“El amor sólo puede
existir cuando las acciones son correctas”. Eso parece engorroso. Pero
es la realidad porque nos pone los pies en el suelo, ante la realidad.
¿Quieres decirme algo?
No tengo nada que decir.
El amor es ahora.
Porque lo que escribo, y todo lo que hago, es para los demás.
Todo lo que hacemos si no lo hacemos compartido con los demás, sale mal.
Se ha hecho todo una unidad. Es como cuando conduces y no quieres molestar a nadie.
Si actuamos negativamente, renunciando al 'yo', la acción no es personal. Porque no sabemos el resultado de lo que ha de venir.
No es que su madre es
una persona vulgar como todos los somos, es que el corredor también lo
es. ¿Nos damos cuenta que siempre tendemos a encumbrar a unos: a dios, a
los reyes, a los ricos, a los líderes políticos, musicales o del
espectáculo, a los que dicen que saben, a los más agresivos y expansivos
-sin agresividad no habría trofeos-? ¿Por qué es esto? Es porque somos
vulgares, superficiales, llenos de insatisfacción, que vamos a la
búsqueda de algo que nos distraiga y entretenga de esta insoportable
manera de vivir.
¿Por qué queremos juzgar
e intervenir el pasado? La mente nunca podrá llegar a ese pasado, será
su condicionamiento a la hora de juzgarlo lo que lo determinará. Lo más
peligroso y absurdo es decir que uno sabe y más tratándose de juzgar.
Pues todo juicio es sobre el pasado. Ya sea que se juzgue a los
comunistas, a los nazis, a un niño, a una persona cualquiera.
La falta de respeto por
las personas -sean quienes sean- genera malas consecuencias. Los seres
humanos somos frágiles y vulnerables, por eso necesitamos todo el
respeto y la consideración. Si no hay compasión y amor en nuestra vida,
en cada acto, llega la contienda, la violencia y la guerra.
Nada más hay que ver
como funciona una religión organizada, desde arriba hasta abajo, para
saber de qué son capaces de hacer. Eso es porque tienen mucho poder. Les
pasa como a los dictadores que se perduran en el poder muchos años,
ellos ya no saben lo qué tienen que hacer, solamente ven que tienen que
seguir en el poder. Y para ello, hacen y hacen hacer las cosas más
ridículas y absurdas: falta de respeto a nuestra voluntad, las mentiras e
hipocresía, toda la brutalidad y la falta de sensibilidad que con lleva
el poder y su persistencia en él durante siglos.
Las religiones
organizadas, para sostenerse tienen que inventar relatos y cuentos
impactantes. Porque, ellas no quieren que funcionen las mentes ni que
inquieran ni que indaguen. Solo quieren que tengan fe y obedezcan. Por
eso, ellas tienen una filosofía –teología- tan pobre y superficial.
Eso es la vida misma y
siempre lo será, hasta que no veamos cómo funciona nuestra mente, lo
capaz que es de inventar y de ser estúpida a la vez. Por eso, sino
comprendemos todo el proceso del miedo, y del ‘yo’ que es el que lo
genera, aunque pase otro millón de años y vayamos a otros universos a
vivir, seguiremos igual que ahora estamos: ignorantes, manejables,
obedientes, temerosos y con miedo, y por tanto, violentos y guerreros.
Eso demuestra que son
igual de sádicos y asesinos, cada uno a su estilo y manera. Es como el
comer: hay quienes comen en cuchara de plata y otros de hierro o madera,
pero todos comemos. Por eso, la división, creerse diferentes al otro,
es la ilusión de los ignorantes: cada uno a su nivel es un asesino y un
santo –si es que eso se pude ser en absoluto-.
Se dice: ‘Vale más caer
en gracia que ser gracioso’. Hay países, personas, que hagan lo que
hagan siempre lo van a hacer mal. Pero hay otros que es al revés. Un
ejemplo: en Sudáfrica hace unos días la policía asesinó a unos treinta
mineros que se manifestaban. Eso sucedió delante de las cámaras de
televisión por lo que se pudo ver como si fuera en directo con todo su
dramatismo y crueldad. ¿Qué hicieron los diarios y las televisiones del
establishment? Pasaron de puntillas, sin darle la importancia y la
gravedad que tenía. Ahí estamos, donde siempre. Por eso, es preciso
cuestionar todo lo que nos llega. Ya sé que en la otra parte –los otros-
hacen lo mismo. Y por eso, las distracciones y el entretenimiento, hay
que descartarlas pues los otros si te descuidas ya te han estropeado,
engañado, manipulado a su conveniencia.
Esa misma división en
que vivimos, es la que llevamos a todos los ámbitos. Y en la historia es
igual de perniciosa y peligrosa. ¿Sin haber triunfado la revolución
bolchevique –los pobres- en Rusia, podría haberse generado alguien como
Hitler? Él fue, al principio, el tapón contra la revolución que ponía en
peligro las monarquías europeas y su capitalismo. Y en esos momentos
todo eran apoyos y admiraciones al que luego se les fue de las manos.
En cuanto lo que vino después, si uno está lo bastante liberado de su condicionamiento –‘loco’- como
ellos estaban, puede repetirlo si las circunstancias se repitieran,
porque lo encontrarían necesario. Como de hecho ocurre ahora pero a
menor intensidad. Es decir, todo ese horror se puede repetir e
incrementar. Solamente hace falta que las circunstancias que concurran
así lo exijan.
Lo más curioso es que le
damos valor a lo que no lo tiene en absoluto. Porque estamos encerrados
en el paradigma mental que todo es una repetición. Lo que cambia es la
agudeza de la descripción, el momento en que se hace y los apoyos que
recibe. Por eso, es igual de vulgar decir que tengo hambre, como otro
que usa toda una página donde escribe para decirlo. Nada
es extraordinario si sabemos ver, porque todo es los mismo, pues la
mente está sujeta al ‘mi’, a lo ‘mío’, que son operaciones del ‘yo’,
viejo y repetitivo. Y mientras no salgamos de ese ámbito del ‘yo’, lo
nuevo no llegará.
Básicamente todos somos
iguales psicológicamente. Es la ilusión la que inventa la división entre
‘tú’ y ‘yo’, ‘nosotros’ y el ‘ellos’. Evidentemente, está el color del
cabello, la piel, etc. Pero, todos participamos de la misma mente global, es decir del mismo paradigma mental.
El individuo, la
individualidad, es otra ilusión. Pues, ¿quién puede ser totalmente
libre? Uno puede sentirse libre en relación a los otros que lo son
menos. Pero eso no es libertad en absoluto. Solamente, cuando
comprendemos la mente y todo su funcionamiento, que podemos ir más allá
de sus juegos y engaños y ser libre.
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