Uno tiene que ir del exterior al
interior a la hora de ver lo que sucede. Porque si nos quedamos sólo en nuestro
interior, podemos equivocarnos. La mente puede tener la capacidad de ver e
inventar, de oír, cosas que no son reales. Solamente tenemos que observar a los
que han inventando otra idea y teoría religiosa o política, que para imponerla
tuvieron que hacer una matanza de millones de personas con todo su sufrimiento
y su horror.
Los aficionados a los toros, y
los que defienden esa macabra costumbre y espectáculo, también dicen que el
toro no sufre, que ha estado criado para ese fin que le dan: torturarlo y
asesinarlo violentamente por diversión y entretenimiento.
Pensar que el hombre vivió en
algún momento en el orden, la felicidad, etc., eso no es posible. Porque el
hombre para sobrevivir tiene que alimentarse. Y alimentarse significa que ha de
matar para poder comer. Y ahí es donde comienza toda la división y el conflicto.
Por tanto, nadie en esta vida puede tener esa paz y felicidad romántica e
irreal.
Acabo de leer tu escrito-columna,
'Reconciliación y convivencia', de ayer en...
Gracias por lo escrito.
Para ver un problema en todo su
esplendor, hay que verlo en su pequeñez y en su grandeza. Si tú y yo tropezamos
por la calle al entrar a un lugar, o en el trabajo entrando y saliendo del
despacho, ¿por qué te tienes que disculpar por un hecho que ha sido provocado
por infinitas circunstancias que no podemos saber y por tanto controlar? Ahora
en lo grande: Cuando estalla una guerra y los dos bandos cometen toda clase de
humillaciones, crueldades y atrocidades, y esa guerra termina, ¿por qué no
olvidarse de todo lo ocurrido y dejar de buscar quién tiene más culpa y ha sido
más cruel? El que gana la guerra, siempre volverá a ganar después de la
victoria, por eso es el ganador.
Recuerda que toda justificación,
toda explicación, toda violencia y lo que la provoca, como su represión, pueden ser infinitas. Por eso, al hacer
tanto hincapié en lo que ha sucedido, quiénes son los culpables y qué hacer con
ellos, es proseguir con esa misma guerra pero a otro nivel. Por tanto, todo eso
es venganza, vanidad, chulería, rabia y odio contra el otro, que es considerado
como el enemigo.
Cuando lo que habría que
investigar son las causas que han provocado el inicio de tanta violencia y
crueldad. Pero claro, eso al vencedor no le interesa porque saldría la
verdadera verdad. Ni tampoco le interesa al derrotado, porque está agotado,
débil y vencido, y prefiere aceptar lo que sea antes de que todo pueda empeorar
para él.
Finalmente, si se habla de pedir
perdón, habrían de pedirlo los dos bandos enfrentados. Pues los dos han
agraviado, humillado, maltratado y asesinado. Pero, eso es mucho pedir para el
vencedor que por serlo lo tiene todo a su favor: es decir, tiene el poder.
Todo lo más que podemos hacer es
observar a una persona. Pero no se la puede seguir. Si eres sincero y veraz,
verás como no es posible.
He leído la reseña que te han
hecho en el diario..., de hoy, donde aparecen algunos comentarios tuyos.
Estoy básicamente de acuerdo
contigo. Y es de agradecer que digas lo que dices. Aunque eso es muy viejo. Esa
corrupción e inmoralidad todos la llevamos dentro. La diferencia es que unos
son conscientes de ella, porque la ven. Y otros, ni son conscientes ni la ven,
ni la quieren ver. Esa es la diferencia que hace que unas personas generen orden
y otras desorden y confusión.
El verdadero problema que tiene
J. M., es que es católico. Y ese mismo problema lo tienen también los budistas,
los musulmanes, los judíos, los hinduistas, etc. Sólo el que no es nada, no
tiene los problemas que genera eso que es. Solamente somos seres humanos. Y lo
mismo sucede con el nacionalismo, ya sea grande o pequeño.
Ayer os vi cuando hablabais sobre
la edad media, las circunstancias que la provocaron, sus consecuencias y su
desenlace.
¿Por qué no vemos la vida como un
río, donde el agua forma toda una continuidad interconectada, unida? ¿Por qué
fragmentamos esa realidad que es lo total, la totalidad? Evidentemente, es
porque nosotros estamos internamente fragmentados, divididos y en conflicto. Y
esa división al exteriorizarse genera nuestra manera fragmentaria de vivir.
Dando vida al 'yo' y al 'tú', al 'nosotros' y al 'ellos'. Lo que nos hace que
seamos fanáticos de una religión determinada -no de la religión que busca la
verdad-. O fanáticos y obtusos en nuestras opiniones que se traduce en una mala
relación con los que están a nuestro alrededor y también lejos.
Hay algo que puede ser
perturbador: el vencedor siempre tiene un grado más de crueldad porque él ha
sido el último en ejecutar la violencia al tener que derrotar o asesinar al que
considera el enemigo.
Todas las civilizaciones al
imponerse, tuvieron que hacerlo por la fuerza, por la crueldad y la violencia.
Podrían llevar consigo palabras como civilización, poner orden y justicia. Pero
claro, eso siempre es relativo porque cual es el patrón que determina la crueldad,
el desorden y la injusticia. Los colonos, ya sean antiguos como modernos,
siempre se imponen a los colonizados. Los colonizados matan rudamente, los
colonizadores matan más finamente, y así en todos los ámbitos. ¿Donde está la
diferencia? La diferencia siempre la impone el más poderoso, el vencedor, que
impone su manera de vivir, su escala de valores y costumbres.
Ahora mismo lo vemos en la
actualidad: los musulmanes dicen de ellos que son crueles, etc., ya sea con las
mujeres, en sus actos terroristas, en su concepción de vida. Pero los que lo
dicen también son crueles: cada día de asesinan mujeres, que antes han sido maltratadas,
en cualquier lugar donde viven los que se dicen cristianos civilizados; los
métodos bélicos y violentos son tan escalofriantes como pueden serlo echar
bombas en cualquier gran ciudad del mundo. ¿Dónde está la diferencia? Está
dentro de uno. Porque vive dividido y fragmentado de la realidad, de lo que es
la vida, y tiene miedo a los demás que consideramos como un peligro.
Y, a todo eso se une la tremenda
brecha interna de decir una cosa y hacer otra. La civilización cristiana, es la
discípula de Jesús, el líder de la bondad, de la paz y la no violencia, de la
caridad suprema, de la locura de cuando te golpean sentirte feliz y pleno por amor
al agresor. ¿Puede una persona cristiana no estar dividida internamente, y
vivir en una neurosis continuada, oyendo cada día desde su más tierna infancia
lo que tienen que hacer sin hacerlo en absoluto?
Por tanto, asumamos nuestra
carencia de verdad y tal vez la división interna llegará a su fin. Y si no
estamos divididos internamente, los problemas que siempre hemos tenido, y
seguimos teniendo ahora, no los tendremos.
Así que el principal problema que
tiene una persona religiosa, es deshacerse de la fragmentación y la división
interna. Todo el trabajo que no vaya en esa dirección -la vanidad, persecución
del placer, que incluye la búsqueda de seguridad, etc.-, quiere decir que somos idolatras y paganos.
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