No solamente hay que condenar una
matanza en particular. Habría que condenar todas las matanzas, ya sean lentas o
rápidas que se suceden continuamente. De lo contrario lo que hacemos es gritar,
pero no solucionamos el por qué y la causa de esas matanzas.
La reacción no actúa en la raíz
del problema para solucionarlo. Cada uno tiene sus preferencias a la hora de
condenar o no las matanzas que se suceden. Las matanzas van con el hombre: ¿por
dónde empezamos, por la primera guerra mundial, la segunda, Vietnam,
Sudamérica, África, Extremo Oriente, Irak, Bosnia y Kosovo, Palestina, Libia, Afganistán, Siria,
etc.? Y todo eso no tiene fin. Pues, para que haya un fin uno tiene que morir a
lo viejo y repetitivo. Y lo viejo y repetitivo es la división que genera
conflicto, con su insensibilidad y su crueldad. A menos que no descartemos el
conflicto dentro de nosotros, decir que tiene que hacer algo la comunidad
global para detener una matanza, es decir que actúe el mayor ejército del
mundo, es absurdo, ¿no? Es decir, estamos contra las matanzas pero queremos
patrocinar otra matanza para acabar con una matanza. Y así llevamos toda la
vida desde hace un millón de años.
Los judíos siempre habían sido
perseguidos hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Eran como los parias de
la tierra, algo así como los gitanos pero muchos más y esparcidos por todo el
mundo. Por tanto, siempre tenían ganas de salir de esa postración social. Por
lo que, de una manera ecléctica de todas las ideas y teorías humanitarias, se
generó el comunismo. Y, como no podía ser de otra manera, todos los parias, los
pobres, los desclasados, los marginados y oprimidos, los que sufrían
directamente la injusticia en sus carnes, todos ellos y muchos más que no eran
como ellos, abrazaron y se entregaron al comunismo. Que no es otra cosa más que
el cristianismo, sin dios, pero usando los medios violentos para conseguir esa
justicia, igualdad y respeto.
El origen de algo es escurridizo
y misterioso, porque nunca podremos llegar a la raíz y al principio del todo.
Un acontecimiento tan extraordinario por sus consecuencias y su desarrollo,
como fue la Segunda Guerra Mundial, con sus decenas de millones de muertos, sus
consecuencias psicológicas y físicas: depresiones, angustias y toda clase de
enfermedades mentales, como lisiados e inválidos, la miseria, la pobreza, el
hambre, no podemos decir que obedece a una sola causa.
Aunque lo que sí que consolidó el
conflicto y su posterior desarrollo, fue el triunfo y la posterior
consolidación de la Revolución Rusa, donde los bolcheviques derrocaron a la
mayor monarquía del mundo, del país más grande del mundo, asesinando a toda la
familia real. Por lo que a las monarquías europeas, casi todos los países lo
eran, les entró el pánico. Más aún habiendo visto el intento en España de repetir
más o menos la misma revolución, donde ya habían derrocado a la monarquía,
aunque el resultado final hubiera sido un fracaso.
Ante tanto miedo, por el ascenso
del comunismo que era como una novedad, Europa se acogió a la Alemania nazi de
Hitler para que hiciera de gendarme y tapón contra Rusia y su comunismo. Al
principio, tanto Europa como EE.UU., aceptaban a los nazis, pues eran vistos
como los más modernos, jóvenes, desarrollados e innovadores. Y sobre todo
fanáticos anticomunistas. Pero, porque eran innovadores y desinhibidos, Europa
y EE.UU., vieron que eran ingobernables para llevarlos a su manera de gobernar.
Es decir, para poder hacer solamente una gran coalición anti Rusa y su
revolución comunista.
Lo que querían los nazis era el
cambio radical de todo el mundo, y para ello estaban dispuestos a invadirlo y
derrocar al viejo poder, las monarquías, la religión constituida, etc. Y para
ello sólo confiaban en sus ideas y en la guerra.
El dolor es una reacción a algo
que nos causa conflicto. La pregunta es: ¿Podemos vivir sin ningún conflicto?
Porque, el mismo hecho de querer cambiar y descartar ese conflicto, también nos
genera conflicto. Por lo que, hagamos lo que hagamos en cualquier dirección, no
nos liberará del conflicto. Así que no hago nada, solamente miro y observo con
toda mi atención todo lo que sucede.
Todo placer, sea personal o
colectivo, lleva a la confusión y al dolor. Y siempre el placer lleva al dolor
porque nos hace egoístas.
He leído tu entrevista en el
diario… de hoy.
El amor es actuar sin opción
alguna, porque sabes que es lo que es preciso y necesario. Y en eso hay
libertad y paz. La opción es confusión y desorden, y genera la reacción que
hace que prosiga el desorden.
El deseo es la vida. Y la vida es
deseo. Y por eso el deseo es energía. Ahora bien, ¿cuándo el deseo es negativo,
si es que lo es? Cuando el deseo genera división y conflicto, es cuando
aparecen los problemas. Pues el deseo es la energía operando en ese instante a
su máximo nivel posible y eso sólo puede ser, cuando no hay ninguna pérdida de
esa energía total. Y para que no haya ningún impedimento para que fluya la totalidad, el deseo tiene que
operar como si ya no lo fuera, Porque lo que más va unido al deseo, que es la
contradicción y la dualidad, han desaparecido.
Si fuéramos profundos, realmente
inteligentes, veríamos que el bien y el mal no existen. Sino que es una
sucesión de una causa que genera un efecto. Y a su vez, ese efecto genera otra
causa. Y así este movimiento es sin fin. Hasta que uno va más allá de todo eso
y es cuando tanto la causa como el efecto desaparecen. Y sólo queda el ahora,
lo que hay, lo que tenemos delante y estamos haciendo.
El sueño en que vivimos es una
proyección, una huida de la realidad. Yo soy joven y quiero ser todo un hombre,
el viejo quiere no serlo, la mujer quiere ser igual que el hombre, todos
queremos ser iguales, todos decimos que sabemos y somos inteligentes. Y este sueño
es irreal. Pero queremos que sea real y verdadero, creando conflicto con la
realidad, que es como es.
¿Por qué no despertamos de ese
sueño que tanto dolor y sufrimiento genera? Porque realmente no vemos que
vivimos en la falsedad y la mentira del sueño, de la ilusión, de maya. ¿Qué
hemos de hacer para darnos cuenta de que vivimos en la ilusión, en un sueño, en
maya? Nada. Solamente ser afortunados.
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