Pero es un hecho que todos
tenemos cierto poder sobre personas. Pero eso no es el problema. El problema es
cómo usamos ese poder. Eso es igual como el que tiene un cuerpo poderoso,
llamativo, fuerte, que lo tiene que usar adecuadamente.
Cómo no le van a sacar lo
negativo si está en el poder unos dos mil años. Te imaginas un gobierno de esos
que no te gustan soportándolo dos mil años. No seas simple y superficial. Si tú
quieres que te respeten has de respetar a los demás. Y mandar tanto tiempo
genera una mafia, que aunque parezca adecuada para sus fieles y seguidores, es
corrupción e inmoralidad. No te conviene hurgar mucho en eso, pues si salen
todas las atrocidades y maldades que han provocado será aún peor para ti, pues
sufrirás al ver la realidad, o que no ves, o que no quieres ver.
Por tanto, ¿para qué tanta pasión
y ardor por una idea o teoría? Si todos los países son iguales, las religiones
también, iguales con las banderas, ¿para qué quedarse en una? Todo lo que
hacemos, lleva en si la semilla de la corrupción. Y de ahí no se escapa nadie,
lo que quiere decir que psicológicamente todos somos básicamente iguales. Así
que, lo primero es no creerse superior en nada, ni ensalzar ni encumbrar a
nadie. Y a partir de ahí ya podemos hablar de religión, de compasión, de amor.
José Ignacio, verdad que
necesitas seguridad para poder sobrevivir, para poder alimentarte, para poder
dormir, para poder vestirte, para poder comprar lo que necesitas, pues esa
misma seguridad es la que necesitamos todos también. Más, para que lo veas
claro, tú quieres que te respeten, los otros también; tú quieres cariño, los
otros también; tú quieres que no te desprecien, etc., los otros también. ¿Dónde
está pues la diferencia psicológica si todos necesitamos lo mismo, lo básico?
Las diferencias son superficiales, como el idioma, el color de la piel, la
tradición culinaria, etc. Y por supuesto, está lo que más nos iguala, que es el
miedo. Ese miedo que es capaz de generar los nacionalismos, las divisiones, de
generar los conflictos y las guerras. El verdadero cambio, la verdadera
revolución, sucede cuando uno se da cuenta que es lo mismo que el que está
observando. Es decir, cuando uno ve que el observador es lo observado, que no
hay ninguna división ni nada que nos fragmente. Entonces, el comportamiento que
sucede con esa comprensión –de que el observador es lo observado- eso es la
religión.
Pero, te olvidas que todos los
partidos políticos se guían por el paradigma de la confrontación, que surge al
estar divididos internamente. La realidad es que la división interna existe, la
manifestación de ella es el miedo, y eso es lo que iguala a todos los partidos
políticos del mudo. Y eso es a lo que me refería en cuanto a que
psicológicamente, en lo profundo claro, somos iguales. Porque, si tú y yo
estamos divididos, fragmentados, ¿qué relación puede surgir sino el conflicto,
el enfrentamiento, etc.?
Por eso, el reto es que mientras
no comprendamos esa división interna, lo que votemos serán a personas divididas
y fragmentadas. Es decir, ¿un verdadero votante honesto, podría votar a un
político deshonesto? Eso es absurdo. Por tanto, tenemos los políticos que
votamos y que son los que queremos, porque no sabemos más, tenemos miedo de no
votar. ¿No sé si entiendes lo que te estoy diciendo? Si tú invitas a alguien
que es muy limpio y tú eres muy, pero muy sucio, no irá a comer a tu casa, ¿verdad? Él querrá
ir a casa de un amigo que sea limpio como él. Ese es el problema. Por eso, es
preciso comprender que el observador es lo observado. Al que voto, es lo mismo
que yo.
El establishment, los que lo
dirigen, quiere seguir con su manera de todo para mí y nada para ti. Todo lo
que dan es a la fuerza, sino sería todo peor. Por tanto, ellos hacen como los
crueles e insensibles romanos: dan pan y circo. Es decir distracción y
entretenimiento. Así se narcotizan las personas y todo sigue como siempre:
ellos los señores y los otros sus criados trabajadores -¿no ves a los reyes,
los aristócratas y los que los imitan?-. Una sociedad que invierte tanto en
distracciones, en sublimar el nacionalismo y su parafernalia, ha de generar
corrupción e inmoralidad. Y eso quiere decir, generar sufrimiento y dolor. Cosa
que cuestiono.
Uno puede cuestionar y exponer lo
que hacen los demás, pues uno es libre para decir lo que crea conveniente.
Pero, uno tiene que hacer lo que quiera que hagan los demás. Si cuestiona el
racismo, él no tiene que ser racista ni nacionalista; si cuestiona la anarquía
y el desorden, tiene que ser serio y honesto, ser puntual, diligente; si no
quiere la inmoralidad, no tiene que ser indolente e insensible ante los retos
de los demás, al daño y el sufrimiento.
Falta saber, si ese deseo de
protección era amor o miedo de perder a su madre. Los animales, incluidos los
hombres, estamos programados para sobrevivir. Por tanto, todo lo que ponga en
peligro nuestras vidas nos da miedo. Y el miedo nos proporciona una energía que
es capaz de hacer cualquier cosa. ¿Qué son sino las guerras, ya sea con mi
vecino, mi mujer, mi contrincante, al país de al lado, el advenedizo que no
conozco, sino todo miedos y temores? Muchos padres, cuidan a sus hijos no por
amor a ellos, sino porque los parientes, vecinos y la autoridad, los podrían
denunciar y castigar.
Te entiendo y comprendo
completamente, Yanet. Ahí está el amor si sabes mirar con imparcialidad, con
respeto al adversario, sin explosiones demasiadas arrasadoras, para no humillar
al vencido. Y todo eso es enseñar a los demás. La enseñanza no solamente es
técnica, de hablar y escribir, es también práctica en la acción, sea cual sea
esa acción, por descabellada y poco convencional que sea considerada. Un
abrazo. Y que disfrutes con la suerte que te toque. Recuerda que el amor lo
abarca todo. Y el amor solo llega cuando no hay conflicto interno.
Para Joan Roure., TV3 en Alepo,
Siria.
Ya estamos como siempre, ¿quién
tiene razón? No lo digas. Porque la tienen los dos. Pues se trata de la vida o
la muerte. ¿Tú qué harías si fueras de los dos bandos enfrentados? Harías la
guerra o salir, dejando la locura de la guerra. Otra pregunta: ¿no vas al bando
contrario para ver que pasa? El verdugo se puede convertir en víctima y la
víctima en verdugo. En un juego sin fin. Así, chico que no lo tienes fácil.
Qué tengas suerte. Te gusta esto,
¿verdad? Siempre vas.
“Si una llave abre varias
cerradura, entonces, es una llave maestra. Pero si una cerradura puede abrirse con varias llaves, entonces, es
una mala cerradura”. –Comentario de mujer-.
Mecánicamente es correcto. Pero
la libertad no tiene patrón ni medida ni plan. La libertad, que es amor, sólo
se tiene que vivir. Lo demás, lo que digan o no digan, no tiene ningún valor.
Si decimos que eso puede ser,
como si decimos que no puede ser, todo eso es un error. Pues cada uno lo tiene
que experimentar y descubrir si es posible o no.
Pero cuando ese amor, te da
placer y lo buscas, ¿es eso amor? ¿Cuántas madres y padres, hagan lo que hagan
sus hijos, ante una acusación, dicen que su hijo es muy bueno, que es incapaz
de hacer ningún daño a nadie ni a nada, etc.? Nosotros estamos condicionados
para sobrevivir. Y para ello, todo vale. Pero cuando vemos que ese condicionamiento
genera división, conflicto, desorden, es cuando uno va más allá de ese
condicionamiento. Entonces el amor no es solamente el servicio a alguien, sino
la libertad. Porque sin libertad no puede haber amor.
Cuando veo que un león, guepardo,
hiena, etc., atacan a un ñu y los centenares que están alrededor miran y no se
unen para defenderse, es cuando comprendo lo que es el condicionamiento. Ellos
podrían unirse y atacar a los que van a matarles para comérselos, pero no lo
hacen. Y volvemos como siempre al misterio de la vida, que nosotros no podemos
aclarar ni entender con nuestra mente que también está condicionada.
El esfuerzo y el amor no van
juntos. Pues el esfuerzo genera crueldad y brutalidad. El amor es, aunque sea
un minuto, un día o una hora, se va y vuelve. Ese es el juego misterioso de la
vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario