Vamos
a ponerlo claramente: ¿Puede el "yo" desaparecer
definitivamente y no volver nunca más? ¿O es otra ilusión más,
otra fantasía y superstición religiosa? ¿Qué es el "yo"
sino el suelo donde todos estamos clavados? Por tanto, como todo está
unido, las mentes también invisiblemente claro, todas la ondas
mentales de las personas que tienen "yo" han de llegar a
mí, a ti y a todo el resto de la humanidad, Por eso, el vivir es la
desgracia porque no hay salida posible para el dolor y el
sufrimiento. Solamente podemos ir más allá de ese dolor y
sufrimiento.
La
libertada es no tener nada con que cubrirme por arriba, ni nada
debajo donde poner los pies.
Para
poder comprenderte a ti, Greg, sólo tengo que comprender cómo
funciona el pensamiento. Porque, el pensamiento es el mismo para
todas las personas. Entonces, el absurdo lo veré como absurdo, lo
verdadero lo veré como verdadero, y también veré el absurdo en lo
verdadero. Es decir, somos contradictorios y no lo somos. Y eso no se
puede evitar. Porque querer evitarlo genera el absurdo.
El
dolor no puede cesar, porque no es solo el dolor de la mala acción,
es el dolor que te llega en ondas mentales, recuerdos, del pasado o
del futuro, que no cesan. Y no cesan porque la mente-pensamiento es
ingobernable. Así que estamos al albur de lo que nos llegue, ya sea
una imagen agradable o fea. Por eso, uno nada más puede ir más allá
de ese dolor que es la existencia. Es como el frío, que no puede
desaparecer –como la calor- pero uno va más allá de ello. Y
entonces, eso que nos hace sufrir adquiere otra dimensión. Porque,
al no resistir, al no luchar, al no dividirnos, ya sea del frío o la
calor, del dolor y el sufrimiento, toda la situación cambia. No nos
ponemos enloquecidos, deprimidos, neuróticos ante los retos que la
vida nos trae. Y eso sólo es posible si no nos dividimos ni huimos
de lo que es, de la realidad de lo que es la vida.
Por
supuesto la mente siempre está condicionada por el lugar de
nacimiento, los padres, la familia, la cultura, lo que come, el
trabajo, etc. Pero eso es una parte, porque nos llegan ondas
mentales, que parecen no tienen nada que ver con nosotros
aparentemente, pero que tienen el mismo paradigma que todas: o nos
justan o nos disgustan. Y es ahí donde caemos. Pues en el momento en
que hay elección, el dolor está ahí. Porque se produce el
esfuerzo, la fricción, el conflicto, y lo que le sigue que es el
dolor. Así que, uno no tiene que huir ni aferrarse a nada.
Por
eso hay que estar atento a todo lo que sucede tanto dentro como fuera
de nosotros. Pero, como no se puede siempre estar atento, con la
conciencia despierta, cuando me doy cuenta que estoy inatento es
cuando vuelvo a estar atento. Porque la vida es así: destrucción,
amor y construcción.
He
leído tu artículo, 'Hijos que son maestros', de ayer en el
diario...
Creo que exageráis cuando decís que los padres, y las personas mayores, están acomplejados por los conocimientos modernos que hay ahora: Internet, los móviles, etc. Pero, esto siempre ha sido así a lo largo de toda la existencia de los hombres. Cuando un joven se entrega a lo nuevo, los mayores puede ser que pasen y lo miren con cierta indiferencia. Cuando llegaron los las bicicletas, los coches, las motos, los tractores y segadoras, los jóvenes se lanzarían gozosos por manejarlos. Y no hay más fuerza que el deseo, la necesidad, el hambre y la voluntad de hacer algo, en cuyo ámbito el joven es el que más tiene para todo lo nuevo. No quiero profundizar más, pero solo te diré que cuando inventarían la rueda y el carro la mayoría lo encontrarían molesto y complicado, pero el joven no, sería gozoso y satisfecho.
Creo que exageráis cuando decís que los padres, y las personas mayores, están acomplejados por los conocimientos modernos que hay ahora: Internet, los móviles, etc. Pero, esto siempre ha sido así a lo largo de toda la existencia de los hombres. Cuando un joven se entrega a lo nuevo, los mayores puede ser que pasen y lo miren con cierta indiferencia. Cuando llegaron los las bicicletas, los coches, las motos, los tractores y segadoras, los jóvenes se lanzarían gozosos por manejarlos. Y no hay más fuerza que el deseo, la necesidad, el hambre y la voluntad de hacer algo, en cuyo ámbito el joven es el que más tiene para todo lo nuevo. No quiero profundizar más, pero solo te diré que cuando inventarían la rueda y el carro la mayoría lo encontrarían molesto y complicado, pero el joven no, sería gozoso y satisfecho.
He
leído tu escrito de ayer, en el diario..., 'Oportunidad
irrenunciable'.
Todos
los inventos, que son herramientas creadas para facilitarnos la vida
y sus trabajos, podemos darles tanto una buena como mala utilidad.
Desgraciadamente, el ser humano al tener la posibilidad de elegir, lo
hace para proporcionarse placer. Por lo que todo lo que hace, todos
los inventos acaban revolviéndose contra él y contra toda la vida.
Pues, la necesidad del placer es inacabable, es como todo en la vida
infinito. Por lo que los inventos pasan de ser de una herramienta
beneficiosa a ser peligrosa. Por eso, todo lo que inventemos, llevará
el sello de nuestra manera de vivir, nuestro paradigma del más y más
que es lo que nos da placer.
Esos
estados y experiencias, si los provocas y los alientas tal vez sean
inadecuados. Tienes que ver de qué se trata. Si sientes placer, por
vanidad. Por sentirte diferente e importante ante los demás que no
los tienen. Has de descubrirlo. De lo contrario te quedarás aislada
y te generarán toda clase de problemas.
Las
experiencias psíquicas son negativas y uno las tiene que descartar.
¿Por
qué tanto interés en querer saber si descendemos del mono, de los
animales, o no? En todo caso, está claro que si que descendemos de
la materia. Y la materia es realmente la que todo lo abarca y
determina. Hay en esa insistencia un tufo de beatería supersticiosa,
a la que dedicamos demasiado tiempo y energía. Y ya estamos con eso
dividiéndonos: los que dicen que si y los que dicen que no.
Pero
ese no es realmente el problema. Porque el problema es la manera cómo
vives tú y cómo vivo yo, y cada cual. Cómo trato a mis sirvientes,
a los que nos ayudan a sobrevivir, si los desprecio, los engaño, si
no les doy lo que se merecen, si viven abrumados, si son marginados
allá donde van. ¿Cuántas cuentas corrientes tengo, cuánto dinero
hay en ellas? ¿Cuántas cosas necesito para vivir, una casa, dos,
tres? ¿En qué me gasto el dinero?
Saben
que a veces cuando uno está en la montaña pregunta: ¿dónde está
la montaña? Esto es así porque somos muy rutinarios, nos gusta
repetir y agarrarnos a eso que creemos que nos da seguridad. Y es en
la seguridad, en la repetición, donde más placer experimentamos. El
placer siempre lleva como resultado el desorden, el dolor. Porque el
placer nos ciega, nos incrementa el deseo por conseguir eso que
creemos que nos dará la seguridad. Pero, la seguridad no existe en
absoluto en el ámbito psicológico. Por tanto, ese deseo de
seguridad nos deja en la misma inseguridad de siempre. Pero, al
entrar dentro de la trampa de creer que puedo sentirme seguro adopto
las maneras como si ello fuera verdad, por lo que nos hacemos
adictos, dependientes, a eso y todo se complica más. ¡En tantos
armamentos que hemos inventado, asesinos y destructivos para
defendernos, y aún seguimos en la inseguridad! Y así nos hacemos
tolerantes con la violencia y la guerra. Tolerar es miedo, es pereza
e indolencia, forma parte del problema de la búsqueda de seguridad.
Así
que el reto es tremendo, es el mayor reto de la vida: cambiar
radicalmente. Es como si uno ha estado yendo en una dirección, hacia
el sur, queriendo ir hacia el norte, y otro le dice que esa dirección
no es la correcta, que tiene que ir en esa otra dirección. ¿Se dan
cuenta de qué se trata? Se trata de sus vidas, de las vidas de los
seres humanos. Porque si yo descubro dónde está la raíz del
desorden y del conflicto eso va hacer cambiar mi manera de vivir. Y
todo eso va a llegar a los demás.
Cada
persona tiene sus motivos para actuar de una manera determinada,
debido a diferentes circunstancias que tal vez no se ven. E incluso
viéndolas no tienen la suficiente sensibilidad y energía par hacer
algo ante el desorden y la confusión. Es como el que está
acostumbrado a vivir donde vive sin orden en los muebles, en la
cocina, etc., y uno le dice que ¿por qué no pones orden y así
vivirías mejor? Y él dice que no le importa y que no siente ninguna
molestia. Hay incluso algunos, que viendo que todo iría mejor, se
niegan con tal de llevar la contraria, como un acto de rebeldía
contra el establishment.
Y,
¿cómo se conciencia a esa consciencia social -las masas-?
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