El amor es todo lo que decimos que es. Pero también es
ir más allá todavía de eso que decimos que es y que decimos que no es. Porque,
el amor no es exclusión, no excluye a nadie ni a nada. ¿Alguien que tiene amor
puede excluir a un ser humano, a un árbol, a un animal?
Antes que nada
hay que decir que psicológicamente todos somos iguales. Por tanto, todos
estamos condicionados. Entonces, la pregunta es: ¿Puede una persona, como
nosotros que somos normales y corrientes, estar completamente descondicionados?
El condicionamiento es en todos los niveles y ámbitos, porque si viéramos
claramente un condicionamiento y lo descartáramos, todos los demás también
desaparecerían, pero en lo profundo siempre está ahí en el subconsciente o en
lo desconocido. ¿Por qué no podemos librarnos por completo de nuestro
condicionamiento? Porque el mismo deseo de librarnos del condicionamiento es
otro condicionamiento más. Y aunque creemos que avanzamos, estamos en el mismo
paradigma del condicionamiento.
Así que primero
que nada, veamos lo que está ocurriendo. Y, volvemos a preguntar: ¿Podemos
estar libres por completo del ego, del "yo", que dan vida al
condicionamiento? Podemos y no podemos, porque nuestras mentes están conectadas
unas a otras y se influyen y condicionan. Por eso, unos momentos los tenemos de
libertad y al otro momento lo tenemos de servidumbre al ego. Porque, la mente
es ingobernable. Solamente ella, el "yo", tiene que darse cuenta que
no puede resolver los problemas, darse cuenta que es un estorbo, un obstáculo, y
que tiene que cesar y desaparecer. Así que, veamos todo lo que sucede en
realidad y no inventemos otra realidad que más nos gusta e interesa, porque ya
la conocemos y nos encontramos seguros. Pero, en la seguridad siempre está el
"yo, el condicionamiento.
La mente es
capaz de inventar toda clase de situaciones que le dan seguridad, donde siente
placer. Pero lo que la mente no puede hacer es inventar un estado sin
sufrimiento, de no-dolor. Y el sufrimiento, pensemos lo que pensemos, hablando
de él e investigándolo sin parar, no lo vamos a comprender. Solamente estando
con el dolor, lo comprenderemos de una manera factual, directa, y veremos si
podemos ir más allá de él.
Ese es el
problema, Wim, porque los hombres nos hacemos adictos justamente a eso que nos
genera dolor. Por tanto, se necesita gran cantidad de energía para poder ir más
allá de esa adicción, que aunque nos cause dolor creemos que es lo mejor. Por
lo que estamos en un círculo encerrados.
¿Podemos salir
de ese paradigma de creer que vivir con esfuerzo y contradicción, con dolor, es
necesario para no vernos como un vegetal, alguien sin brío y sin nervio para
derrotar a cualquier oponente?
Sí, solamente
haciendo del remedio, que es la solución a la manera deshonesta de vivir, la
pauta de nuestra conducta. Es decir, si vemos claramente que algo es deshonesto
y corrupto, todo lo que le sigue a esa percepción, es una continuación de ese
descartar en cada instante. Pero, eso dicho de palabra o escrito es una cosa,
pero vivirlo nos lo tenemos que demostrar cada uno.
El pensamiento
en el ámbito científico, material y técnico, tiene su lugar y es preciso. Pero
en el ámbito psicológico, es un estorbo e impedimento. Pero, hemos progresado y
avanzado en todo el ámbito material y sin embargo en el psicológico todavía
somos como cuando vivíamos hace doscientos mil años. ¿Por qué es esto así?
Porque tenemos miedo a lo nuevo, vivir en lo desconocido.
La muerte y la
vida son las dos caras de la moneda con que tenemos que vivir. Cuando llega una
la otra desaparece. Pero hay algo que ya hace tiempo que me desconcierta, por
no encontrar a nadie que se brindara a comentar e investigar lo siguiente
cuando lo he expuesto: si haceleráramos todo el proceso del vivir al máximo,
como hacen en algunos documentales de TV, en que pasan las imágenes rápidas y
un árbol crece en segundos se marchita y muere, si lo hiciéramos en todo lo que
tiene vida, ¿qué predominaría o quedaría? Porque si no hay vida ni hay muerte,
¿qué es lo que hay, qué es lo que queda?
El deseo de
poder, es la reclamación del animal que llevamos dentro, dígase el
"yo" o el subconsciente. Pero en esa dinámica del poder, y el que
obedece y sigue a otro, está la desdicha, el odio y la sumisión, el alimento
para el que cree que no es nadie y puede ser alguien siguiendo e imitando a al
poderoso.
La mente
siempre tratará de intentar solucionar lo que cree que es incorrecto, creando
así la fricción. Pero si no hace nada, también se genera fricción entre la
parte que quiere hacer algo y la que no quiere hacer nada. Cuando uno ve que
cualquier actitud ya sea la de hacer o no hacer nada no sirve de nada, todo el
ser se aquieta y llega el orden. Y este orden es la ausencia de división, y es
amor.
La nada está
dentro de uno, porque siempre queda algo cuando morimos que es la vida de todo
el universo. Por tanto, la vida tiene más poder que la muerte. Porque la muerte
es de uno, no del universo. La vida y la muerte son dos actos del escenario que
es el universo que siempre está ahí. Ahora falta saber, ¿dónde se ubica ese universo?
Cuando decimos
que juzgar a otro, que genera una reacción -karma-, es juzgarse a sí mismo, eso
también se tiene que aplicar cuando decimos: esto que me llega al pensamiento
es un pensamiento malo y lo tengo que eliminar. Porque si juzgamos ese pensamiento,
y lo queremos erradicar, generaremos la misma reacción -karma- que nos divide y
pone en conflicto. Por lo que, uno tiene que ver y mirar sin juzgar ya sea con
desagrado o con agrado.
Y después de
conocernos, ¿la solución vendrá a nosotros o nosotros hemos de ir a ella? No
digas ni que sí ni que no. Porque no sabemos nada. Solamente hemos de estar
atentos, vigilantes a todo lo que sucede tanto dentro como fuera de nosotros.
Y, todo lo demás, la inteligencia llegará en su
momento.
No lo digas tan
rápido, porque el amor es la acción directa, sin que medie el pensamiento que
es tiempo. He visto centenares de flamencos jóvenes, que tenían las piernas
recubiertas de sal, que no podía alzar el vuelo y sus progenitores, después de
varios días de ir a verlos, dejarlos a su suerte, que era la muerte.
El amor, es sin
tiempo. Por lo que ante un reto muy grande e impactante, uno puede hacer algo
que nos parece inadecuado, pero ya está hecho. A eso que llamamos un arrebato
de ira o rabia, puede acabar en una agresión que creíamos incapaces de hacer.
El problema está en juzgar los hechos, pues no se pueden cambiar. Por eso, la
dictadura es de la vida, porque se puede volver tirana.
Necesitamos un
lugar para resguardarnos, comida y ropa. Eso es lo básico. Pero eso que es básico
ha pasado a ser una como especie de lujo. Y ahí se ha complicado todo. No por
tener más, sino porque ese avance en lo técnico y material, no ha sido
acompañado en lo psicológico y espiritual. Por eso, somos como hace trescientos
mil años: codiciosos, miedosos, avariciosos, crueles y violentos. Ahora el reto
es de nosotros. Somos nosotros los que tenemos que ver todo esto que sucede a
cada cual, sin excepción, y ver qué podemos hacer. No esperemos que nos lo diga
nadie. Sólo cada cual lo tiene que descubrir.
Por eso, hay
que entender cómo funciona el pensamiento. Si vemos que él necesita la
seguridad que le requiere el "yo", entonces tenemos la energía par
ver lo falso que es. Y si lo vemos como un peligro que es, es cuando podemos ir
más allá de él. Porque el pensamiento no puede desaparecer. Para ello habría
que llegar otro paradigma.
Todo eso que
dicen las antiguas escritura es toda una teoría, no es un hecho. Y el hecho es
que cuando morimos la materia, que es energía, vuelve a su origen que es la
naturaleza. Pero, el yo Toni y el tú Subhash, ¿qué pasa con ellos? Y, ¿qué pasa
cuando un animal muere, dónde va a parar su pequeño "yo" de animal?
No tenemos respuesta, pues la vida es un misterio que tenemos que vivir.
Ese niño que se aferra a los
padres que lo maltratan, ¿es amor lo que siente hacia ellos, o tiene miedo a
estar desesperado, solo y no sabe vivir ni puede hacerlo sin ellos? El amor, es
lo nuevo, lo no tocado por la mente-pensamiento, por tanto todo lo que digamos
sobre él, puede y no puede ser, según las circunstancias y las contingencias de
cada instante o momento.
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