miércoles, 23 de mayo de 2012

Escritos y publicaciones 23-5-12



Cuando decimos lo que otro hace de negativo nos no comprendemos que nosotros haríamos lo mismo en esas mismas circunstancias, Porque todos participamos del mismo condicionamiento, que es el paradigma del "mi": "mi" felicidad, "mi" necesidad, "mi" sufrimiento. Por tanto, cuando hablamos de lo que ha hecho y hace el primer mundo desarrollado, tras colonizarlo todo con su brutalidad y crueldad, con sus matanzas y rapiña, es lo mismo que cualquier persona en sus mismas circunstancias haría. Por eso, es tan peligroso juzgar el pasado. Porque todos decimos a nuestro favor que estamos necesitados, que nos tenemos que defender, etc., y ese paradigma mental, logístico, es el que desencadena todo el desorden y el caos en el que vivimos.
Por eso, el problema es psicológico, comprender cuáles son los circuitos por los que llegamos a esa pretendida necesidad, a esa necesidad de defenderse, a esa necesidad de más y más sin freno y sin fin. Y todo esto no es aceptar el sistema psicológico o rechazarlo. Sino verlo todo tal cual es, que es como comprenderlo, y e ir más allá de él, o lo que es lo mismo descartarlo radicalmente.

Por tanto, si veo claramente, sin nada que intervenga con lo que veo, hay comprensión y entendimiento. Ahora viene aquello de: ¿por qué no vemos claramente? ¿Es por la ansiedad y las prisas, por los problemas que nos agobian: competir en todo, el esfuerzo agotador, o la indolencia del vivir buscando el placer? El acto de ver, para que sea, ha de estar libre del condicionamiento del pasado. Por eso, el ahora es el orden. Aunque este orden puede convertirse en un caos. Pero después del caos llega el orden. Pues la vida es así: destrucción, amor y construcción.

Lo que tenemos, Daniela, es el cuerpo y toda la naturaleza que nos rodea, y eso es un hecho. Lo otro, todo lo que digamos sobre que llegaremos a ser liberados cuando no estemos en el cuerpo, la iluminación definitiva, eso es un no-hecho. Eso es lo mismo que dicen los católicos sobre el cielo, o los musulmanes del paraíso, que llegará después de la muerte si hemos sido buenos y obedientes a los dogmas, creencias y supersticiones.
Y esa conciencia misma de que sólo somos lo que somos, cuerpos sufrientes con mentes condicionadas, sin mirar al futuro ni al pasado, es lo que nos libera y nos deja en orden. Y todo lo demás que tenga que llegar, llegará de una manera o de otra.

Lo que llamamos dios es tan difícil de comprender, porque dios es todo: lo que hay y se ve, lo que no hay ni se ve, lo malo y lo bueno, la puta y la que dice que no lo es, el ladrón y el que lo es menos, el que miente y el que dice que no quiere mentir. Dios es tan perturbador como la droga más potente que exista.

Solamente te puedo decir, que si uno no se atiene a los hechos, vive en la ignorancia. ¿Por qué nos gustan los no-hechos, para huir de la realidad, para entretenernos y estar divertidos? Somos lo que somos. Lo que será nadie lo sabe. Y el que dice que lo sabe es un deshonesto, mundano, dominado por el "yo". Incluyendo todo eso que he dicho. Lo que quiere decir: que cada cual haga lo que tenga que hacer. ¿No sé si te sirve esto?

Cuando nos dan consejos, eso es una parte de lo que se puede hacer. Pero hay más. Pues siempre hay más, con la ayuda de la suerte. Gracias.

Un hombre rico es un ignorante que se cree que acumulando dinero va a vencer a la vida. Y el resultado es la degradación en todos los ámbitos. Pues a la vida nadie la puede derrotar.

¿Nos damos cuenta qué cuando acusamos a otros de nacionalistas, denigrándolos y atacándolos por ser nacionalistas, no nos damos cuenta que también lo somos nosotros? Es como el gran ladrón, que nadie se atreve a cuestionarlo y él se cree que no lo es. Pero al ladrón pequeño y de poca monta, si lo pillan la paga, es denunciado y va a la cárcel.
Todos los nacionalismos son negativos, porque son el “yo” operando al máximo rendimiento;  y es éste  “yo” el que se encarga de justificar, de blanquear todas las barbaridades que generan y provocan. Los nacionalismos son un problema psicológico, un problema de romanticismo, de emoción y sentimientos. Aunque todo eso no tiene ninguna importancia cuando se experimenta a nivel personal, se vuelve un gran peligro cuando millones de personas sienten y se emocionan por lo mismo. Son como las religiones organizadas, como las ideas y teorías triunfadoras, que destruyen a las personas, convirtiéndolas en seguidores ciegos y fanáticos capaces de hacer lo que nunca podrían habérseles ocurrido ni imaginado: la crueldad, la brutalidad, la violencia y la guerra.
Cuando empezamos algo que nos embriaga, y por eso nos da placer, dejarlo  y descartarlo se convierte en un problema; y parece imposible liberarse de eso que nos proporciona amistad, influencia, relaciones estrechas y toda clase de beneficios con los que también hacen lo mismo. Se genera una hermandad, una complicidad que es lo que les da fuerza y peligrosidad, al convertirse en un grupo de presión, de defensa y ataque.
Así que, eso no solamente lo hace el que considero mi enemigo, sino que lo hago y lo vivo en cada momento de mi vida. Pues, el problema del nacionalismo es igual que todos los problemas que tenemos, porque todos son generados y provocados por el “yo” desbocado, con todas las pasiones actuando sin límites. Así que si queremos descartar esos conflictos, que generan división y la exclusión de uno o de millones, hemos de ir a la raíz del “yo”, verlo tal cual es. Y si es afortunado y sensible descartarlo radicalmente. De lo contrario participará de la tontería de las banderas, los símbolos, la tradición y las costumbres folclóricas, del ejército salvaguarda de esa idea y teoría nacionalista.

Y, ¿por qué no entendemos? Parece que estemos jugando con las palabras, lo que acaba en otro entretenimiento. El ver no es entender, está más allá del entendimiento. Pues el entendimiento es una reacción intelectual. Cuando vemos un animal salvaje que viene hacia nosotros no pensamos, sino que hay acción instantánea donde el intelecto no puede operar. Por tanto, todo se trata de pasión que no es fanatismo ni arrebato, sino del interés que tengamos por todo lo que hacemos, por toda la vida.

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