jueves, 9 de agosto de 2012

Escritos y publicaciones 10-8-12


 Y el propósito adecuado es orden y es inteligencia. Y ahí está ya operando el cambio.

Gracias, Elena, por tu aportación tan interesante para mí.  Pero, por muchas veces que se repitan esas imágenes para que las vean todos, eso no va a cambiar. El cambio, siempre es en uno. Porque los demás no quieren cambiar. Por tanto, todo el problema de la vida es el tuyo. Todo lo demás, querer solucionar los problemas que hay, sin cambiar antes nosotros, ¿qué sentido tiene? No tiene ninguno. Y por eso, es que vivimos desde hace un millón de años de la misma manera: divididos, enfrentados, en conflicto, internamente. Que al salir hacia fuera, al exterior, es cuando creamos este mundo tan desordenado, confuso y cruel. Por tanto primero yo tengo que poner orden en mi vida, es decir internamente. Porque si yo vivo en desorden y en confusión, todo lo que haga ha de ser confuso y desordenado. Si lo ves y comprendes, entonces tu vida tiene la belleza de la sensibilidad, que es compasión y amor por todo lo que existe.

Porque no nos preguntamos: ¿Qué sucede, que hago yo con mi vida que me quieren destruir? Esa pregunta también se la tendrían que hacer los palestinos que se quejan de los israelíes. Una cosa está clara: todo en la vida tiene un precio y la paz y la no-violencia también lo tienen. Pero, el que sabe lo que es la guerra, si es sensible, no la provocará ni la generará. Porque si ama a las personas, ¿cómo les va a lanzar bombas, destrozar sus cuerpos, sus casas, sus hospitales, sus fábricas, sus árboles? Y si uno hace la guerra con otro eso tan horroroso le va a llegar de una manera o de otra. Por eso, la guerra es el absurdo de los locos, que son egoístas y se quieren salir siempre con la suya.

Entonces, ¿no hay problemas? Pues parece que si que hay y muy gordos, tanto que si no fuera por el establishment de Europa y EEUU, Israel sería inviable como país. Pero ves, Aida,  como siempre os decantáis a rodar en un círculo cerrado del tú más, de la huida, la justificación, de la respuesta y la contra-respuesta. Y eso, no tiene fin. Porque siempre hemos vivido así durante un millón de años. Sin ver claramente, que un peligro en el que nos va la vida en ello -y la guerra lo es- hay que descartarlo, no habrá manera de cambiar la actitud divisiva y de enfrentamiento. Hay que velo como un precipicio, como un veneno que no lo puedo tocar, y esa visión tan clara y definitiva es cuando uno más allá de la violencia y la guerra.

No te das cuenta, Aida, que mientras no mueras a tu raza, a tu historia, a tu bandera, a tu religión, a tus supersticiones, etc., que son todo el condicionamiento seguirá repitiéndose el drama de defensa y ataque, replica y contraréplíca. Y así nunca se acabará el conflicto y la guerra. ¿Por qué todos los hombres allá donde estén hacen lo mismo? Es por miedo, por su insignificancia y mezquindad, a perder algo que le damos un gran valor. Por eso si ustedes quisieran a sus hijos o nietos de verdad, les aseguro que no tendrían ni un solo día de guerra. Es porque no los quieren que los echan a la guerra para que los maten.

Entonces, Elena, ¿tú qué propones? Porque si hablas y gritas, gesticulas, rebates y rebates, desautorizas repetidamente, ¿cuál  es tu solución al hambre, a las bombardeos, a todas las injusticas, a la extrema pobreza y su humillación, a la absoluta falta de compasión, a la corrupción e inmoralidad en todos lo ámbitos? Y todo eso está dentro de nosotros a un nivel muy bajo, pero que en un momento dado, ante un reto o una crisis, se convierte en eso que rechazamos y por lo que estamos dispuestos a hacer cualquier cosa. Así que, por favor, infórmanos de la solución que tú le das -si quieres claro, pues donde hay esfuerzo no hay amor-.

A veces, de las situaciones que nos parecen espantosas surgen momentos de éxtasis de gloria.

No sé si eres cristiano, Enghelbertb,  o conoces los evangelios de Jesucristo. Pues, te voy a decir, que le preguntaron a Jesús: ¿Cuántas veces tengo que perdonar a los que nos hacen daño, mal, a mis enemigos, etc. cincuenta veces, setenta, cien? Les has de perdonar siempre, contestó Jesús.
Pero parece que no comprendéis. ¿Qué es el amor? ¿Puede haber amor sin perdón, sin morir al pasado, a lo que ha sido? La filosofía, busca radicalmente la verdad, desde la primera a la última. Y, ¿sin amor se puede hablar de verdad, de filosofía, de inteligencia? Así que os duela mucho o poco, si no hay perdón la vida no puede ser. Porque tampoco habrá amor. Podrán berrear, insultar, arañarse la cara, pero el hecho de que si no hay perdón no hay amor no cambiará. Y sin amor, que feos son, que cosas tan horribles hacen, se vuelven racistas, se vuelven mezquinos, listos para la venganza. Pues, el no perdonar es la sed de venganza que triunfa. Pero el amor se va y ya no está. Ustedes decidirán. Si es que pueden comprender y gestionarse este asunto.

Te comprendo, Enghelbertb, pero esa reacción tuya mientras no salga a fuera y la hagas realidad, es adecuada porque así te conoces, te das cuenta cómo funciona el pensamiento. Y ya sabes, si conoces cómo funciona tu pensamiento, y te conoces, entonces conoces a toda la humanidad.

La humanidad. Elena, parece que avanza en el ámbito tecnológico y científico, pero en el ámbito psicológico, el espiritual, no ha habido tal avance. Pues seguimos divididos y fragmentados. Y esa división, es la que genera el miedo, el conflicto y la guerra. Cuando no hay guerra no caen bombas encima de las ciudades y hay un cierto orden con respecto al caos y la anarquía de la guerra, pero la guerra está ahí en su expresión doméstica, de baja intensidad. Y mientras esta división no sea comprendida y descartada, no habrá avance ninguno en el aspecto humano, de justicia, de respeto y derechos, etc. Y es preciso que si no hay respeto, hay injusticias, hay brutalidad y crueldad, la guerra -que ya está funcionando- se manifieste en su máximo esplendor.

Pero todos esos rezos no los aparta de lo guerreros que son. Es decir, como los cristianos, el rezo y la espada: matar e invadir, hacer la guerra.

Lo que pretendo decir es: que a la hora de hacer algo, hay infinitas posibilidades de hacerlo en una dirección o de otra. Por tanto, ¿por qué no hacer la que menos confusión y desorden genera?  Porque si no, la acción y su respuesta se convierten en lo mismo: infligir un daño. Y eso a su vez, provoca otra respuesta con su daño, etc. Y así llevamos desde siempre. ¿Podemos actuar de manera que un problema llegue a su fin? Sí que podemos: yendo más allá de él sin que deje ningún residuo que ensucie y pervierta nuestra mente. Y el resultado es el amor, lo nuevo, lo limpio de todo el pasado ya sea reciente o de mil años.

Creo que no vemos el peligro de decir: yo soy español, soy vasco, soy catalán, soy alemán o ruso, soy judío, árabe, etc. Pues de esa manera, estamos reviviendo todo el drama de las personas que eran diferentes en un  lugar y fueron rechazadas, expulsadas, asesinadas por pertenecer a una raza o grupo diferente. Y toda esa desgraciada actitud es porque vivimos divididos y fragmentados, tanto interna como externamente. Y así, no puede haber liberación, libertad, vivir en paz y sin miedo al que viene por la calle. Cuando sólo hay una raza, que es la raza humana.

Dios, no fue inventado por ninguna autoridad política ni los poderosos. Aunque sí que se han apropiado y beneficiado de él, inventando y consolidando el que más les conviene. Al igual como hacen con todo: la ciencia, la literatura, la filosofía, el deporte, etc. Dios lo ha creado el miedo a la naturaleza, a los hechos de la vida que son incomprensibles, el miedo al dolor, al futuro, al presente y al pasado, a la muerte, y a lo que pueda o no pueda haber después de la muerte.

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