miércoles, 20 de junio de 2012

Escritos y publicaciones 20-6-12



Los conflictos tienen una misma raíz: el agravio, la injusticia, la desigualdad. ¿Por qué no podemos consentir a los otros lo que hacemos nosotros con tanta naturalidad? ¿Es porque necesitamos ser crueles, sacar placer haciendo daño al otro, con el que podemos? Pero eso trae malas consecuencias, pues la psicología es universalmente igual para todos. Todos participamos del mismo paradigma mental de: si tú me agravias y desprecias, si no me dejas     -prohibes- hacer lo que tú haces, el conflicto está servido. Puede estar latente y escondido, pero en cualquier momento puede estallar. Eso sucede en las dictaduras: cuando estalla la rabia y el odio contra los dictadores, ellos se asombran y se preguntan porqué esa revolución y las revueltas.

Si queremos el fin de la violencia y la guerra, uno tiene que estar despierto y alerta a toda su brutalidad, su crueldad, su falta de sensibilidad hacia el dolor de los demás. Eso cuando se tiene el poder parece imposible, por eso una persona pacífica no quiere el poder. Porque en el poder está el germen de la corrupción. Y corrupción siempre es agravio.

Si yo soy de piel negra, un negro, y tú eres de piel blanca, mientras no estemos más allá del color de la piel, de la raza, y todo lo que  va con ello, ¿qué relación verdadera puede haber? Nos miraremos, nos tendremos miedo, huiremos de nosotros. 
Si huimos, si vemos lo superficial de las personas, todo seguirá como siempre: la completa ausencia de afecto entre nosotros. Sé que hay mucho que reprocharnos, pero vayamos más allá de eso que es el pasado, de esa cuenta corriente de agravios que parece sin fin.

No se trata de saber, sino de ver. El ego, el 'yo', siempre estará con nosotros. Pero nosotros estando atentos a esa actividad divisiva, podemos ir más allá del ego. Por eso, cuando me doy cuenta de que estoy inatento es cuando vuelvo a estar atento. Y la atención es el orden en acción, que es amor.

Ser vigilante quiere decir ser consciente de lo falso. Es ver cada pensamiento y seguirlo hasta que se extinga. Es como cuando ves pasarlas nubes por el cielo. El cielo no desaparece, sino que hay una nube que se interpone. Pero, claro si uno no es consciente de lo que es, es cuando siente que llega la confusión, el desorden de no ver todo el vasto panorama.

Para que no haya violencia. No tiene que haber conflictos. Que los motivan los agravios, la injusticia, la falta del respeto y la crueldad. ¿Por qué no queremos que los otros hagan lo mismo que hacemos nosotros con tanta naturalidad? Es porque somos egoístas, insensibles y crueles. Luego, como los dictadores, nos preguntamos porqué esa violencia y revueltas. Pero mientras no haya igualdad, paridad, compasión y amor en todos los ámbitos, la violencia y todo su horror continuará.  Tanto daño que nos hemos hecho unos a otros, pero todavía no lo hemos comprendido. Y queremos venganza, destruir al otro que consideramos nuestro enemigo.

He leído tu entrevista en el diario… de hoy.
Y quiero decirte que algo que nos clarifica y reconforta, es darse cuenta que el observador es lo observado. Es decir, cuando estaba leyendo tu entrevista, entre tú y yo no había ninguna diferencia psicológica. No había diferencia como suizo o de otro sitio, como casado o soltero, como con hijos o sin ellos, con tu particularidad física y la mía. Y cuando esto se comprende verdaderamente, no como una idea, entonces no hay división alguna entre personas.
Todos sufrimos, nos alegramos, todos necesitamos afecto, necesitamos que se nos respete, necesitamos casa, comida y ropa. Y por eso todos hollamos la misma tierra. Cuando vemos que cualquiera, sea quien sea, es lo mismo que yo, sucede que el miedo desaparece. Porque donde hay compasión  y amor no puede haber miedo.
Y finalmente, lo mismo sucede con los animales, con los árboles, que no existe ninguna división entre ellos y nosotros. Vivir de manera que el observador no genera ninguna división con lo que tenemos delante, genera tal sensibilidad que uno no quisiera pisar nada cuando va al parque o al campo, cuando molesta a alguien por necesidad.

Si en cualquier pleito o conflicto, una guerra, uno cree que tiene solamente la razón, esa es la causa por lo que ha llegado el conflicto, la violencia, la guerra. ¿Nos creemos que somos los elegidos que podemos hacer lo que queramos despreciando a los demás, prohibiendo lo que nosotros hacemos? Si tuviéramos compasión y amor, las causas de los conflictos no las generaríamos.

“Esta es la esencia del mensaje de Buda. La paz no es que se practica: es un subproducto de la conciencia. El amor no es para ser practicado: es un subproducto de la sensibilización. La justicia no es que se practica: es un subproducto de la conciencia”.
Y para que la paz, el amor, la justica y la conciencia sean, no ha de haber conflicto alguno dentro de nosotros.

“El amor no es algo que se da cuenta cuando alguien viene a cuidarlo a lo largo de su vida, pero uno ama a todos sin razón alguna”.
El amor no quiere nada. Porque es la nada misma. Pues si hay intencionalidad, aunque sea para hacer algo bueno, el amor será un producto y el resultado del deseo. Y todo deseo, aunque sea el deseo de no tener deseos, nos deja en conflicto.  El amor es sin conflicto, sin dualidad como mejor o peor.

Si tratamos de equilibrarnos, eso será un motivo y una dirección, un deseo, donde la verdad que es amor no podrá ser. Pues el motivo, genera otro motivo que hace de contraparte, generando dualidad y el conflicto.

Para que llegue el amor, uno ha de estar más allá de la memoria, que son las palabras y las imágenes, donde la noción del bien y del mal no existe.

"No quiero pertenecer a ningún grupo que fuera capaz de aceptarme como miembro".
Eso quiere decir que él se conocía a la perfección y sabía cómo funcionan las personas.

Toda la estructura mental está sustentada por la ignorancia del 'yo' que se cree diferente de los demás, como si fuera una persona especial y aparte. Y es que siempre caemos en la misma trampa de querer llevar el patrón físico a lo espiritual y psicológico. Existe las diferencias físicas: uno es fuerte y poderoso, y otro es débil y sencillo, etc. Y de ahí nacieron los reyes y los príncipes.
Pero en el ámbito espiritual y psicológico todos estamos pisando la misma tierra: sufrimos, sentimos gozo, somos miedosos y asustados, nos necesitamos todos y vemos la unión entre todo lo que existe.
¿Por qué eso que vemos tan claramente no lo podemos llevar a cada acto de nuestra vida cotidiana,  en el trabajo, en las relaciones familiares, etc.? Eso es porque no lo vemos en realidad, lo vemos como un concepto o una idea. Si lo viéramos como el peligro que es, en el que va nuestra vida, tal vez veríamos y actuaríamos a la vez.

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