jueves, 30 de agosto de 2012

Escritos y publicaciones 31-8-12



Para Oriol Freixenet, redactor de TV3.
He escuchado y visto la noticia, que has redactado de la guerra. Y llama la atención con la facilidad que hablas de los buenos y los malos. Cuando los que tú dices buenos son terroristas asesinos. Y, los otros, los contrarios, también son lo mismo. ¿Por qué no nos damos cuenta de que si hacemos esta división, estamos echando gasolina al fuego de la violencia y la guerra? Es decir, estamos haciendo las cosas de manera que generamos más guerra, además de nosotros hacernos guerreros beligerantes al apoyar a uno de los dos bandos enfrentados con una lucha a vida o muerte. Y todo este comportamiento huele a tolerancia, a partidismo, a agravio e injusticia. Por lo que todo es una superficialidad infantil y banal, que tratándose de la guerra demuestra una indolencia e insensibilidad en todos los ámbitos.

Esa imagen que tenemos de los santos, de Cristo, Buda, etc., ¿es real o es algo que hemos inventado y nos lo creemos? Por eso, el problema no es lo que hubieran hecho ellos, en tal o cual situación, o en nuestra situación. El problema, Angeles, es nuestro problema que tenemos ahora. Y solamente nosotros, cada cual, ha de resolver su problema.

Reconocer lo que somos, sea agradable o feo, es invitar a la posibilidad de ir más allá de eso. Nos creemos que somos excelentemente buenos, pero la avaricia, la codicia, el odio, siguen dentro de nosotros. Lo que quiere decir, que somos violentos y todo lo demás.

Lo realmente importante son los hechos y no los pensamientos, las palabras. Los pensamientos y las palabras, son fugaces. Y los hechos, son transcendentes,  transformadores, explosivos.

Todo lo que digamos, mientras uno libremente no lo haya comprendido, no tendrá ningún sentido. Y si uno comprende, lo que encuentra es que la división y la fragmentación interna, es el obstáculo e impedimento para poder ver.

Vivir y morir es lo mismo. El que no muere no vive, está clavado en el suelo de la ignorancia.

Todo lo que se dice, y está escrito, es lo que siempre está ahí para que lo vean los que lo tengan que ver. Sin necesidad de oír ni leer.

He leído tu entrevista. Gracias.
Cuando encaramos la vida y sus hechos de una manera divisiva, es cuando llegan los problemas. Porque, la vida toda ella es una unidad, no hay nada que no esté relacionado con algo o alguien y por tanto unido. Tú, un profesor, te crees muy diferente a mí, pero no lo somos. Más bien, somos psicológicamente iguales en lo esencial: queremos salud, queremos que nos respeten, queremos un albergue para dormir y descansar, también necesitamos comida y ropa. ¿Dónde está la diferencia entre dos seres humanos? Solamente está dentro de nosotros, cuando decimos que esa persona es culpable ella sola de tal hecho, ya sea bueno o atroz. Y por tanto, empezamos a decir si somos socialista o capitalista, si es comunista o neonazi, judío o germánico, etc.
Cuando alguien hace algo, tú mismo hurgas en el pasado, en la historia, lo que encuentras no es solamente tuyo, fruto de tu esfuerzo. Porque hay muchas personas que te han ayudado sin que tú te des cuenta: el carnicero que te prepara la carne, el zapatero que fabrica los zapatos, el peluquero que te corta los cabellos, el sastre o los fabricantes de ropa, etc.  Es decir, que sin esas personas tu vida se colapsaría y no podrías ser quien eres y hacer lo que haces. ¿Comprendes? Lo mismo sucede en todos los ámbitos, ya sea de las ciencias, de la política, en el funcionamiento de un hospital o un cuartel. Toldo está interrelacionado con todo, todo está unido.
Es nuestra fobia, celos, envida, la sed de venganza, lo que busca y encuentra a un único culpable. ¿Por qué no vemos el peligro de vivir divididos y fragmentados, siempre en conflicto? Al ser historiador tienes una gran responsabilidad, porque de lo que tú digas e informes, la mayoría se lo van a creer: si dices que alguien es el culpable único, el más asesino y sanguinario, te estás complicando la vida. Y por eso  te quejas, de que los seguidores devotos de ese que estás acusando, te persigan y quieran hacerte daño.
Hay algo que sorprende cuando uno ve la estupidez y la ignorancia, cuando ve que la mayoría somos convencionales y superficiales, sin cuestionar, sino aceptar y obedecer lo que se dice o han dicho tal autoridad, un especialista, en una materia determinada. ¿Por qué no sabemos ver de manera que en ese ver exista el inquirir, el cuestionar, el rechazar lo falso? Porque si descartamos lo falso, lo que quede será lo verdadero, ¿no?
Ahora bien, ¿dónde está lo falso, lo que nos hace brutales y crueles, dispuestos al enfrentamiento, a la contienda? Lo falso es lo que nos divide: el nacionalismo, las razas, todo el condicionamiento que hemos heredado de nuestros antepasados, las religiones y la política. Y mientras no comprendamos que todo esto es la causa de la división, todo seguirá igual: las guerras y la paz –que no es paz en absoluto, sino un descanso entre batallas y guerras-, seguiremos siendo estúpidos dividiéndonos entre el bueno, el menos bueno y el malo. Sin darnos cuenta que todos somos malos y buenos, porque la víctima se convierte en verdugo en un instante y al revés en un juego infinito.

Eso mismo nos puede suceder también a las personas. Porque la vida es incertidumbre, es como es. Y no hay nadie en el que se pueda confiar totalmente. Para comprobarlo, solamente hemos de ver cómo somos y cómo actuamos con los demás. Pues, los demás cambian, como cambiamos nosotros en las necesidades, las preferencias, los deseos apremiantes.

La unión llega cuando comprendemos que la división es un veneno, un abismo donde está la muerte. Cuando se ve como cuando uno está hambriento porque pasan las horas y no come, es cuando en esa intensidad y atención total, la unión llega.

El ego, es la causa y el origen de todo el desorden y confusión que hay en nuestras vidas, las de cada uno. Mientras el 'yo' esté operando, el desastre de la confusión y el desorden seguirán en nosotros.

Tal vez, si pudiéramos ver lo que sucede a las hormigas cuando ellas nos miran he intentan comprendernos y comprender al universo, comprenderíamos quiénes somos nosotros y de qué somos capaces de hacer.

Lo que dijo Buda, y otros como él, es el sentido común en sus últimas consecuencias. Todo lo que han dicho y dicen los que pueden ver, es poner en palabras actuales las verdades eternas que por eso siempre están ahí. Y, sólo falta que alguien tenga la capacidad de darse cuenta de ellas -percibirlas, verlas y comprenderlas-, para informarlas y transmitirlas.

¿Por qué todo lo miramos divisivamente, creyendo que somos diferentes? Creerse único, diferente de los demás, es ignorancia, es división y genera el conflicto entre el 'tu' y el 'yo'. Todos somos iguales, sentimos lo mismo, la diferencia está en que cada cual lo experimenta y vive a un nivel y profundidad.

Creemos que somos sabios, que tenemos un tesoro, pero mientras sigamos siendo codiciosos, llenos de avaricia, de vanidad, no seremos libres. Y si no hay libertad, que es amor, todo lo que digamos v hagamos no tiene sentido. Libertad quiere decir morir a todo lo que me han dicho, a todo lo que he leído, a todo mi condicionamiento como cristiano, musulmán, budista, comunista o capitalista, liberal o socialdemócrata, creyente o que no cree en nada. Todo lo demás es un cuento como siempre, que contamos creyéndonos que estamos en la verdad.

La pobreza interna, todos nuestros problemas, es la división que todos tenemos. Mientras haya división interna, habrá conflicto cuando salga al exterior y se manifieste en cada acto de la vida cotidiana. Así que, mientras haya división ¿puede haber amor? No lo aceptes ni lo niegues, míralo detenidamente, investígalo, descubre la verdad o no que hay en ello. Pues, para que llegue el amor, es preciso que haya libertad total y absoluta para poder ver y mirar en todas direcciones. Para así, poder ver dónde está lo falso y descartarlo radicalmente.

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