Temer al cambio es como temer a nuestra sombra, no podemos
deshacernos de ella, y de la misma manera no podemos eludir la posibilidad de
que vengan cambios.
deshacernos de ella, y de la misma manera no podemos eludir la posibilidad de
que vengan cambios.
Aparentemente, parece que somos nosotros los que efectuamos
el cambio, pero hay infinidad de circunstancias que no dependen de nosotros, no
las controlamos, que nos obligan a cambiar.
el cambio, pero hay infinidad de circunstancias que no dependen de nosotros, no
las controlamos, que nos obligan a cambiar.
De manera que aunque el cambio nunca se sabe al principio
qué es, él se hará haciendo camino hasta manifestarse en todo su magnitud. Y es
entonces, cuando llega la dicha del cambio, porque todo es ese cambio: la
llegada de lo nuevo, lo que no ha sido tocado por nadie.
qué es, él se hará haciendo camino hasta manifestarse en todo su magnitud. Y es
entonces, cuando llega la dicha del cambio, porque todo es ese cambio: la
llegada de lo nuevo, lo que no ha sido tocado por nadie.
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