viernes, 31 de agosto de 2012

Escritos y publicaciones 1-9-2012



Satinder, no crees que vivir peligrosamente es ir contra la vida, un acto de desamor. Una cosa es ver todo lo negativo en el ámbito psicológico y otra es la realidad que incluye al cuerpo, su cuidado y conservación.

Sé lo que quieres decir, Kenneth. Pero, todo lo que nos pase de extraordinario o no, si vivimos divididos y en conflicto interno de nada sirve. Y para comprobarlo uno tiene que salir del interior y comprobarlo con la relación con las personas. Pues sin una buena relación, nada tiene ni sentido ni valor verdadero alguno.

Ya te estás preparando para la guerra, que aunque tú creas que es santa es guerra. Y si hay guerra, ¿dónde está el amor, la compasión, que es no hacer daño a las personas ni a todo lo que tiene vida?

El 'yo' todo lo que haga nos conduce al desorden. Y, el 'yo' es el que ha inventado todas las ideas y teorías,  ya sean religiosas o de otra índole. Para que llegue el orden, que es amor, uno tiene que comprender el 'yo', ver cómo funciona e ir más allá de él. Y entonces, todo lo que uno haga será el orden, el amor.

Todo el problema está en agarrarse al pasado -lo que fui-, o al futuro -lo que seré-. Cuando eso es una ilusión, pues tanto el pasado como el futuro, ni tampoco el presente, son nada: una sucesión continuada de situaciones que se suceden en el infinito.

He leído en la prensa de hoy sobre los acontecimientos contra las personas que defienden los toros para que no los torturen y maltraten. ¿Qué sois salvajes? ¿Qué sois subdesarrollados mentalmente cuando todavía os divertís torturando a un animal, un toro? ¿Preferís gastaros el dinero con la tortura antes que favorecer los servicios asistenciales de las personas? ¿Qué todavía no hay suficiente crisis económica? Pidiendo dinero porque falta y vosotros gastando en diversiones sádicas y macabras. Toda una pena y una desgracia. Pero, vosotros a seguir con tal de que os voten y estar en el poder mandando.

En el ver algo claramente está la solución a todos los problemas. El que no ve está en la confusión y el desorden.

La relación es un espejo. Pero para que ese espejo no mienta uno tiene que abrirse a todos y a todo: lo que nos gusta y lo que no nos gusta. La mente puede inventar, ver y oír, arreglarlo todo de manera para no tener problemas. Aunque esto es la manera estúpida como vivimos. Sin una buena relación con todos y con todo, estamos perdidos.

Aunque hagamos todo lo necesario para que el cuerpo esté sano y funcione debidamente, eso no es lo definitivo. La comprensión de la división interna, que genera el conflicto, es lo que se necesita para ser libre. Y, esa libertad es amor.

Cualquier cosa que uno haga si lo hace con devoción, amor, la meditación está ahí.

El ego quiere lo imposible y como no puede ser lo que quiere, no para en su acción inventando y explicando sus falsedades y mentiras.


Todo lo que hacemos está mediatizado por la división. La división ha cogido rango de realidad, por lo que parece que lo sea. En los deportes nos enfrentamos  y para conseguir un empleo. En cada cosa que hacemos íntimamente o no, la división está presente. Y por eso la mayoría cree que la división existe entre nosotros y los animales, entre el frío y el calor, entre la noche y el día, entre lo interno y lo externo.
También creemos que hay división entre la materia y el espíritu, el 'yo' y el 'yo' más grande o dios. Pero, todo esto si fuera un cuento sería distraído y ya está, pero resulta que es la realidad. Y por eso se traduce en la manera de vivir, de relacionarnos, con sus divisiones nacionales, entre la mujer y el hombre, entre el hambriento y el pobre, entre el pobre y el de clase media, entre el rico y el de clase media. O sea, que en todo estamos divididos. Y el mundo, que hemos construido está todo él fragmentado y en conflicto: la tremenda brutalidad y crueldad, la insensibilidad, hace que la avaricia y la codicia sea algo cotidiano, por lo que hace que la violencia y la guerra sean siempre entre nosotros.
¿Cómo me desharé de esa violencia, que me quita la belleza y la dicha? No nos la podemos quitar, pues hemos de vivir con ella, pues ella está en todas las mentes, por lo que nos la transmitimos unos a otros. ¿Qué haré para que la violencia no sea el tormento y el dolor? Cuando tiene el dolor encima y mira por todos lados la manera de deshacerse de él, se da cuenta que tampoco puede deshacerse. Cuando nos damos cuenta que no hay salida, entonces siento realmente quién es uno en realidad. Y de esa visión completa de lo que soy, veo mi impotencia por no poder hacer nada. Entonces ya no huyo ni me divido de ese dolor que me causa la misma división, me quedo con ella. Y si no me divido de la división, ésta desaparece y con ella todos los problemas de la vida.

"La iluminación es la intimidad con todas las cosas."
Y más. Porque también puede ser la no intimidad. ¿Qué es la intimidad? ¿La relación estrecha y el roce, lo de uno solo? Pero para que sea la iluminación tiene que abarcar lo íntimo y lo distante, lo agradable y lo que nos es desagradable, sin dividirnos ni huir sino vivir con ello. Y si no hay división, la iluminación ya llegó.

Eso es el egoísmo, que es ignorancia. Aunque, ¿quién sabe realmente cuándo los acontecimientos son  cosa del destino o hemos sido nosotros los que los hemos labrado y provocado?

Es la  comprensión de lo que sucede -el miedo, el dolor, el deseo- y no la huida lo que nos hace libres de eso que nos sucede.

Cuando uno ve está más allá de Jiddu Krishnamurti, del que ve -el 'yo'-. Solamente hay percepción directa.

Si dices que es imposible ser descondicionado, ya te has bloqueado. Investígalo bien y verás como es posible. Y también verás la parte que no es posible.

Somos diferentes en la manera de hablar, en las costumbres folclóricas, también en el aspecto físico –el color de la piel, la estatura, en la manera de caminar, etc.-. Pero en el ámbito psicológico, ¿dónde hay división? Tú quieres que todo funcione bien lo tuyo, ¿quién no? Tú quieres que te respeten, los demás también lo quieren. Todos queremos ser afortunados, tener salud, ser vigorosos, arrolladores, porque tenemos que alimentar al ego, los demás también lo hacemos. La única diferencia que hay es cómo vamos más allá de ese ego, el ‘yo’, insaciable que es el generador de todo este drama que es la manera como vivimos. En todo lo demás somos exactamente iguales. Si  vemos un millar de hormigas, ¿verdad que es difícil ver la diferencia entre ellas? Pues eso mismo pasa con nosotros. Si alguien nos viera, como nosotros vemos las hormigas, nos vería a todos igual.

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