martes, 6 de marzo de 2012

Escritos y publicaciones 7-3-12

Para investigar hay que ir tentativamente, mirando y observando todo sin tener ningún prejuicio, ideas fijas, etc. Cuando tú dices que algo no es amor, tienes que estar ciertamente enterado, porque lo único que no es amor es el conflicto. Si no tenemos ningún conflicto interno hagamos lo que hagamos, será lo adecuado, el orden, que es amor. En el momento en que aparezca el conflicto, que es estar dividido internamente, aunque hagas toda clase de buenas obras, servicios sociales, repartas todos tus bienes y dinero, te sacrifiques por los demás dando parte de tu vida, o toda entera, eso no será amor. Porque, la división y el conflicto, sólo pueden generar más división y conflicto. Y aquí no puede haber amor. Si lo vemos, eso nos libera de toda tensión, responsabilidades, de deseos y ansiedades.

El apego existe porque no nos damos cuenta de lo peligroso que es. Fumar, beber alcohol, tomar drogas, ir excesivamente veloz por la carretera, la adicción al trabajo o a la comida, etc., todo eso es un peligro. El problema es: ¿Por qué no vemos el peligro por lo que es: algo que me desequilibra y altera, que pone en riesgo nuestras vidas? En el ver claramente algo, hay acción total y absoluta. Y eso quiere decir, descartar radicalmente todas las adicciones y sus peligros, tanto para uno mismo como para los demás. Pues un adicto no ve nada más que su adicción y satisfacerla.

La realidad es la que se: si no nos dan lo que nos toca, podemos salir, o aguantar y obedecer. Cada uno que haga lo que crea más oportuno para él. Los problemas que parecen más grandes y complicados, deben verse también en su aspecto más pequeño y sencillo. Todo lo demás es faramalla y palabrería, papeleo.

Cuando uno ve claramente como un hecho que el pensador es el pensamiento, que no hay división porque son los mismo, entonces todas las ilusiones desaparecen. Es como darse cuenta que es mentira cuando uno cree que un amigo o alguna otra persona habla con él mentalmente, aunque estén a kilómetros de distancia uno del otro, pues eso es todo una invención, una alucinación, un invento.

Para que una persona esté sana mentalmente, al igual que la sociedad en la que vive, no tiene que estar dividida ni fragmentada internamente. Esta fragmentación interna es la que al manifestarse externamente en nuestras vidas de relación con todo -la personas, la naturaleza, los objetos cotidianos que manejamos ya sea el coche, la ropa, la batería de cocina, etc.- genera los conflictos, la corrupción y la inmoralidad.
Ahora el problema es: ¿Quién curará a esa persona que vive dividida y en conflicto, ustedes los psiquiatras, los gurús y maestros, los sacerdotes, las religiones organizadas con su único salvador? Nadie la puede curar, porque el que pretende curarla también tiene la misma enfermedad de la división y el conflicto. Tal vez, cuando vemos que nosotros también tenemos la misma enfermedad del conflicto interno, podamos ayudar, señalar, sugerir y explicar, etc., la dirección por donde puede llegar la curación.
Pero por lo visto, eso no es así porque ustedes son nacionalistas, creen en su dios que dicen que es el verdadero, creen en un mesías único hijo de ese dios, tienen su jerga elitista que les hace vivir en la vanidad, y por eso están divididos, viven en conflicto. Ustedes que creen en dios firmemente, ¿cómo le van a explicar a una persona, y resolver ese problema de la existencia de ese dios, siendo que es el infinito, lo eterno, lo que no se puede explicar con palabras? Pongamos que ustedes vienen a mí y me dicen que les explique qué es dios, y yo empiezo a decirles que es el infinito, lo eterno, y entonces les digo que pueden estar toda la vida contando desde el uno hasta que se mueran pues como dios es el infinito nunca lograran parar y detenerse de contar. ¿Se dan cuenta de la estupidez de todo ello, de lo ridículo y superficial que es todo cuando hablan y mencionan a dios, aunque alardeen de teología, de que conocen a un pensador, autor u a otro, aunque repitan palabras en latín u otros idiomas? Cuando dios, o lo que se diga que sea, está más allá de toda idea y de todo lo que se ha dicho. Por eso, uno no tiene que ser tan tonto y hablar de dios.
Por tanto, aún seguimos sin saber qué haremos para poder ayudar a los alterados mentales -que somos todos los que vivimos-. Primero que nada, limpiar nuestra casa, que es nuestra vida que vivimos cada día, cada hora, cada instante. Y eso quiere decir, ver cómo actúa el pensamiento que es donde se genera la división y el conflicto. Y si uno llega hasta ahí y lo descubre, entonces todos sus problemas quedan resueltos. Y es entonces, cuando podemos informar, sugerir, explicar, ayudar a los demás, para que solamente ellos íntimamente en su interior vean lo que les hemos explicado. Y, para que todo ello pueda ser visto, es preciso y necesario que haya libertad total y absoluta en todas direcciones. De lo contrario uno no puede ver, y tendrá que depender del maestro, del gurú, del psicólogo o psiquiatra, de la religión, de los líderes políticos, etc. Y entonces ya estamos de vuelta con el mismo problema de la división, del enfrentamiento entre lo que uno dice y lo que dicen los demás, del caos y el anarquismo, de la absoluta falta de respeto, de la total ausencia de compasión y amor. Por eso, para ser buena persona, una persona virtuosa y con orden, no hace falta creer en ningún dios, ni si existe o no existe, porque especular es una cosa vana, una pérdida de tiempo. Por tanto, todo el problema está en la moralidad, en la no-corrupción, en la ausencia de conflicto. Y todo lo demás, nos llegará por añadidura, lo que necesitemos llegará de una manera o de otra.

Por eso, para que la vida no sea una repetición y una monotonía, un tedio, hemos de tener libertad total y absoluta para poder mirar, observar y descubrir en todas direcciones. Porque la vida cambia a cada instante y si no nos damos cuenta que estamos atascados, es cuando llega la degradación, la decadencia, el desorden y la confusión. Antesala todo ello de la anarquía y el caos que trae la violencia, con todo su dolor y amargura.

El problema no es el pensamiento, sino qué hacemos con los pensamientos. Pues el pensamiento no se puede controlar, reprimir o dirigir. Eso no es posible, porque engendra más conflicto y confusión en nuestra vida. Uno tiene que ver cómo nace un pensamiento y seguirlo hasta el final, todo su proceso. Y es entonces cuando hemos dejado que el pensamiento sea en su plenitud, en su totalidad, que él nos cuenta su historia y lo podemos comprender de primera mano, por nosotros mismos sin la intervención del gurú tal o el maestro elegido y que dice que sabe. Y esa comprensión es nuestra, y nadie nos la puede quitar, con toda la libertad que ello proporciona.

Si vemos fácil y sencillamente por nosotros mismos, como la fricción -que es la ansiedad, el deseo de más y más de lo que sea- es la causa de todas nuestras desventuras y desgracias, es cuando cesa y con ella todos sus problemas.

Una cosa maravillosa es observar, cuando tratamos con una persona llamada loca, que en el momento en que no hay ninguna barrera que nos divida entre nosotros no hay ninguna peligrosidad ni problemas. Es cuando estamos divididos que aparece el miedo y el temor, los pensamientos como "esta persona está loca y yo no lo estoy", "voy a alejarme de esta persona porque tiene mal aspecto". Y todo ello, es el resultado de nuestra manera de vivir con sus prisas y ansiedades, con la absoluta falta de reflexión, observación y atención de todo lo que nos rodea y vemos. Y eso es así, porque nuestras vidas no tienen ni compasión ni amor, que es una vida de servicio a los demás, solamente queremos nuestra propia satisfacción egoísta para no ver la realidad que nos molesta y desagrada. Pero así, los problemas continúan y van en aumento en su proporción.

Cuando decimos que hemos de vaciar la mente, eso es lo más peligroso que pueda haber, porque nos da la máxima libertad. Pero en esa libertad, también la tienen los otros sean guerreros y asesinos, falsos santos e ignorantes,.ricos explotadores, miserables y desgraciados que son los menos afortunados. Por eso, la libertad es el éxtasis en que a cada segundo nos jugamos la vida.
Siempre digo que prefiero que me mate una bala perdida por la calle a que haya policías. Todo un peligro, ¿verdad?


No hay comentarios:

Publicar un comentario