lunes, 20 de agosto de 2012

Escritos y publicaciones 20-8-12


 Pero, Enghelbetb, eso es empezar la casa por el tejado. Hemos de empezar nosotros. ¿Porque si no qué sentido tiene todo? Si tú escribes como te da la gana y yo te digo debes de escribir adecuadamente para que todos te entiendan, pero yo también escribo como un loco, ¿esto en qué acaba? Pues acaba en esta manera tan ridícula de vivir. Y entonces, toda esta corrupción que hay en todos los ámbitos y en todas partes, es lo mismo que hacer cada uno lo que le da la gana. Y fruto de eso es la insensibilidad, que no se entera cuando hace daño, que es lo que hace la autoridad, ya sea del gobierno, de las religiones, del padre con el hijo, de la amiga con el amigo. La autoridad es el resultado, del desorden y la anarquía. Cuando un padre va a casa y ve a todos peleándose, tirándose cosas unos a otros, sin importarles los muebles, etc., esa actitud es la que genera la autoridad. ¿Puedes verlo en todos los ámbitos?

Karuna. Si tú resuelves tu problema de corrupción, que es la división y el conflicto operando, entonces todo tu problema está resuelto. Y todo eso, ese orden que tienes, llega a todos aunque no se den cuenta.
Así que primero mi corrupción y mi conflicto. Y luego todo llegará.

Cambia la palabra dios, por el universo, por la naturaleza. La naturaleza, el universo nos tiene controlados y nos mata o no. Míralo y verás que sencillo es, Enghelbertb.

Pero si te imaginas que puedes tomar drogas, alcohol, sexo a tope, sin creer que no vendrá nada, pero resulta que te viene el sida, ¿para qué sirve la imaginación? La imaginación, si uno vive sanamente, sin corrupción ni mentiras, ¿para qué sirve?

Porque hay una conjunción de poder político y la religión organizada ¿Dónde va el papa cuando va a un país? Cuando fue a Cuba, a ver a Fidel Castro. ¿Dónde va el Dalai Lama? Iba a ver al presidente Bush y ahora a Obama. Es el negocio redondo.

¿Tú no tienes conflictos? Si estás politizado de una manera exagerada, es preciso que estés en conflicto con los del bando contrario. ¿Ves lo que hace la imaginación decir que no hay conflictos? ¿Sabes lo que hacen los lobeznos, las crías de hiena, se matan unos a otros cuando aún están en la madriguera; y algunos pájaros destrozan, o los echan del nido, a sus hermanos más débiles que han nacido unos días de retraso.

¿Quién lo tiene que educar al ser humano, si todos somos corruptos e inmorales?

Entonces date cuenta lo absurdo que eres, aceptas ese sistema cruel en la naturaleza, pero al hombre que también es un animal -aunque tenga ordenador, vaya vestido y se drogue, etc.-, no lo dejas que se comporte de la misma manera que los animales. Cuidado que eso es dictadura.

Pero no te das cuenta que siempre hay que no quieren que nadie le eduque, ya sean los fascistas o los comunistas, o las religiones organizadas. ¿Dónde queda la libertad? Además si no das libertad, has de tener un estado policíaco y militar.

Yo no quiero un estado policiaco y militar. El que lo quiera allá él y sus consecuencias.

La única solución que queda es vivir eso tan excelso que has descrito. Ya me dirás como va tu trabajo a la hora de ponerlo en la vida y que funcione.

En realidad lo que somos no lo sabemos. Solo sabemos que si la mente se detiene, como cuando dormimos profundamente, se acabó todo para nosotros. Por tanto, además del misterio de la materia y la energía, está también el misterio de la mente.

Cuando decimos que todos los hombres somos iguales  psicológicamente, y estamos todos conectados, quiere decir que mis problemas psicológicos son los mismos que el del hombre que vive en una tribu con casas de barro y palos en África o el Amazonas. La diferencia es de velocidad, mis impulsos mentales y vitales son más rápidos por la manera de vivir como lo hago. Pero en todo lo demás, a la hora de encarar la vida que no es sólo la comida, etc., tenemos los mismos problemas: miedo a la noche, al futuro, a la muerte, a perder a los que me ayudan a vivir, miedo a caer enfermo o quedarme invalido, a envejecer. ¿Dónde está la diferencia? Es la ilusión la que nos divide de los demás, inventando lo que me gustaría que fuera. Hay algo que es definitivo: el hombre no tiene un lugar para descansar su cabeza.

Ese es el drama, que en realidad no queremos solucionar los problemas, ya que nos hemos acostumbrado a ellos. Pensar que el orden puede existir con la injusticia, eso es ridículo. Porque los que la sufren son como nosotros. Sin renunciar a lo superfluo e innecesario, que es lo que genera el derroche y el despilfarro, no tendremos paz ni tranquilidad. Porque la corrupción y la inmoralidad, están en nosotros, en la manera como vivimos. ¿Es moral, qué por dos meses de verano se tengan apartamentos en las playas, urbanizaciones, etc., amueblados y con todo lo necesario para vivir, y que estén el resto del año cerrados, sin ser usados?

Si no cambio yo, ¿qué sentido tiene decir a los otros, que actúan como yo, que cambien? Eso quiere decir que somos ignorantes, egoístas. Es decir: 'Yo sí que puedo hacer lo que quiera, pero tú no puedes y no te dejaré'. Por lo que, el conflicto está servido y todo lo que viene con él: brutalidad, crueldad, violencia y guerra.

Esta es la locura de las revoluciones sanguinarias: los que ganan el poder con sangre y sus masacres, enseguida les salen otros revolucionarios que quieren derrocar a los nuevos dictadores. Y así llevamos cincuenta mil años.

El verdadero poder está más allá de nosotros. Nosotros somos como hormigas o insectos, que están al amparo de la naturaleza y el universo.

El conflicto, cuando uno lo ve directamente como un hecho, uno es capaz de descartarlo radicalmente sin ningún esfuerzo ni complicación.

Lo que se describe, no es lo descrito.  Por eso, lo que hacemos es comunicar por palabras lo que ya no está ahí. Por eso, uno tiene que cuestionar todo lo que nos llega, ya sea de un especialista, de una autoridad, de un gurú, de los libros llamados sagrados, etc. Y al cuestionar todo, uno se queda solo. Y entonces, en esa solead -que no es aislamiento-, si somos afortunados, tal vez, llegue lo que está más allá de las palabras.

Por eso, hasta hace poco, los dictadores y los reyes decían que lo eran por la gracia de dios. Y, los representantes de ese dios, los bendecían y aprobaban.

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