar a uno de los dos bandos enfrentados con una lucha a vida o muerte. Y
todo este comportamiento huele a tolerancia, a partidismo, a agravio e
injusticia. Por lo que todo es una superficialidad infantil y banal, que
tratándose de la guerra demuestra una indolencia e insensibilidad en todos los
ámbitos.
Esa imagen que tenemos de los
santos, de Cristo, Buda, etc., ¿es real o es algo que hemos inventado y nos lo
creemos? Por eso, el problema no es lo que hubieran hecho ellos, en tal o cual
situación, o en nuestra situación. El problema, Angeles, es nuestro problema
que tenemos ahora. Y solamente nosotros, cada cual, ha de resolver su problema.
Reconocer lo que somos, sea
agradable o feo, es invitar a la posibilidad de ir más allá de eso. Nos creemos
que somos excelentemente buenos, pero la avaricia, la codicia, el odio, siguen
dentro de nosotros. Lo que quiere decir, que somos violentos y todo lo demás.
Lo realmente importante son los
hechos y no los pensamientos, las palabras. Los pensamientos y las palabras,
son fugaces. Y los hechos, son transcendentes,
transformadores, explosivos.
Todo lo que digamos, mientras uno
libremente no lo haya comprendido, no tendrá ningún sentido. Y si uno
comprende, lo que encuentra es que la división y la fragmentación interna, es
el obstáculo e impedimento para poder ver.
Vivir y morir es lo mismo. El que
no muere no vive, está clavado en el suelo de la ignorancia.
Todo lo que se dice, y está
escrito, es lo que siempre está ahí para que lo vean los que lo tengan que ver.
Sin necesidad de oír ni leer.
He leído tu entrevista. Gracias.
Cuando encaramos la vida y sus hechos de una
manera divisiva, es cuando llegan los problemas. Porque, la vida toda ella es
una unidad, no hay nada que no esté relacionado con algo o alguien y por tanto
unido. Tú, un profesor, te crees muy diferente a mí, pero no lo somos. Más bien,
somos psicológicamente iguales en lo esencial: queremos salud, queremos que nos
respeten, queremos un albergue para dormir y descansar, también necesitamos
comida y ropa. ¿Dónde está la diferencia entre dos seres humanos? Solamente
está dentro de nosotros, cuando decimos que esa persona es culpable ella sola
de tal hecho, ya sea bueno o atroz. Y por tanto, empezamos a decir si somos
socialista o capitalista, si es comunista o neonazi, judío o germánico, etc.
Cuando alguien hace algo, tú
mismo hurgas en el pasado, en la historia, lo que encuentras no es solamente
tuyo, fruto de tu esfuerzo. Porque hay muchas personas que te han ayudado sin
que tú te des cuenta: el carnicero que te prepara la carne, el zapatero que
fabrica los zapatos, el peluquero que te corta los cabellos, el sastre o los
fabricantes de ropa, etc. Es decir, que
sin esas personas tu vida se colapsaría y no podrías ser quien eres y hacer lo
que haces. ¿Comprendes? Lo mismo sucede en todos los ámbitos, ya sea de las
ciencias, de la política, en el funcionamiento de un hospital o un cuartel.
Toldo está interrelacionado con todo, todo está unido.
Es nuestra fobia, celos, envida, la sed de
venganza, lo que busca y encuentra a un único culpable. ¿Por qué no vemos el
peligro de vivir divididos y fragmentados, siempre en conflicto? Al ser
historiador tienes una gran responsabilidad, porque de lo que tú digas e
informes, la mayoría se lo van a creer: si dices que alguien es el culpable
único, el más asesino y sanguinario, te estás complicando la vida. Y por
eso te quejas, de que los seguidores
devotos de ese que estás acusando, te persigan y quieran hacerte daño.
Hay algo que sorprende cuando uno
ve la estupidez y la ignorancia, cuando ve que la mayoría somos convencionales
y superficiales, sin cuestionar, sino aceptar y obedecer lo que se dice o han
dicho tal autoridad, un especialista, en una materia determinada. ¿Por qué no
sabemos ver de manera que en ese ver exista el inquirir, el cuestionar, el
rechazar lo falso? Porque si descartamos lo falso, lo que quede será lo
verdadero, ¿no?
Ahora bien, ¿dónde está lo falso,
lo que nos hace brutales y crueles, dispuestos al enfrentamiento, a la
contienda? Lo falso es lo que nos divide: el nacionalismo, las razas, todo el
condicionamiento que hemos heredado de nuestros antepasados, las religiones y
la política. Y mientras no comprendamos que todo esto es la causa de la
división, todo seguirá igual: las guerras y la paz –que no es paz en absoluto,
sino un descanso entre batallas y guerras-, seguiremos siendo estúpidos
dividiéndonos entre el bueno, el menos bueno y el malo. Sin darnos cuenta que
todos somos malos y buenos, porque la víctima se convierte en verdugo en un
instante y al revés en un juego infinito.
Eso mismo nos puede suceder
también a las personas. Porque la vida es incertidumbre, es como es. Y no hay
nadie en el que se pueda confiar totalmente. Para comprobarlo, solamente hemos
de ver cómo somos y cómo actuamos con los demás. Pues, los demás cambian, como
cambiamos nosotros en las necesidades, las preferencias, los deseos
apremiantes.
La unión llega cuando
comprendemos que la división es un veneno, un abismo donde está la muerte.
Cuando se ve como cuando uno está hambriento porque pasan las horas y no come,
es cuando en esa intensidad y atención total, la unión llega.
El ego, es la causa y el origen
de todo el desorden y confusión que hay en nuestras vidas, las de cada uno.
Mientras el 'yo' esté operando, el desastre de la confusión y el desorden
seguirán en nosotros.
Tal vez, si pudiéramos ver lo que
sucede a las hormigas cuando ellas nos miran he intentan comprendernos y
comprender al universo, comprenderíamos quiénes somos nosotros y de qué somos
capaces de hacer.
Lo que dijo Buda, y otros como
él, es el sentido común en sus últimas consecuencias. Todo lo que han dicho y
dicen los que pueden ver, es poner en palabras actuales las verdades eternas
que por eso siempre están ahí. Y, sólo falta que alguien tenga la capacidad de
darse cuenta de ellas -percibirlas, verlas y comprenderlas-, para informarlas y
transmitirlas.
¿Por qué todo lo miramos
divisivamente, creyendo que somos diferentes? Creerse único, diferente de los
demás, es ignorancia, es división y genera el conflicto entre el 'tu' y el
'yo'. Todos somos iguales, sentimos lo mismo, la diferencia está en que cada cual
lo experimenta y vive a un nivel y profundidad.
Creemos que somos sabios, que
tenemos un tesoro, pero mientras sigamos siendo codiciosos, llenos de avaricia,
de vanidad, no seremos libres. Y si no hay libertad, que es amor, todo lo que
digamos v hagamos no tiene sentido. Libertad quiere decir morir a todo lo que
me han dicho, a todo lo que he leído, a todo mi condicionamiento como
cristiano, musulmán, budista, comunista o capitalista, liberal o socialdemócrata,
creyente o que no cree en nada. Todo lo demás es un cuento como siempre, que
contamos creyéndonos que estamos en la verdad.
La pobreza interna, todos
nuestros problemas, es la división que todos tenemos. Mientras haya división
interna, habrá conflicto cuando salga al exterior y se manifieste en cada acto
de la vida cotidiana. Así que, mientras haya división ¿puede haber amor? No lo
aceptes ni lo niegues, míralo detenidamente, investígalo, descubre la verdad o
no que hay en ello. Pues, para que llegue el amor, es preciso que haya libertad
total y absoluta para poder ver y mirar en todas direcciones. Para así, poder
ver dónde está lo falso y descartarlo radicalmente.
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