Hemos
de comprender que es el hombre el que vive siempre en crisis. Algunas veces la
crisis son graves y virulentas, acabando en guerras. Luego de la guerra, la
crisis prosigue, pero como ya estamos agotados, y los que han perdido no tienen
más remedio que soportar los dictados del vencedor, hay un aquietamiento. Suele
haber un período de falsa paz, hasta que se vuelve a inflamar la crisis y
vuelve a aparecer otra guerra. Y así funcionamos desde siempre. Así que la vida
de los hombres, de nosotros, es la guerra perenne. La mayoría no lo ve así y
habla dela paz, de los nuevos valores, de grupos y sociedades que se consideran
buenos y diferentes. Y hay otros que saben que sin un descartar el viejo patrón
y paradigma de la división, del 'mi' y del 'tú', del 'nosotros' y el 'ellos',
viviremos en conflicto que nos llevará a la violencia y la guerra.
Y
con esta estructura psicológica, al vivir como depredadores, es cuando se
suceden las revueltas, las revoluciones, entre los que se sienten agraviados,
explotados y humillados. Por tanto, la pregunta es: ¿Puede deshacerme del 'yo'
y todo lo que genera: nacionalismo, lo mío, las tristezas y depresiones?
Nosotros
tenemos miedo del presente, del futuro y también del pasado, por tanto todo lo
que hacemos va encaminado hacia ver la manera cómo ese miedo desaparecerá. Pero
como las personas somos tan superficiales, en vez de encarar cara acara ese
reto, huimos de él. Pero en la huida no se solucionan los problemas. Para
solucionar un problema uno tiene que acercarse a él, conocerlo, no sentirse
dividido de ese problema. Y el problema siempre es la vida. Por eso, la mayoría
tememos a la vida. Pero la vida es como es y no hay otra. Así que cuando veo
que estoy invirtiendo mi vida en diversiones, en la búsqueda de placer, en
cambiar esta realidad que no me gusta por otra que sí que me gusta más, me
pregunto: ¿por qué lo hago, por qué esa superficialidad, esa terrible necesidad
de vanidad?
Todos
tenemos la insatisfacción de lo que es, de la realidad, que me crea hastío,
aburrimiento y ganas de hacer algo diferente. Y entonces, es cuando creemos que
haciendo cosas, en la acción encontraremos alivio. Ahí están lo jóvenes y sus
modas novedosas que siempre ponen en peligro sus vidas, los que siempre quieren
más y más de todo, ya sea sexo, propiedades y dinero, poder y placer. Y, en ese
más y más va implícita la avaricia de todo para conseguir un nuevo desafío a la
realidad. Por lo que la moral desaparece y llega la corrupción. Esto no es cosa
de un fragmento de la sociedad, sino es el terreno donde estamos todos
clavados. Pues en todos los ámbitos existe la corrupción, ya sea económica,
política, religiosa, en la relación directa entre nosotros.
¿Creemos
que si no quisiéramos, porque lo abominamos y lo descartamos, habría el sistema
corrupto e inmoral que hay en todos los ámbitos y niveles? Cada uno es el responsable
de lo que sucede en su vida y en los demás. Nos hemos hecho acomodaticios,
vivimos encajados y acoplados de manera que no podemos descartar esa corrupción
e inmoralidad en la que vivimos. Pues tenemos
miedo de vivir solos -solo no quiere decir aislado-.¿Podemos ver esta
manera tan absurda y ridícula de vivir, como el peligro que es, como si fuera
un animal salvaje del que hay que ponerse a salvo, como un veneno que sabemos
que no lo hemos que tomar? ¿Por qué no respondemos a ese reto tan capital, tan
grave, como es el vivir dividido y fragmentado internamente? Pues esa división
al salir a fuera, al exterior, va a generar la sociedad corrupta y cruel en que
vivimos y que hemos creado. ¿Podemos vivir respondiendo a ese reto de la crisis
siempre, sin esperar a que haya un estallido de descontento, de revueltas y
anarquía, de violencia, las matanzas de la guerra? La única manera es darse
cuenta de la insensibilidad que es vivir divididos por los nacionalismos, las religiones
organizadas, por los diferentes grupos políticos, por las ideas y teorías. Y si
uno ve, actúa.
"¿Cómo
vaciar la mente de su contenido?"
La
mente, que está formada por el pensamiento y la memoria, no se puede vaciar.
Pues, la mente y el pensamiento son su contenido, todo la información de todo
el inmenso pasado desde hace millones de años. Eso es en lo que respecta al
funcionamiento biológico: si tengo frío sé que tengo que abrigarme, si veo el
fuego sé que no puedo tocarlo. De lo contrario no podríamos salvaguardarnos.
Pero
en el ámbito psicológico y en el espiritual, uno tiene que vaciarse de todo el
pasado, ya sea el de hace mil años, como el de hace un minuto. Pues, ese pasado
al interponerse al presente, al ahora, nos divide y fragmenta, generando
desorden. Eso mismo sucede cuando miramos algo, un árbol o una persona, si no
miramos sin que el pasado se interponga, no habrá una buena relación. Pues no
habrá unión total, sino que la energía no llegará en su plenitud, causando
división y desorden, que se traducen en conflictos.
¿No
te parece que jugar con los animales a juegos de humanos, como vestirlos y
otras cosas impropias de ellos, es inmoral?
He
leído tu entrevista en el diario… de
hoy.
Gracias
por tus informaciones y comentarios.
Sólo
voy a añadir a todo lo que has dicho, que todo está en la mente. Se puede
afirmar que eso que era un prodigio era verdadero, al menos tus trances y
transformaciones físicas. Pero lo que no es tan fácil de decir, es que esa
visión y experiencia psíquica fuera verdadera. Creo que todo es como un sueño
pero despierto. Uno puede ver cosas reales dentro de él, pero fuera no existen.
Eso les ocurre a algunas personas que influidas por circunstancias culturales y
familiares, y circunstancias personales, pueden provocar esas situaciones.
El
pensador, el que piensa, es el mismo pensamiento, no hay división. Y el
pensamiento tiene un potencial infinito: puede imaginar, ver, oír, de todo lo
inimaginable.
Eso
es así. Es la realidad. Pero cuidado, que cada cual por pobre y necesitado que
sea también lo hace a su nivel y manera. Uno tiene que empezar por él. Pues
todos somos iguales psicológicamente y nos comportamos por el mismo paradigma
de miedo y egoísmo. Por tener miedo que me quiten a mi mujer soy capaz de
aplastarla a ella y a su amigo -que es
lo mismo que escurrirlos-, y a quien sea, aunque ella quiera porque está harta
de mí.
Incluso ese deseo de ser la mejor versión de
uno mismo, nos distorsiona y nos hace feos, brutales, amargados. Donde hay
esfuerzo no hay amor. Tú me quieres o no. Nadie puede forzar ni obligar a otro
a que haga lo que no quiere.
Gato,
si quieres preguntarme o explicarme alguna cosa, lo puedes hacer.
Hola,
discúlpame pero no recuerdo tu nombre. Si que te conozco de siempre, también a
tu madre, a tu padre, a tu hermana, etc.
Ya
he comido la empanadilla que me trajo ayer Enrique. Y que me dijo que te
evaluara lo que me ha parecido.
La
presentación a la vista es muy buena. Parece más redondeada que las clásicas
que son más alargadas. La he notado un poco vacía de acelgas. Tal vez, porque
estaban muy como trituradas. Es decir, las acelgas se advertían por su sabor,
pero no por su textura. El sabor, sin embargo, está muy bien logrado. También
están en su punto horneadas.
Por
supuesto, que todo eso es muy subjetivo. Es decir, es mi opinión personal. Que
no tienes que cogerlo como un paradigma para hacer las empanadillas. Hay que
escuchar e informarse de lo que dicen y piensan los que las consumen. Y, luego,
lo que más te interese a ti, elaborarlo. Eso si, sin que haya corrupción
alimentaria que te podría llevar a una situación comprometida, tanto psicológica
y moralmente –espiritual-, como judicialmente.
Aprovechando
la ocasión, quiero decirte que también conocí a tus abuelos maternos, a tus
tíos, a las empleadas del hogar. Ellos vivían
en la casa que tenían donde está ahora el edificio donde vivían tus
padres. Yo nací en 1950. Y pasaba muy a menudo por la plaza para ir a casa de
mis abuelos que vivían cerca de allí, para ir a misa, para ir a La Agricultura,
etc. Y siempre los veía en la acera todos sentados tomando el fresco cuando
venía el calor, con la puerta abierta de par en par. Eran simpáticos, educados,
correctos, pero no demasiado convencionales: no participaban en política ni
activa ni con habladurías, no eran fachas pero tampoco rojos. Iban a misa los
domingos a la hora burguesa de las doce y media, pero no eran beatos fanáticos.
Tu madre y tu tía -su hermana mayor- participaban activamente de las fiestas,
pues iban arriba de las carrozas vestidas con traje de gala, arrojando confeti
y serpentinas cuando daban las vueltas por la calle Sequial y por la plaza del Ayuntamiento.
Eran los años cincuenta del pasado siglo.
Bien.
Que vaya bien.
Con
afecto y con cariño.
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