El problema está en que cuando estamos hablando con una persona, con
atención total, sin que nada se interponga entre nosotros, todo fluye
sin poder reprimir ni tocar nada de lo que surge, de lo que decimos.
Es
decir, tú me preguntas, '¿Cómo estás?' Y rápidamente, sin que medie la
censura ni la autoridad del que dice que sabe, a uno le sale y responde:
'Bien. Estoy bien', o ‘Mal. Estoy mal’. Pero una vez que está dicho ya
no hay marcha atrás.
Por lo que los que preguntan, si es que quieren saberlo de verdad
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