viernes, 24 de agosto de 2012

Escritos y publicaciones 25-8-12


Lo que determina los que es uno son los hechos. Los susurros, lo que pensamos y decimos, tiene escaso valor.

Gracias por tu contestación tan completa y clara.
Solamente voy a añadir, que la corrupción es hacer daño a otro. Por tanto, eso no se puede practicar, porque para vivir hay que hacer algún daño a alguien. ¿Estás de acuerdo? Pero, no por eso hemos de tener carta blanca para hacer lo que queramos. Todos somos corruptos, pero unos se pasan. Y entonces los que os dedicáis a la política, y tenéis autoridad, vuestra corrupción puede ser muy escandalosa. Porque, a vuestro mando tenéis el dinero de todos, tenéis mucho poder, la posibilidad de que la policía o los militares actúen, etc. Y por eso, es que un político es potencialmente corrupto en el sentido que te he explicado.
Por eso, si uno quiere profundizar en la vida y su comportamiento más adecuado, uno tiene que descartar la política. Y hacer él por su cuenta todo eso que deberían hacer los políticos y no hacen: ser honestos y no corruptos.

He leído tu escrito de hoy, ‘Se salifica el mar’. Gracias
La solución que das para que descienda la salificación del mar -drástica reducción de las emisiones de CO2- parece una llamada vana y sin efecto. Porque, para reducir el CO2 de la atmósfera, hay que cambiar la manera de vivir. Es decir, consumir menos: menos consumo de gasolina, lo que quiere decir menos viajes y actividad comercial. ¿Crees tú que la mayoría de las personas, acostumbradas a vivir derrochando y consumiendo para devorar lo que sea, van a poder soportar una manera de vivir más racional y austera? Creo que no.
Y por eso es que andan como locos buscando un planeta para ir preparándolo para cuando este ya no sirva. Lo último que han conseguido es transformar la atmósfera de un planeta generando bacterias y alterar la humedad. Y a partir de ahí a ver que pasa. O sea, que tu llamada puede que sea no efectiva en términos de solución real.

He leído tu escrito columna, 'El 15-M abre el código', publicado ayer. Gracias.
Creo que el movimiento 15M de los ocupas de las plazas y calles, como protesta por las condiciones económicas y la corrupción de políticos y banqueros, fue como una manifestación callejera. Pues aunque duraran tanto tiempo acampados día y noche, en sí llevaba su no operatividad práctica, es decir el fracaso para algunos que habían depositado alguna esperanza de que saliera algo que cambiara el actual panorama político convencional.
Porque, para ser político y tener algún cargo en los ayuntamientos, en el gobierno, etc., hay que ser corruptos. Porque, como la corrupción se ha convertido en una dinámica aceptada, mientras no se cambie esa práctica corrupta de proceder, la administración se colapsaría porque no puede funcionar sin corrupción. Ese es el problema. Para que la corrupción desaparezca de la administración y la política habían de cambiar todos a la vez. Y aceptar el nuevo código de conducta que no aceptara la corrupción, que es la mentira, el robar, el aprovechamiento de las circunstancias favorables para un beneficio personal.
¿Pueden cambiar todos a la vez? Eso nunca se ha visto y no parece probable. Porque todos se han acostumbrado a vivir robando, aprovechándose de la coyuntura de estar en el poder y así aprovechar y sacar beneficios que están fuera de ley. La ley hasta cierto punto es adecuada. Pero es que no se respeta la ley. Empezando por: ¿Cuántos entran puntuales a trabajar y no pierden el tiempo? ¿Cuántos rechazan regalos y obsequios de alguien que tiene pendiente algún trámite para resolver? Y cuando entramos en el ámbito del dinero, entonces ahí si que nos perdemos.
Por tanto, el movimiento del 15M, sólo sirvió como humillación al establishment, como siempre pasa en las huelgas y manifestaciones. Nada más. Nada nuevo. Porque si entrara en el poder, en política, se haría rígido, inflexible, cruel, corrupto, como toda organización, institución u organismo.

Los sacerdotes para serlo han de servir al poder. Sino el poder los dejaría fuera de los beneficios que el poder les da.

Ahora mismo aquí en España, el nuevo gobierno de derechas ha decidido que la televisión pública -TVE-, vuelva a retransmitir corridas de toros, donde se torturan y asesinan a los toros. A lo que vamos, nunca he visto que la iglesia católica alzara la voz a favor del toro, para defenderlo, una criatura de la providencia, de dios como dicen ellos. ¿Por qué no lo hacen? Pues porque desde el rey, su hijo y su nuera, pasando por el presidente del gobierno, asisten a las corridas de toros complacientes y festivos. Solamente hay tres partidas presupuestarias que no han sufrido recortes sustanciales o ninguno: la asignación del rey, el ministerio de la guerra -ellos dicen defensa- y la iglesia católica. Todos los demás ministerios: sanidad, educación, cultura, investigación, pensiones, seguridad social, todas han sufrido recortes sustanciales. La iglesia católica calla como siempre que le conviene. Y en el Vaticano, todo es peor: banqueros que se suicidan, beneficios por venta de armas, palacio de verano, mentiras y falsedades, superstición e idolatría por adoración de imágenes de piedra y de madera, pinturas, etc.


Llegamos tan bajo porque también somos animales. Solamente hay que empezar por hacer una barbaridad y la pendiente hacia el abismo está ya trazada. ¿Podemos salir de esa pendiente de la animalidad? Hemos de demostrárnoslo.

Esto es corrupción -hacer daño a otro-. Si es por negligencia o confusión. Ya lo tendrían que haber subsanado.

Digamos lo que digamos, la palabra guerrero es definitiva. Es tan contundente como ladrón, como engaño, etc. ¿Por qué usar esa palabra? ¿Para darnos coraje? Pero, ¿aún necesitamos más coraje todavía? ¿Para qué, para seguir haciendo maldades?
Lo que sucede es que cuando uno toma drogas, se pone en trance y todo lo que se diga en ese momento queda bien. Pero cuando sales de ese ámbito del trance, todo vuelve a ser lo que siempre ha sido: un guerrero es un guerrero, el que hace la guerra para conseguir algo.

La ciencia tiene un problema que es la moral, el de tener que enfrentarse a la verdad. Es decir, el científico es como un carpintero, una oficinista, una abogada o una escritora, etc. Cada una de las personas tiene que tener la percepción clara para darse cuenta que haga lo que haga nunca llegará a un fin, porque todo es infinito. En un grano de arena se puede ver un universo, si tuviéramos una lente capaz de mostrárnoslo. Pero ese universo en un grano de arena puede ser en el aspecto macro o en el micro. Es decir, que uno tiene que ver las implicaciones que hay al investigar hasta un cierto punto, porque si no nos tropezamos con el absurdo. Y todo queda en palabras, en una idea, en una especulación, en un entretenimiento.
Cuando el reto del ahora es mi confusión y mi conflicto, que genera el hambre de los miserables y los pobres, son las bombas que caen encima de ciudades donde viven seres humanos, es la vida de estupidez y superficialidad, de vanidad y de entretenimiento.
Todo lo que hagamos no tiene fin ni tope. Por lo que, si no hay moralidad, ausencia de corrupción, llega el desorden y el desastre. La corrupción es hacer algún daño. Y la ciencia ha hecho y hace también daño: fabricar y crear armas mortíferas y destructivas,  no solamente las bélicas. Y esto es así, porque los fabricantes e inventores están divididos y en conflicto. Por eso el problema de la ciencia, el del ser humano,  es moral.

Ese es el reto: que mientras una parte de la humanidad pasa hambre, muere por ello, la otra parte echa la comida a la basura, derrocha como si estuviera enloquecida. No creamos que estamos libres de responsabilidad, pues todos podemos hacer algo para que este drama no continúe. Pues el drama de la miseria humana, no solamente la del hambre, tiene la raíz en la división y el conflicto interno que cada uno de nosotros tenemos. Y hasta que no haya sido comprendido he ido más allá de él, nosotros también seremos responsables de ese horror que es el hambre y todo lo que ello genera y provoca de humillación, de perversión, en la relación entre las personas.

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